31 min

7. Sueños Argonautas de los Confines

    • Social Sciences

Los sueños son vividos a menudo en la cultura occidental como experiencias individuales a los cuales algunos sujetos tienen más acceso que otros. Cuando nos acercamos a otras culturas o exploramos universos ficcionales en la literatura, nos encontramos con formas de vivir y experimentar los sueños que plantean una vivencia más colectiva. Los ciclos nocturnos influencian muy a menudo los ciclos diurnos, como el antropólogo Descola muestra a la hora de hacer trabajo de campo con los achuar. Soñar y compartir sueños es una actividad central para la organización social de muchas sociedades amazónicas. Desde la literatura, Ursula Le Guin nos comparte un plano en donde los frin comparten sus ondas REM entre todos los habitantes, generando sueños colectivos, e incluso captando sueños desde otros planos: es difícil saber dónde empieza la propia conciencia y termina la del otro. 

No todos los sueños son por supuesto experiencias afables: Borges nos llama la atención sobre esas sensaciones de alerta frente a la invasión de algo en nuestro ser-nocturno; y es que muchos antropólogues como Esther Hermitte o el mismo Evans Pritchard veían como en distintas sociedades distintos alter-egos de las personas logran viajar durante el sueño y enfrentarse violentamente en ese otro plano, embrujando, enfermando o incluso matando a quienes están en estado de indefensión. Poder viajar en el plano del sueño, pero también poder diagnosticar a través de una correcta interpretación -y por eso curar los males- son prácticas sumamente importantes. Hay también entidades que comunican, tramitan mensajes y permisos -incluso para realizar trabajo de campo- como narra Mariana Liberatori.

La potencialidad creativa del soñar nos traslada también a obras como La historia interminable (Ende) Memorias Impuras (Bodoc) o La rueda celeste (Le Guin), en donde la pulsión de la invención irrumpe en el mundo material y condiciona al mismo tiempo lo que es posible de ser imaginado, como dice Oscar de la Barca.

Como diría nuestro amigo Borges "los sueños constituyen el más antiguo y el no menos complejo de los géneros literarios".

Les invitamos a dejarnos comentarios y sugerencias en nuestras redes. Hasta la próxima!

Los sueños son vividos a menudo en la cultura occidental como experiencias individuales a los cuales algunos sujetos tienen más acceso que otros. Cuando nos acercamos a otras culturas o exploramos universos ficcionales en la literatura, nos encontramos con formas de vivir y experimentar los sueños que plantean una vivencia más colectiva. Los ciclos nocturnos influencian muy a menudo los ciclos diurnos, como el antropólogo Descola muestra a la hora de hacer trabajo de campo con los achuar. Soñar y compartir sueños es una actividad central para la organización social de muchas sociedades amazónicas. Desde la literatura, Ursula Le Guin nos comparte un plano en donde los frin comparten sus ondas REM entre todos los habitantes, generando sueños colectivos, e incluso captando sueños desde otros planos: es difícil saber dónde empieza la propia conciencia y termina la del otro. 

No todos los sueños son por supuesto experiencias afables: Borges nos llama la atención sobre esas sensaciones de alerta frente a la invasión de algo en nuestro ser-nocturno; y es que muchos antropólogues como Esther Hermitte o el mismo Evans Pritchard veían como en distintas sociedades distintos alter-egos de las personas logran viajar durante el sueño y enfrentarse violentamente en ese otro plano, embrujando, enfermando o incluso matando a quienes están en estado de indefensión. Poder viajar en el plano del sueño, pero también poder diagnosticar a través de una correcta interpretación -y por eso curar los males- son prácticas sumamente importantes. Hay también entidades que comunican, tramitan mensajes y permisos -incluso para realizar trabajo de campo- como narra Mariana Liberatori.

La potencialidad creativa del soñar nos traslada también a obras como La historia interminable (Ende) Memorias Impuras (Bodoc) o La rueda celeste (Le Guin), en donde la pulsión de la invención irrumpe en el mundo material y condiciona al mismo tiempo lo que es posible de ser imaginado, como dice Oscar de la Barca.

Como diría nuestro amigo Borges "los sueños constituyen el más antiguo y el no menos complejo de los géneros literarios".

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