Poesía en bruto Andrea Cabrera

Cualquiera que haya tenido una conversación más allá de lo banal conmigo conoce las mil y una vueltas que le doy a las formas de querer, de sentir y de vivir las relaciones humana que rondan el mundo y lo envenenan. A mí, por suerte, los repetitivos tropiezos en el (mal) amor y la (mala) amistad que nos hemos inventado me han llevado a crear mi bien más preciado, mi querer, mi sentir y mi amor. Volveremos a hablar de esto, para vaciar mi sentir y volverlo a rellenar.

Recibe el amor que te mereces y quiere, quiere mucho, hacia dentro y hacia fuera.

Soy una mujer de preguntas, sobre todo, de preguntas sin respuesta. ¿Cuándo empecé a hacer esto? No tengo ni idea, pero ojalá no acabe nunca.

Dejé un poema sin acabar la última vez que recité por aquí, quizá esta no sea la forma más correcta de acabar con él. Marzo lleva siendo complicado varios años, lo que se suma a la incipiente primavera y a la ya lejana navidad, que me dejan sin lugar en el que arroparme. Por primera vez, me despido de él. Me atrevo.

Un martes por la mañana mi cabeza me dice esto, lo plasmo en el diario, lo grabo por la tarde y ahora, aquí os lo dejo. 

En el día mundial de la poesía he juntado a las poetas de mi vida, las que aún no se han atrevido a salir de sus móviles y libretas del todo y, prácticamente, les he suplicado sus versos en este capítulo. Cada una habla del dolor y del amor de ser mujer desde nuestras pequeñas vivencias. Solo puedo darles las gracias por decir sí a todo. Espero oíros pronto. 

A los jóvenes se nos presiona para elegir un camino cuando no tenemos ni idea de qué nos gusta, qué nos hace vibrar y esas cosas que suelen preguntarnos. Yo me sentí así cuando me tocó elegir qué hacer con 17 años y me sigo sintiendo así a pesar de haber tomado alguna que otra decisión importante, por eso escribo esto, y no hablo de ello como algo malo, me encanta vivir en tantos mundos aunque no viva realmente en ninguno.