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Nunca hicieron falta más de una o dos palabras para decir las cosas en forma sincera y, algunas pocas más, para abrir o cerrar capítulos enteros de nuestas vidas. 300 palabras parecen pocas pero son muchísimas si se ordenan, una detrás de la otra, y logran el objetivo de comunicarnos.
Soy Guillermo Giaquinta. Publicista, autor de canciones (algunas conocidas), "escribidor" y perdedor en los principales certámenes de novela del mundo (pero insisto). En 300 palabras, voy a compartir con ustedes mi mirada sobre las cosas que nos interesan a los que nos interesamos por las cosas. Bienvenidos.

300 palabras para (des) aprender a vivir‪.‬ Guillermo S. Giaquinta

    • Comedy

Nunca hicieron falta más de una o dos palabras para decir las cosas en forma sincera y, algunas pocas más, para abrir o cerrar capítulos enteros de nuestas vidas. 300 palabras parecen pocas pero son muchísimas si se ordenan, una detrás de la otra, y logran el objetivo de comunicarnos.
Soy Guillermo Giaquinta. Publicista, autor de canciones (algunas conocidas), "escribidor" y perdedor en los principales certámenes de novela del mundo (pero insisto). En 300 palabras, voy a compartir con ustedes mi mirada sobre las cosas que nos interesan a los que nos interesamos por las cosas. Bienvenidos.

    Too Much Information

    Too Much Information

    Ayer, escuchaba
    ese gran tema de Police, Too much information, Demasiada información. La letra
    repite las mismas dos frases.

    Demasiada
    información corriendo a través de mi cerebro.

    Demasiada
    información volviéndome loco.

    Sobre mi cadáver. Sobre mí. Sobre ti.
    Sobre todo el mundo, dice cantando, Sting.

    El tema es del ’81.


    Hace cuarenta y pico de años y solamente con gráfica, tele y
    radio, el exceso de información ya era angustiante.

    Imagínate hoy.

    Obviamente, guglié la etimología de información: instruir, enseñar, dar forma a la mente, disciplinar.

    Guau.

    ¿Dar forma a la
    mente y disciplinar son dos acepciones que dan miedito, no?

    Pero lo vienen
    logrando.

    Acá, me parece
    que el tema pasa por cómo la gestionamos, cada uno de nosotros.

     

    (Me da risa
    cuando te advierten sobre imágenes sensibles y aparece un león que se está
    almorzando un ciervito, como si los leones comieran tallarines)

     

    Gestionar desde
    los pequeños temas cotidianos hasta las grandes malas noticias sobre la gente
    que queremos o las policiales o las malas del país y el mundo, es una faena
    imposible.

    Y ahora, andan
    tirando la posibilidad de una tercera guerra mundial.

    Te diría que esa
    es la más digerible, porque son tan impensables las consecuencias y tenemos tan
    a mano tanta película distópica que se vuelve ficción. Y eso que dicen que es
    más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Pero bue.

     

    “Que no te turbe
    lo que no puedas solucionar”, dice el refrán.

    Lo que sí es un
    hecho es que ser humanos hoy y con tanta información mundial nos pone
    definitivamente en estado de cínicos.

    Y no nos hace
    malas personas andar más amargados porque se volvió a romper el calefón que por
    los misiles en Gaza.

     

    En todo caso, son
    muy poquitas las cosas que podemos modificar de este mundo delirante. (Te diría
    que nada, pero no quiero ser tan pesimista).

     

    Menos mal que el
    cerebro es astutamente permeable y no nos deja olvidar que la vida es mucho pero
    mucho más que lo que pasa afuera.

    #demasiadainformacion

    #police

    #sting

    #gestionarinformacion

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     




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    • 3 min
    Las hijas no quieren tener hijos/as.

    Las hijas no quieren tener hijos/as.

    Éste, no es un
    tema de todos.

    Es solamente de
    los que tenemos hijas que no quieren tener hijos o hijas o, de momento, la
    piensan y la piensan.

     

    Y el tema se
    empieza a volver problema, para nosotros no para ellas, porque son treintañeras
    y nosotros con el osito rosado a medio tejer…

    Entonces, arriesgamos
    diagnósticos sobre estos tiempos en los que les toca ser jóvenes fértiles.

     

    Todos ciertos, a
    medias. No se puede pensar como alguien joven, 40 años más tarde. Atrasamos.

     

    Casi que no nos
    podemos creer que estas pibas anden decidiendo, por sí solas y a contrapelo de
    las costumbres de la sociedad, no traer hijos a un mundo injusto, desastroso y
    autodestructivo. ¡Pero cómo se les ocurre!

     

    Hay gente que
    piensa que siempre todo estuvo mal, pero igual se trajeron hijos al mundo, sin
    pensarla tanto.

    Coincido en algo:
    casi siempre, los hijos se trajeron sin pensarla demasiado.

     

    Pienso, también,
    en todas esas parejas constituidas, de todos los tiempos, que tomaron la opción
    de interrumpir embarazos, porque entendieron que en “sus mundos” personales,
    reales y emocionales, no estaban dadas las condiciones.

    Claro que antes,
    de eso, no se hablaba.

     

    Pero bue. Siempre,
    el mundo es el que tenés bajo tus pies, en tu cuero y con tus posibilidades.

    El otro, es un
    simple globo terráqueo.

     

    Hoy, las pibas
    tienen un mundo gigante delante de ellas, lleno de posibilidades y de
    imposibilidades y, además, saben mucho mejor que nosotros, que con un bebé en
    brazos y otro en el carrito, se complica bastante.

     

    “Si tenés hijos,
    no podés progresar”, dice Homero Simpson.

    Además, las pibas
    no tienen muy en claro qué parte les toca en eso de “formar una familia” o
    cuáles serían los beneficios, porque no estarían saltándoles a la vista. (No
    aclaremos que oscurece)

     

    Ok. Chicos van a
    seguir viniendo, aunque ellos no lo elijan, siempre.

    Las clases altas
    necesitan herederos y las clases desposeídas esperan darles un mundo mejor que
    el que tuvieron ellos.

    Y siempre será la
    clase media la que dé la nota. La que tome la vanguardia en todas esas
    tonterías que incluyen, programar la llegada de los hijos, divorciarse por
    falta de amor, ensamblar hogares, dar libertad absoluta a los hijes y
    preguntarse y re preguntarse, todo el tiempo, sobre el origen del “agujero del
    mate”.

    #natalidadprogramada

    #treintañerassinhijos

    #nosermadres

     

     





































































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    • 3 min
    ¡Andá a lavar los platos!

    ¡Andá a lavar los platos!

    La charla estaba
    hermosa. Acalorados, discutiendo sobre qué angustiaría a los cavernícolas y si
    sería el mismo nivel de angustia que el del hombre de hoy.

    ¿Una boludez
    discutir por eso?

    ¡De ninguna
    manera!

     

    Acalorarse por ideas
    que te hacen sentir adentro de la condición humana, es maravilloso.

     

    Por supuesto, si
    el tema de la charla incluye los mismos tópicos de siempre,

    (qué rico todo, qué
    caro todo, las noticias del día y viste quien se separó),

    nadie se acalora
    y parece que todos pensamos lo mismo. Falso.

     

    Justo que mi
    amigo “el romántico”, el que sostiene que existen diferencias entre hacer el
    amor y tener sexo, justo que planteaba el crucial interrogante sobre si los
    cavernícolas tendrían sexo o harían el amor, una de las mujeres, profesional,
    académica, auto sustentada y empoderada, se levantó a lavar los platos.

     

    ¡Uy, cómo me
    molesta, eso!

    ¿Yo digo, no se
    pueden lavar mañana?

    ¡Que no! Saltaron
    todes. Que la grasa se pega, que es un ratito, que es horrible ver los platos sucios
    a la mañana.

    Te juro que la
    próxima vez que, en una reunión, alguien se levante de la mesa para lavar los
    platos, yo me voy a ir a limpiar los vidrios del auto.

     

    Si no entienden
    la diferencia entre lo urgente y lo importante, yo tampoco.

    Pero bue. Tranquilo.
    Lo que te enoja te domina, me dije.

     

     

    Me quedé hablando
    solo, tratando de argumentar que hoy nos angustiamos por muchísimas cosas más y
    más sutiles y más tontas, que aquel hombre que, de a poquito, se iba pareciendo
    menos a los monos.

     

    Ok. Comida, sexo
    y techo siguen ocupando el podio de las cosas que, si no las tenés, te
    angustian. Lo bueno y lo malo de la evolución está en cada uno de nosotros.

     

    Hoy, a la mañana,
    pensaba: aquella mujer de las cavernas que se quedaría cuidando las crías y
    alisando cueros y apaleando carne de mamut, es muy probable que se levantara a
    lavar los cacharros mientras los hombres contaban hazañas.

    ¿Nada nuevo bajo
    el sol? Puede ser, pero me resisto a pensar así.

     



































































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    • 2 min
    Así en la Tierra como en las redes.

    Así en la Tierra como en las redes.

    Dicen que la cultura comenzó cuando el
    hombre empezó a enterrar a sus muertos y 
    a nombrar  sus tumbas.

     

    Velas más, velas menos. Lápidas o
    mausoleos. Pirámides, Taj Mahales o fosas comunes, la cosa no ha cambiado mucho
    en los últimos  80 mil añitos.

     

    La idea es la misma: decir a los demás “éstos
    son mis muertos” porque a ellos ya no podemos decirles más nada.

     

     “Si no saliste en los fúnebres del Los Andes, todavía estas vivo” decía, en los
    ´90, un directivo del diario, que sacaba cuatro páginas sábana con fúnebres,
    por domingo, y muchísimas más si el finado era un afamado médico, un bodeguero
    o un político. Una cosa muy mendocina que, en esa magnitud, no se daba en
    ningún otro diario del país.

     

    Esta tradición necrológica parece que ha
    pasado al Facebook.

     

    Casi todos los días, algún mendocino
    postea el deceso o el aniversario de la “partida” de algún familiar o amigo.

     

    Hasta
    ahí, sería sólo un fúnebre online, sólo un paso del papel a la red.

     

    El tema es que Facebook  no se presta mucho para eso. Antes del fúnebre
    pueden haber posteado, en el mejor de los casos, un chiste y después también.
    Sumale la confusión de ponerle un “Me gusta” a un muerto. Pero bue.

     

    Lo
    realmente curioso es el estilo “elegía” del texto: ¡va dirigido al muerto!

     

    Le cuentan cosas cotidianas. Suben fotos.
    Le dicen cuánto lo extrañan y tanta otra cosa, como si el “ex viviente” tuviera
    una cuenta activa.

     

    Una interpretación liviana podría ser que
    los consuela hacernos saber a todos cuánto lo querían y cuánto lo siguen
    queriendo.

     

    Otra podría ser que piensen, realmente,
    que ese texto en la red va a ser leído por sus muertos. No sería una locura
    sino una cuestión de creencias.

     

    (Locura sería que les manden un WhatsApp
    y se queden esperando las dos tildes azules)

     

    Todo
    bien. La muerte fue, es y será negada por el bien de nuestra salud mental.

     

    Para
    colmo, Facebook  te sigue deseando que
    pases un feliz cumpleaños después de muerto. Ta raro, eso, no?

     

     

     

     

     

     

















































































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    • 3 min
    Piel de gallina. (Fantasmas)

    Piel de gallina. (Fantasmas)

    De un tipo muy serio, de esos que cuando hacen un chiste uno demora en reaccionar, escuché la
    primera historia paranormal, narrada en primera persona, que me puso la “piel
    de gallina”. Yo tenía unos 17 años y este señor andaría por los “cincuentipico”.
    Un viejo, pensaría yo. Era el padre de una noviecita y, en la cara de esa
    noviecita, yo comprobaba que el tipo no mentía.
    Parece ser, que al
    padre de aquel suegro, como estaba convaleciente de no sé qué, lo habían instalado
    en la habitación de la casa con más sol, que era la suya, y que él, junto a su
    hermano, dormían, provisoriamente, en la de los padres. Que llamaron al médico,
    de noche, porque el enfermo se había puesto muy mal. Que el médico empezó a
    sacar cosas del maletín mientras la madre les cerraba a los niños la puerta en
    la cara. Que él y su hermano, sentados, calladitos, en la cama matrimonial,
    vieron abrirse las puertas del ropero y cómo se movían las perchas con los
    sacos de su padre. Un par de segundos después, su madre que entra llorando a
    darles la peor noticia.
    El tipo lo
    contaba como algo real y concreto. Algo vivido. Sin agregar ninguna
    explicación. En todo caso, a él, no le hacía falta.
     
    ¿Quién no ha
    escuchado sobre cosas inexplicables?
    Una amiga, super mental
    y concreta, bastante ofendida porque yo trataba de darle alguna explicación
    normal por algo “muy paranormal” que le había pasado, hoy me dijo que le dieron
    el dato de una médium para consultar.
     
    ¿Una médium?, le
    pensé en la cara.
    “Las cosas son lo
    que son”, le dijo a mi cara.
     
    Todos los pueblos
    del mundo tuvieron y tienen sus milenarias versiones sobre lo inexplicable.
    Todos los
    explicadores tienen su librito, de dudoso autor, según la creencia del
    preguntador.
    Hasta la mismísima
    ciencia recopila los sucesos, pero no se expide.
    Yo, le pongo la
    cuota de incredulidad necesaria como para no dormir tapado con la sabana hasta
    la cabeza y creo que le creo al que me lo cuenta.
    Aceptemos. No
    todo tiene explicación, pero tampoco quiere decir que no vaya a tenerla.
    Igual, a la hora
    de lo inexplicable, las explicaciones importan muy poco.
     
     
     
     

















































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    • 3 min
    MIRAR LEJOS.

    MIRAR LEJOS.

    Escuché que le
    hace muy bien a los ojos, a la vista, digamos, mirar lejos.

    Todo el tiempo
    con pantallas y pantallitas no sería bueno.

     

    Igual, de
    siempre, me encanta, bien de noche, mirar al cielo.

    ¡Eso es mirar
    lejos! ¿No?

     

    Para darle un
    toque existencial, hay que mirar tratando de superar ese telón negro lleno de puntitos
    brillantes y pensar que no es algo plano, que unos están más lejos y otros más
    cerca.

     

    Pero bué, cada
    uno mira al cielo con lo que tiene adentro.

     

    Unos pensaran que,
    en algún momento, van a estar ahí, cuando se mueran, sólo si se han portado
    bien. Y que sus seres queridos los miran desde el cielo, mientras esquivan los
    satélites de Elon Musk.

     

    Otros pensarán
    que el universo les está resolviendo los problemas de mañana mientras les
    prepara un gran plan para pasado mañana.

     

    Alguno verá una
    estrella fugaz y le pedirá un deseo, aunque estadísticamente, tengan el mismo
    índice de incumplimiento que las cadenas de oración.

     

    Pero otros, sin
    pensar a qué divinidad le están toqueteando el plan, miran al cielo con
    aparatos y hacen cálculos gigantescos y trabajan para descubrir, con tiempo
    suficiente, si se nos viene encima el cascotaso final.

     

     

    Ayer, leí una
    nota sobre la primera experiencia que se hizo, para chocar y desviar asteroides
    con sondas kamikazes. Desde la NASA lanzaron la misión DART, que es la sigla de
    un plan de redireccionamiento de asteroides. Parece que fue un éxito. Le
    pegaron y lo desviaron. No sólo eso. Antes del impacto, se desprendió una
    valijita del satélite, se abrió, salió una antena y transmitió en vivo.

    ¡Qué cerebritos,
    madre mía!

    ¡Sigan mirando
    lejos, científiques, no se distraigan!

     

    Es que estamos en
    una galaxia con miles de estrellas y hay billones de galaxias más y vamos
    viajando, a los “santos pedos”, en un cascotito que en cualquier momento se
    “estrola” y, encima, el universo ni se va a enterar.

     

    (Pensar eso puede
    angustiar un poquito y hasta puede marearte. Ok. También escuché que puede ser
    por las cervicales.)

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     





























































































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    • 3 min

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