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Una ciudad sepultada Pablo: Reavivado por una pasión - Eudaldo Rosado

    • Religion

“Es  justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan,  mientras que a vosotros, los que sois atribulados, daros reposo junto  con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los  ángeles de su poder” (2 Tesalonicenses 1:6, 7).

Pablo nos  muestra a un Dios que castigará con tribulación a los que atribulan y  recompensará con descanso a los que son atribulados. Un día, los creyentes que hoy sufren descansarán y los malvados que hoy hacen sufrir sufrirán.

Pablo asevera que Dios es justo, ya que conoce los hechos y las motivaciones. Por  eso, dice que él puede pagar; es decir, devolver en reciprocidad, pagar  con la misma moneda. El pago a los incrédulos es con tribulación, llama  de fuego, sufrimiento y perdición eterna. Se contrasta la retribución a  perseguidores e incrédulos con la recompensa a los perseguidos y  creyentes. Unos recibirán lo que causaron; otros, lo que anhelaron. El  alivio y el descanso eterno serán a partir del segundo advenimiento de  Cristo.

El 31 de mayo de 1970, en la región central norte del  Perú, ocurrió un terremoto de magnitud 7,9 en la escala Richter, con  epicentro en la provincia de Yungay. Huascaram es la montaña más alta  del país, con 6.678 metros de altura, y es la montaña tropical más alta  del mundo. Es parte de la llamada “Cordillera blanca”, considerada  patrimonio de la humanidad.

Por efecto del tremendo movimiento  sísmico, una importante porción se deprendió del Huascaram, y formó un  alud de nieve y rocas que alcanzó una velocidad de doscientos kilómetros  por hora. Esto arrastró todo lo que encontraba en el camino, saltó por  encima de pequeños cerros y sepultó a una profundidad de ochenta metros  toda la ciudad de Yungay.

Hoy, una inscripción recibe a los  visitantes del lugar, y dice: “Yungay, ciudad sepultada”. Solo unos  trescientos sobrevivieron; entre ellos, los miembros de una iglesia  adventista que había viajado a una ciudad vecina para hacer un trabajo  comunitario.

En 1962, dos científicos estadounidenses, David  Bernays y Charles Sawyer, habían informado de la existencia de un enorme  bloque vertical de roca, cuya base estaba siendo socavada por un  glaciar. Sin duda esto podría causar (y de hecho lo hizo) un derrumbe.  No obstante, se les ordenó que se retractaran, bajo amenaza de prisión.  Los científicos huyeron del país.

Tanto las promesas  como las advertencias son condicionales. Si desechamos o silenciamos las  advertencias de los profetas y los apóstoles, y si rechazamos a Cristo  como nuestro Abogado, mañana lo enfrentaremos como Juez. Él ama al pecador, pero odia el pecado. Cual Médico divino, un día extirpará para siempre el cáncer del pecado.

Hoy todavía estamos a tiempo; aceptemos la misericordia del Señor.


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“Es  justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan,  mientras que a vosotros, los que sois atribulados, daros reposo junto  con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los  ángeles de su poder” (2 Tesalonicenses 1:6, 7).

Pablo nos  muestra a un Dios que castigará con tribulación a los que atribulan y  recompensará con descanso a los que son atribulados. Un día, los creyentes que hoy sufren descansarán y los malvados que hoy hacen sufrir sufrirán.

Pablo asevera que Dios es justo, ya que conoce los hechos y las motivaciones. Por  eso, dice que él puede pagar; es decir, devolver en reciprocidad, pagar  con la misma moneda. El pago a los incrédulos es con tribulación, llama  de fuego, sufrimiento y perdición eterna. Se contrasta la retribución a  perseguidores e incrédulos con la recompensa a los perseguidos y  creyentes. Unos recibirán lo que causaron; otros, lo que anhelaron. El  alivio y el descanso eterno serán a partir del segundo advenimiento de  Cristo.

El 31 de mayo de 1970, en la región central norte del  Perú, ocurrió un terremoto de magnitud 7,9 en la escala Richter, con  epicentro en la provincia de Yungay. Huascaram es la montaña más alta  del país, con 6.678 metros de altura, y es la montaña tropical más alta  del mundo. Es parte de la llamada “Cordillera blanca”, considerada  patrimonio de la humanidad.

Por efecto del tremendo movimiento  sísmico, una importante porción se deprendió del Huascaram, y formó un  alud de nieve y rocas que alcanzó una velocidad de doscientos kilómetros  por hora. Esto arrastró todo lo que encontraba en el camino, saltó por  encima de pequeños cerros y sepultó a una profundidad de ochenta metros  toda la ciudad de Yungay.

Hoy, una inscripción recibe a los  visitantes del lugar, y dice: “Yungay, ciudad sepultada”. Solo unos  trescientos sobrevivieron; entre ellos, los miembros de una iglesia  adventista que había viajado a una ciudad vecina para hacer un trabajo  comunitario.

En 1962, dos científicos estadounidenses, David  Bernays y Charles Sawyer, habían informado de la existencia de un enorme  bloque vertical de roca, cuya base estaba siendo socavada por un  glaciar. Sin duda esto podría causar (y de hecho lo hizo) un derrumbe.  No obstante, se les ordenó que se retractaran, bajo amenaza de prisión.  Los científicos huyeron del país.

Tanto las promesas  como las advertencias son condicionales. Si desechamos o silenciamos las  advertencias de los profetas y los apóstoles, y si rechazamos a Cristo  como nuestro Abogado, mañana lo enfrentaremos como Juez. Él ama al pecador, pero odia el pecado. Cual Médico divino, un día extirpará para siempre el cáncer del pecado.

Hoy todavía estamos a tiempo; aceptemos la misericordia del Señor.


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