Cuarentones y otros cuentos Cuarentones y otros cuentos

En este episodio nos quisimos poner bien antropológicos y científicos para analizar por qué demonios nos encanta tanto el chisme, sobre todo el de la farándula. Si bien se logró, también nos convertimos por un rato en Georgie Chapoy y Samillo Origel para chismear agusto.

En uno de los episodios más raros y más nerds de este podcast. Nos adentramos al mundillo de las publicaciones científicas, de cómo esta industria no se salva de los mounstros de los monopolios, de cómo realmente publicar artículos científicos es toda una odisea y de cómo siempre hay raza que lucha porque todo esto sea posible sin tanta bronca y sobre todo, que no cueste tanto $$$.

En este episodio analizamos de una forma bastante seria y profesional, porque nos reímos, que nos da risa, para que carajos nos sirve la risa, etc. Quisimos mantenernos estoicos ante tanto dato interesante, pero somos un par de pendejos y terminamos c*****s de risa como los payasos que somos.

En este episodio comprobamos estadística y tristemente porque el Día del padre en México jamás se va a poder comparar con el de la madre. Desde que no aguantamos nada de vara hasta el abandono, hasta las deudas alimenticias por paternidad… no, no, no… un maldito cóctel agridulce porque a pesar de todo: nos cagamos de la risa.

En este episodio platicamos de cuándo datan la podcasts, a quien ching*dos los invento, que demonios es un podcast, cuales son los más populares, los más billetudos y por su puesto hablamos del mejor podcast del mundo, spoiler alert: lo estás escuchando!

En este episodio hablamos de las caricaturas que siempre fueron clasificación A pero estaban escritas por mentes retorcidas que se les hacía súper infantil el acoso se*ual, de los animales golosos y de los viejos cochinos. Ahondamos particularmente en una caricatura súper vieja que era súper “tierna” pero que por tanta desgracia ocurrida debió haber sido solo para adultos… esta vez nos indignamos tanto que no pudimos reír… naaaa, nosierto’ si nos reímos como loquitos y nos pitorreamos de la desgracia ajena.