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Populares programas de 4 minutos que comienzan con una anécdota o historia y terminan con una aplicación moral y espiritual. Se han transmitido de lunes a sábado durante más de 40 años. Actualmente se difunden más de 4 mil veces al día en 30 países en la radio, la televisión y la prensa, y ahora via Internet en Conciencia.net.

Un Mensaje a la Conciencia ahp@conciencia.net (Hermano Pablo y Carlos Rey)

    • Religion & Spirituality
    • 5.0 • 1 Rating

Populares programas de 4 minutos que comienzan con una anécdota o historia y terminan con una aplicación moral y espiritual. Se han transmitido de lunes a sábado durante más de 40 años. Actualmente se difunden más de 4 mil veces al día en 30 países en la radio, la televisión y la prensa, y ahora via Internet en Conciencia.net.

    «Mi novio cree que soy inmadura»

    «Mi novio cree que soy inmadura»

    En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:

    «Tengo problemas para comunicarme con el hombre a quien amo. Cada vez que le digo alguna cosa importante, él reacciona drásticamente.... Me siento mal porque creo que me comunico mal. Pido a Dios que ponga las palabras correctas en mi boca.

    »Mi novio cree que soy inmadura.... Tengo miedo de que esta situación haga que él se aburra de nuestra relación. No sé cómo comunicarme con él sin que tome esa actitud. ¡Por favor, ayúdenme! Sé que nos amamos, y quiero solucionar lo que podría ser una buena relación.»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimada amiga:

    »Siempre es bueno pedirle a Dios que le ayude, ya que Él de veras se interesa por usted. Es más, se interesa a tal grado que siempre quiere lo mejor para usted. A eso seguramente se debe que haya puesto en su mente pedirnos consejo acerca de esta situación.

    »No tenemos ninguna manera de saber si usted es o no es inmadura, ni si se comunica mal. Pero sí reconocemos el temor que siente al tratar de evitar que su novio reaccione de un modo tan drástico, y la vergüenza que sufre cuando él la menosprecia al decir que usted es inmadura.

    »No le va a gustar la siguiente verdad, pero su novio está abusando de usted verbalmente y haciendo que crea que se lo merece. Él la está haciendo dudar de sí misma, de sus habilidades y hasta de su propia cordura y percepción de la realidad. Poco a poco él está constantemente aminorando la confianza que usted tiene en sí misma y la habilidad que tiene de pensar racionalmente. La influencia que él ejerce sobre usted es tóxica, y sin embargo usted piensa que lo peor que pudiera ocurrir es que él se aburriera de la relación que tienen....

    »Le instamos a que le ponga fin a este noviazgo mientras puede, pero asegúrese de pedirle a un familiar o a una amistad que la acompañe cuando vaya a decirle al novio que usted quiere romper la relación que tienen. Tal vez él nunca antes la haya maltratado físicamente, pero la manera como la ha tratado hasta ahora nos hace creer que tal violencia pudiera ser el próximo paso que él dé.

    »¡Lo más importante es que no tenga relaciones sexuales con este hombre! ¿Quisiera usted tener un hijo o una hija que creciera en un ambiente en el que tuviera miedo de su padre y vergüenza de sus propias habilidades? La única manera de evitar que eso suceda es distanciarse y mantenerse alejada de este hombre a quien usted dice que ama.

    »Sabemos que este consejo será devastador para usted. El primero a quien debe acudir es a Dios. Pídale que le dé valor y fuerzas para lo que le espera. Y luego pídale que la guíe conforme al plan divino que Él tiene para su vida y que le dé paz.»

    Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 796.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

    • 4 min
    Las tarjetas de crédito

    Las tarjetas de crédito

    «Buena es la vida cuando la vida es buena.» Esa era su consigna y su filosofía. Joven, de sólo diecisiete años de edad, buen mozo, atlético, elegante y con los bolsillos siempre llenos de dinero, Andrés Smith se dio el lujo de gastar sin medida en cualquier lugar donde estuviera.

    Provisto de una tarjeta de crédito, viajó por toda Europa, siempre rodeado de amigos y amigas. No había club nocturno ni playa popular que no visitara. Hasta que se descubrió la verdad. La tarjeta de crédito que tenía era falsa. Así que condenaron a Andy, como lo llamaban sus amigos, a diez años de cárcel, por fraude, en Londres, Inglaterra.

    En realidad, ¿qué califica de buena a la vida? Muchos, al igual que Andy, creen que uno de los factores principales es poseer una buena tarjeta de crédito. ¿Acaso una buena tarjeta no le permite a uno viajar sin dinero en efectivo y darse los mayores gustos sin tener que hacer más que presentar un pequeño rectángulo de plástico? Claro que la tarjeta sólo debe usarse si es genuina, si se tiene el derecho de usarla y si hay fondos para pagar la deuda oportunamente. Porque si no hay con qué saldar la cuenta a tiempo, la tarjeta se presta para convertir en esclava del banco a la persona que la posee.

    Todo el mundo sabe que la esclavitud de las deudas monetarias no da lugar a una vida buena sino a una vida intranquila, acosada por los acreedores. En cambio, muchos no saben que las tarjetas que ofrecen garantías de una vida buena no son las de crédito monetario sino las de crédito moral y espiritual. A Dios gracias que hasta para los que nunca se han dado el lujo de poseer una tarjeta de crédito monetario, hay tarjetas de crédito moral y espiritual que están a su alcance. Irónicamente, las que más valor tienen son las que nada tienen que ver con el dinero.

    Las tarjetas de crédito moral se adquieren como resultado de la entereza de carácter, a largo plazo. Tal vez la más valiosa sea la integridad, pues no es posible exagerar la importancia que tiene el ser personas dignas de toda confianza. Si no lo somos, tarde o temprano se descubrirá nuestra falsedad o carencia, y perderemos la buena fama y la buena reputación, que el sabio Salomón dijo que valen «más que las muchas riquezas, y más que oro y plata».1

    A diferencia de las tarjetas de crédito moral, las tarjetas de crédito espiritual no se adquieren por nuestros propios méritos sino por los méritos de Cristo al morir en la cruz por nosotros. Tal vez la más valiosa sea el perdón del pecado. Como nosotros no podíamos saldar por cuenta propia nuestra deuda de pecado, Cristo la pagó con su sacrificio supremo. Ahora no tenemos más que apropiarnos de esa tarjeta de perdón y usarla para pagar esa enorme deuda. Es la única tarjeta que no sólo ofrece garantías de una vida buena sino de una vida sin igual tanto en este mundo como en el venidero.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



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    Pr 22:1

    • 4 min
    «Los quijotes»

    «Los quijotes»

    (Aniversario de la Muerte de Miguel de Cervantes)

    No existen ya los Cervantes
    que diseñaban Quijotes
    ni se escuchan ya los trotes
    de los viejos Rocinantes.
    Los caballeros andantes
    no saben soñar despiertos;
    no toman rumbos inciertos
    buscando faenas rudas,
    ni van socorriendo viudas
    ni van [deshaciendo] entuertos.

    No hay una bella pastora
    que conduzca a las ovejas.
    No hay leyendas, no hay consejas;
    no hay atisbos de una aurora.
    Tampoco existen ahora
    gigantes en los caminos.
    Si acaso algunos mezquinos
    y tan insignificantes
    que, a pesar de ser gigantes, aparentan ser molinos.
    No hay un solo caballero
    que cometa la proeza
    de proteger la cabeza
    con el bacín de un barbero.
    Tampoco hay un escudero
    con ambición feudataria;
    hoy Sancho es un pobre paria

    que camina lento y triste,
    pues ya sabe que no existe
    la ínsula Barataria.

    ¿Cómo conquistar bastiones
    y abatir la felonía,
    si el honor y la hidalguía
    se fueron de vacaciones?
    Si ahora los campeones
    ya no emprenden odiseas
    ni peligrosas tareas;
    y para colmo de males,
    ya no tienen los ideales
    que engendraban Dulcineas.1

    Mediante estos versos de su profunda obra titulada ...y también poemas, el famoso actor y autor Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, se identifica con nosotros al interpretar fielmente la decepción que muchos sufrimos a causa de la evidente falta de quijotes contemporáneos. Por eso a este poema le puso por título «Los quijotes».

    Tal parece que lo que más echa de menos el popular escritor mexicano, así como muchos de sus admiradores, es el honor y la hidalguía, que «se fueron de vacaciones». Las cualidades afines a la hidalguía que personifica el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, cuyas aventuras dieron pie al sinónimo quijotismo, son la magnanimidad, el altruismo, la caballerosidad y la generosidad. Así mismo las virtudes afines al honor son la estima, el respeto, la consideración, el decoro, la honradez, la integridad, la entereza de carácter, la rectitud, la lealtad, la decencia y la nobleza. Esa misma hidalguía y ese mismo honor se resumen en la frase que repite vez tras vez el simpático personaje creado por Gómez Bolaños, el Chapulín Colorado: «Se aprovechan de mi nobleza.» No hay duda de que la nobleza encarnada en el Chapulín representa el esfuerzo que ha hecho el humorista mexicano por suplir esa falta de un Quijote en la sociedad actual.

    Menos mal que Dios se nos ha anticipado y ha suplido aquella falta de honor, hidalguía y nobleza en su futuro reino mesiánico. Para poder disfrutar de ese reino venidero, sólo falta que aseguremos la entrada. Isaías profetizó acerca del Mesías, Cristo Rey, y de su justo y noble gobierno, en los siguientes términos:

    Miren, un rey reinará con rectitud
               y los gobernantes gobernarán con justicia....
    Ya no se llamará noble al necio
               ni será respetado el canalla....
    El canalla... trama designios infames....
    El noble, por el contrario,
               concibe nobles planes,
               y en sus nobles acciones se afirma.2
    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



    1
    Roberto Gómez Bolaños, ...y también poemas, «Los quijotes» (México, D.F.: Suma de Letras, 2003), pp. 21‑23.


    2
    Is 32:1,5,7,8

    • 4 min
    «Castigué a mi hija mayor con un látigo»

    «Castigué a mi hija mayor con un látigo»

    En este mensaje tratamos el caso de una mujer que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que la citáramos, como sigue:

    «Soy madre de cuatro niñas. Sus edades van de tres [a] quince años. Hace dos semanas castigué a mi hija mayor con un látigo muy fuerte, ya que ella no estaba obedeciendo. [Luego de que] ella [salió], mostrando las marcas [del castigo] en los brazos... me sentí mal. Nunca lo había hecho de esa manera, pero quería que ella reaccionara.

    »Mi pregunta es: ¿Hasta qué edad debo corregir a mi hija físicamente? ¿Dice algo sobre esto la Biblia?»

    Este es el consejo que le dimos:

    «Estimada amiga:

    »Sus preguntas son de interés para muchos padres de familia. La Biblia sí menciona la disciplina física de los hijos varias veces en el libro de los Proverbios. Sin embargo, no dice nada específico en cuanto a la edad apropiada ni a los métodos apropiados para ejercerla....

    »Como padres que somos de cinco hijos, nosotros llegamos a la conclusión de que el darle una palmada en la mano a un niño pequeño era un modo eficaz de evitar que tocara una estufa caliente o un tomacorriente. La mayoría de los niños menores de tres años de vez en cuando necesitan que se les dé una palmadita en la mano o en las nalgas para evitar que corran peligro. Sin embargo, tan pronto como nuestros hijos llegaron a la edad en que podían comprender las consecuencias, cambiamos nuestros métodos. De ahí en adelante empleamos alternativas a la disciplina física porque estábamos convencidos de que esas alternativas eran más eficaces.

    »Cuando se le aplica la disciplina física a un niño pequeño, es sumamente importante que no se haga con enojo. Muchos padres hacen caso omiso de la desobediencia hasta que el niño hace que se enojen. Entonces la emprenden a golpes contra los hijos, pegándoles en los brazos, en las piernas y hasta en el rostro. Eso nunca es aceptable. El castigo físico apropiado sólo debe aplicarse en la mano o en las nalgas del niño pequeño, y sólo debe dolerle uno o dos segundos y nunca dejarle una marca. Nosotros creemos que la mano es el mejor instrumento de castigo debido a que uno puede sentir la fuerza con que está dando la palmada....

    »Hay tres razones por las que creemos que usted se equivocó al castigar a su hija con un látigo. En primer lugar, ella es muy grande para que se le castigue físicamente. En segundo lugar, usar un látigo no es la manera aceptable de castigar a un niño. Y por último, el castigo le dejó marcas en el cuerpo, lo que quiere decir que usted empleó demasiada fuerza. Le recomendamos que le diga a su hija que lo siente mucho, y que le explique por qué estaba usted tan alterada. Además, haga una lista de consecuencias apropiadas para la edad que tiene ella y explíquele que se valdrá de esas consecuencias para castigar cualquier desobediencia futura.

    »¡El ser padre o madre no es nada fácil!

    »Linda y Carlos Rey.»

    El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo pulsar el enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego el enlace que dice: «Caso 87».

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

    • 4 min
    «Tengo miedo de que me trasladen»

    «Tengo miedo de que me trasladen»

    En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:

    «[Desde hace unos días estoy sintiendo el trato injusto que me dan en mi trabajo. Se han tomado varias decisiones laborales que me perjudican, las cuales creo que se deben a que respondí con franqueza, y de manera negativa, a una encuesta sobre el desempeño de mi jefe en su comunicación conmigo.]

    »[He sido un buen trabajador, nunca falto a mi trabajo, y hasta he dejado de cobrar horas extras. Siempre he hecho mi trabajo con esmero y dedicación. Pero ahora estoy muy preocupado porque tengo miedo de que me trasladen a otra provincia.]»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimado amigo:

    »Lo felicitamos por trabajar con tanto esmero y dedicación, y comprendemos su preocupación por las consecuencias de haber sido sincero en una encuesta acerca de su jefe. Si el mundo fuera perfecto, no se le castigaría simplemente por decir la verdad. Pero el mundo en que vivimos no es perfecto, y a veces la sinceridad acarrea consecuencias negativas. A veces se debe a una administración corrupta, y otras veces a que los supervisores carecen de confianza en sí mismos. Sin embargo, si usted se expresó con respeto y lo hizo con motivos honrados, entonces no tiene nada de qué avergonzarse.

    »A nosotros se nos pide con frecuencia que evaluemos determinados productos o servicios que hemos recibido. Cuando las encuestas son anónimas y no pretenden obtener más información que la que piden, esas evaluaciones pueden ser muy útiles para los consumidores y para las empresas.

    »En el caso suyo no es cuestión de quién tiene la razón. Como usted da a entender que ya es honrado en todo, no podemos darle ningún otro consejo específico basado en los principios bíblicos. Sin embargo, sí podemos asegurarle de que hay una manera de dejar de vivir con tanto temor y ansiedad.

    »Hemos constatado que cuando nos ponemos en las manos de Dios y le encomendamos nuestra vida misma, Él siempre tiene un plan para nosotros, incluso cuando no es lo que hubiéramos esperado. Ha habido muchas veces en nuestra vida cuando nos ha tocado trasladarnos a lugares geográficos que nunca hubiéramos imaginado. Pero cada vez, al mirar atrás, hemos podido ver que Dios estaba actuando sin que nos diéramos cuenta y que el cambio de domicilio nos favoreció de una manera u otra.

    »Con eso no queremos decir que confiar en Dios es como una píldora mágica que hace que desaparezcan todos nuestros problemas. Si fuera así, todo el mundo tomaría esa píldora mágica para obtener esos resultados. Confiar en Dios es, más bien, aceptar el hecho de que Él nos ama y que siempre nos cuidará en cualquiera que sea la situación. Si bien no merecemos el perdón por todas las maneras en que hemos pecado, Dios nos perdonará debido a que su Hijo Jesucristo pagó el castigo por todo nuestro pecado al morir en la cruz. Una vez que aceptamos el perdón que nos ofrece y lo hacemos Señor de nuestra vida, podemos experimentar vida plena a pesar de nuestras circunstancias.»

    Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 667.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
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    • 4 min
    La mansión de mi tía Eva

    La mansión de mi tía Eva

    Sucedió en el año 1951, y la impresión que me dejó nunca la he podido olvidar. Mi esposa y yo estábamos de visita en casa de un tío mío a quien no habíamos visto por años. Su esposa, mi tía Eva, estaba enferma con una de las más temibles de las enfermedades: cáncer. Ella ya había sufrido una operación, pero debido a su condición avanzada, no habían podido detener la enfermedad.

    Durante mi visita, que duró una semana, ella nunca dio indicios de dolor. Al contrario, se reía con frecuencia y hacía sus quehaceres con alegría.

    Un día le pregunté a mi tío cómo podía ella mostrar tanta conformidad con una enfermedad así.

    —Parece, Pablo —me contestó—, que ella vive en otro mundo. Está muy grave, y tiene dolor constante, pero nunca se queja, ni cuando estamos solos. Es más bien una muy viva y genuina esperanza lo que ella tiene.

    Ante eso, le pregunté:

    —¿Acaso cree ella que se va a sanar?

    —¡Oh, no! —me contestó—. Al contrario, ella sabe que va a morir. Su esperanza consiste en la otra vida. Tiene una especie de ansia de morir: como quien va de vacaciones y no se aguanta, porque está llegando la hora de partir.

    Eso me dejó hasta débil. Yo sabía a qué esperanza se refería él, pero nunca la había sentido tan de primera mano, especialmente en mi propia familia.

    El día que partimos, ellos estaban en la puerta, dándonos el último adiós. De repente, mi tía dijo:

    —Pablo, quisiera cantarles algo antes de que se vayan.

    Ella no tenía voz de cantante, pero tenía un canto en el corazón, así que comenzó a entonar esta canción: «Yo tengo mi mansión, al otro lado del río. / Mi Cristo me espera con anhelo. / Por eso no estoy triste, aunque sigo sufriendo. / Porque yo sé que pronto tendré mi recompensa.»

    Cuando ella terminó de cantar, yo tenía un gran nudo en la garganta. Sentí que ese adiós era de veras el último. Di la vuelta para ocultar la emoción que me embargaba, abordamos nuestro vehículo y partimos. A los seis meses, mi tía Eva murió, es decir, partió. Porque para una persona con una fe tan viva, no hay muerte; sólo traslado.

    Dios nos creó a todos para ser eternos, y desea que pasemos la eternidad con Él. Esa esperanza puede ser también nuestra. Jesucristo les dijo a sus discípulos: «En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas.... Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté» (Juan 14:2,3). Por eso el apóstol Pablo escribió: «Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia» (Filipenses 1:21).

    Aceptemos esta fuente de esperanza. Cristo nos ofrece a todos la vida eterna.

    Hermano Pablo
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

    • 4 min

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