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Radio María Argentina - Podcast

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    • Religión y espiritualidad

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    María nos visita y acompaña en el camino

    María nos visita y acompaña en el camino

    31/05/2024 – En Lucas 1, 39-56 María sale presurosa a visitar a su prima Isabel. Con gozo, alegría y sin demora, parte para llegar hasta donde está aquella a quien, por tres meses, va a servir.







    “En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor». María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre». María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa. Lucas 1, 39-56









    María movida por la caridad







    ¿Qué impulsó a María, una joven, a afrontar aquel viaje? Sobre todo, ¿qué la llevó a olvidarse de sí misma, para pasar los primeros tres meses de su embarazo al servicio de su prima, necesitada de ayuda? La respuesta está escrita en un Salmo: «Corro por el camino de tus mandamientos (Señor), pues tú mi corazón dilatas» (Sal 118, 32). El Espíritu Santo, que hizo presente al Hijo de Dios en la carne de María, ensanchó su corazón hasta la dimensión del Dios y la impulsó por la senda de la caridad.







    La Visitación de María se comprende a la luz del acontecimiento que, en el relato del evangelio de san Lucas, precede inmediatamente: el anuncio del ángel y la concepción de Jesús por obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo descendió sobre la Virgen, el poder del Altísimo la cubrió con su sombra (cf. Lc 1, 35). Ese mismo Espíritu la impulsó a «levantarse» y partir sin tardanza (cf. Lc 1, 39), para ayudar a su anciana pariente.







    Jesús acaba de comenzar a formarse en el seno de María, pero su Espíritu ya ha llenado el corazón de ella, de forma que la Madre ya empieza a seguir al Hijo divino: en el camino que lleva de Galilea a Judea es el mismo Jesús quien «impulsa» a María, infundiéndole el ímpetu generoso de salir al encuentro del prójimo que tiene necesidad, el valor de no anteponer sus legítimas exigencias, las dificultades y los peligros para su vida. Es Jesús quien la ayuda a superar todo, dejándose guiar por la fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5, 6).







    Meditando este misterio, comprendemos bien por qué la caridad cristiana es una virtud «teologal». Vemos que el corazón de María es visitado por la gracia del Padre, es penetrado por la fuerza del Espíritu e impulsado interiormente por el Hijo; o sea, vemos un corazón humano perfectamente insertado en el dinamismo de la santísima Trinidad. Este movimiento es la caridad, que en María es perfecta y se convierte en modelo de la caridad de la Iglesia, como manifestación del amor trinitario (cf. Deus caritas est, 19).







    Todo gesto de amor genuino, incluso el más pequeño, contiene en sí un destello del misterio infinito de Dios: la mirada de atenc...

    Catequesis

    Catequesis

    30/05/2024 – El Señor aparece en el evangelio de hoy, Marcos 10,46-52, caminando por las calles de Jericó. Allí, en medio del griterio, una voz sobresale diciendo: “𝗝𝗲𝘀𝘂́𝘀 𝗵𝗶𝗷𝗼 𝗱𝗲 𝗗𝗮𝘃𝗶𝗱 𝘁𝗲𝗻 𝗽𝗶𝗲𝗱𝗮𝗱 𝗱𝗲 𝗺í.” Es Bartimeo, el ciego que tirado al lado del camino le pide que se detenga







    Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!”. Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten piedad de mí!”. Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo”. Entonces llamaron al ciego y le dijeron: “¡Animo, levántate! El te llama”. Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Él le respondió: “Maestro, que yo pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete, tu fe te ha salvado”. En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino. San Marcos 10,46-52.









    Una nueva mirada de la realidad







    Queremos ver como vio Bartimeo, el hijo de Timeo, el ciego del camino que pide piedad al Hijo de Dios. Nosotros también sentimos que hay cegueras dentro de nosotros y que el Señor con su presencia, con su mano extendida, es capaz de devolvernos la visión que necesitamos para vivir de una manera distinta y para poder encaminar las cosas de una forma distinta.







    “¿Qué quieres que haga por ti?” La pregunta es para Bartimeo y es para vos y para mí. ¿Qué queremos que haga Jesús con aquellos lugares de la vida donde no se ve con claridad, donde caminamos a tientas, donde parece no terminamos de acertar con nuestros pasos? Lo podemos identificar claramente con situaciones de vida donde a pesar de nuestros buenos intentos, de nuestras buenas búsquedas, no acertamos con la mejor forma, porque en realidad, cuando le erramos en el camino es porque le estamos pifiando en la mirada y no acertamos con dar en lo justo.







    No ves y tenés que aprender a ver, estás como ciego y hace falta que venga Aquél que pueda devolverte la visión para elegir o para buscar, para ver y elegir los caminos por donde tenés que andar.







    Posiblemente vos seas de aquellos que en el vínculo matrimonial, en la relación de pareja estés sufriendo de falta de visión y que la ilusión de construir una vida junto a ella o a el para siempre se haya desdibujado a partir de algunos desencuentros y se haya roto junto con la ilusión de ver que las cosas como vos las soñabas o las esperabas no son ni serán nunca y tal vez si te quedaste prendido demasiado a aquél sueño o ilusión, te veas como frustrado o frustrada en el camino y te impide seguir caminando porque ahora no se ve. Tu mirada era mirada de ilusiones, mirada de ensueños, la realidad te dicta otra cosa.







    Siempre supera la realidad a la ficción y nos ofrece costados más amplios en lo bueno y en todo lo difícil que supone el contacto con ella.







    Ver las cosas como son, llamarlas por el nombre que tienen, encontrarnos con la verdad resulta realmente liberador. La libertad que nace del realismo, del encuentro con la verdad de las cosas como son, la verdad te hace libre, la verdad transforma tu corazón en libertad.







    Tal vez la situación que vive el mundo de hoy al adolescente y jóvenes, golpee fuerte y prefieran negar la realidad como es para poder de algún modo, seguir siendo niño o niña o joven con un cierto miedo a crecer.







    Nosotros, como el ciego de Jericó,

    • 36 min
    Catequesis

    Catequesis

    29/05/2024 – El Evangelio de hoy, San Marcos 10, 32-35 pone una vez más en el foco a la imagen de Jesús, servidor de los más pobres, humildes y sencillos.















    Mientras iban de camino para subir a Jerusalén, Jesús se adelantaba a sus discípulos; ellos estaban asombrados y los que lo seguían tenían miedo. Entonces reunió nuevamente a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: “Ahora subimos a Jerusalén; allí el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos:ellos se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán. Y tres días después, resucitará”. Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir”. El les respondió: “¿Qué quieren que haga por ustedes?”. Ellos le dijeron: “Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Jesús les dijo: “No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?”.“Podemos”, le respondieron. Entonces Jesús agregó: “Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados”. Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”. San Marcos 10,32-45







    Servir en gratuidad y caridad







    Servir en gratuidad implica hacernos uno con Cristo, lo cual sólo es posible por el camino de la caridad, del amor que siempre es inclusivo. Tan inclusivo, que suma también a los adversarios, a los enemigos, a los que no resultan agradables, a los que nos parecen totalmente extraños de nosotros, incluso a los que son de cierto modo también agresivos o están enemistados con nosotros. También ellos merecen nuestros gestos de amor, no porque nos salga de suyo ni porque esté en nuestra naturaleza la posibilidad de responder en ese sentido, sino porque nos asemeja a Dios. Así es el Padre, que hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.







    Madre Teresa nos ha dejado un legado muy grande en este sentido y ella es para nosotros una inspiración muy profunda. Es como una fuerza inspiradora, Madre Teresa ha sido realmente el rostro de Cristo para la humanidad, el significado del amor, la presencia de esta hermana que se hizo una con los hermanos de la India y desde aquel lugar de pobreza tocó todos nuestros corazones, empobrecidos también bajo distintos aspectos y nos sentimos abrazados por su amor.







    El Evangelio del amor de Madre Teresa nos inspira y nos mueve para ir mucho más allá en nuestro seguimiento de Jesús. Ella decía: amen a las cosas y a la naturaleza como el más exquisito de los poetas nos habla del sol, de la lluvia, de los lirios del campo, de las aves del cielo, que no siembran ni cosechan y sin embargo el Padre del cielo los alimenta amorosamente. Jesús ama y conoce el quehacer y las actividades de los hombres, sabe cómo el sembrador esparce la semilla en el campo, cómo la ama de casa amasa el pan, cómo el carpintero trabaja la madera.

    • 43 min
    Dejarlo todo por seguir a Jesús

    Dejarlo todo por seguir a Jesús

    28/05/2024 – En San Marcos 10,28-31 Pedro le pregunta a Jesús que van a recibir a cambio de haberlo dejado todo para seguirlo. El Señor responde que quien se despojó de todo por él y por la Buena Noticia recibirá cien veces más de lo que entregó. Jesús corre el centro de atención de la pobreza entendida como valor y pone en el centro su persona y el Reino.









    Pedro le dijo a Jesús: “Tu sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido” Jesús respondió: “Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mi y por la Buena noticia, desde ahora en este mundo recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos en medio de las persecuciones. Y en el mundo futuro recibirá la vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”Marcos 10, 28 – 31









    Seguir a Jesús







    La expresión seguir a alguien en el Antiguo Testamento tuvo dos contextos distintos:Primero expresaba el hecho de que un discípulo se unía a su maestro (como Elías, que renuncia a su familia, Re 19, 19-21); el gesto de Elías de arrojar el manto sobre Eliseo muestra que la iniciativa viene de una parte distinta del discípulo y que el maestro tiene un legado que Dios ha puesto en él respecto del discípulo.







    Más tarde el rabinismo presenta otra imagen: la del maestro que va adelante, montado en un asno, y algunos discípulos que lo siguen a cierta distancia. Aquí aparece el seguir, el caminar detrás de alguien, reconociendo superioridad y dignidad.







    Por otro parte, en el contexto más específicamente religioso de la relación del hombre con Dios, también se emplea el término seguir para condenar la idolatría. En el Antiguo Testamento se habla de seguir a otros dioses, y ese seguimiento nos lleva a la muerte, por el camino de considerar dios lo que no lo es.Elías ilustra bien la opción necesaria entre las dos actitudes). Al dirigirse al pueblo les dice: si Yavéh es Dios, síganlo; si Baal es dios, sigan a éste. Es decir, si el que representa las fuerzas del mal, Baal, es dios, sigan al mal; si el que representa las fuerzas del acto de amor más grande, la creación, y el que tiene en sus manos a la historia, es el Dios que ustedes reconocen, sigan a este Dios.







    El seguimiento nos pone siempre frente a dos posibilidades; es una opción, una elección, frente a la que Dios, en algún momento de la vida, nos pone de cara a lo que construye nuestra vida, y de cara también a lo que nos hace daño, a lo que nos destruye. Mover el corazón al seguimiento para encontrar en ese camino lo que Dios tiene reservado para nosotros.







    En el Nuevo Testamento la expresión seguir a Jesús no tiene un sentido uniforme, sino varios sentidos pluriformes. Por un lado, hay una invitación al que se abre al seguimiento de Jesús por la atracción que Jesús despierta; por otro lado, hay una llamada directa del Señor: “Sígueme…”. El seguimiento de la multitud se diferencia (por lo superficial) del seguimiento personal de Jesús que los discípulos hacen por el llamado del Señor para formar parte de la comunidad de los doce. Y aquí también se nota una diferencia entre el estilo de Jesús (el que llama es el Maestro) y el estilo rabínico (el discípulo busca un Maestro en el cual verse reflejado). En el caso de Jesús, claramente la iniciativa viene de Él: “Sígueme…”.La presencia de Jesús genera una atracción tal que la persona se siente invitada a dejarlo todo para quedarse con Él, el tesoro escondido. La gracia de Dios mueve el corazón cuando es Jesús quien llama a dejarlo todo.







    En la medida en que hagamos foco sobre lo que nos atrae del Señor podemos allí detenernos, y en el vínculo con Él descubrir a dónde nos lleva,

    • 33 min
    Todo en Sus manos para alcanzar el Reino

    Todo en Sus manos para alcanzar el Reino

    27/05/2024 –









    Cuando Jesús se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?”.Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre”. El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!”.Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!. Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios”. Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”.Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible”. San Marcos 10,17-27









    Preguntarse por la vida eterna es preguntarse por la felicidad que no pasará. Donde pueda estar esperándonos? Este joven no tuvo miedo de preguntarle qué tenía que hacer. Jesús lo invita al despojo total al abandono: “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”.







    San Juan de la Cruz reza en la subida al monte Carmelo:







    Para venir a gustarlo todo no quieras tener gusto en nada.Para venir a saberlo todo no quieras saber algo en nada.Para venir a poseerlo todo no quieras poseer algo en nada.Para venir a serlo todo no quieras ser algo en nada.Para venir a lo que gustas has de ir por donde no gustas.Para venir a lo que no sabes has de ir por donde no sabes.Para venir a poseer lo que no posees has de ir por donde no posees.Para venir a lo que no eres has de ir por donde no eres.Cuando reparas en algo dejas de arrojarte al todo.Para venir del todo al todo as de dejarte del todo en todo,y cuando lo vengas del todo a tener has de tenerlo sin nada querer







    En esta desnudez halla el espíritu su descanso, porque no comunicando nada, nada le fatiga hacia arriba, y nada le oprime hacia abajo, porque está en el centro de su humildad.







    Lo miró y lo despojó







    ¿Cómo entrar por el camino del despojo? Siguiendo la lógica del evangelio dejándonos amar por Dios ponernos bajo su mirada. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Ante la mirada del Señor, el quedó al desnudo y envés de abrirse se replegó sobre si para encontrar un refugio ante lo que poseía o creía poseer. El Salmo 139 nos puede ayudar: “Señor, tú me sondeas y me conoces […]. Mira si mi camino se desvía”.







    San Ignacio no dice solamente que consideremos la mirada del Señor, sino que añade que hagamos “una reverencia o humillación” (EE 75).







    Recordemos que, en el Principio y fundamento, uno de los objetivos de la creación del hombre –de todo hombre- era “hacer reverencia a Dios nuestro Señor (o sea, Jesucristo)” (EE 23).







    Hagámoslo así al comienzo de nuestra oración, para afirmar más nuestra fe en su mirada. Bastaría un gesto muy simple,

    Catequesis

    Catequesis

    24/05/2024 – En la Catequesis de hoy el padre Sebastián García, destaca como en el Evangelio del día, San Marcos 10,1-12, vemos a un grupo de fariseos cuestionando a Jesús sobre si es lícito divorciarse de su mujer. Lo que buscan es poner a prueba al Señor, quien aprovecha la oportunidad para poner claridad.







    Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de él y, como de costumbre, les estuvo enseñando una vez más.Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?”.El les respondió: “¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?”.Ellos dijeron: “Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella”.Entonces Jesús les respondió: “Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes.Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer.Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre,y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”.Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.El les dijo: “El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella;y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio”. San Marcos 10,1-12.









    El Señor nos revela el plan original que tiene Dios respecto de cada uno de nosotros y como, por la dureza de nuestros corazones, fue necesario en algún momento hacer esa excepción. El anhelo fundamental del Padre es que nosotros podamos amarnos los unos a los otros en una fidelidad que nos lleve a, alguno, establecer un vínculo permanente, único e indisoluble para toda la vida. Animarnos a ser como Dios quiere también es animarnos al amor, a ser fieles y a que ese amor dure para siempre.

    • 55 min

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