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Para Magdalena la familia lo es todo. El amor a sus padres será siempre el motor de su vida. Lejos de su pueblo y de los trabajos del campo, Magdalena se dio cuenta de que solo se tiene a ella misma, y que su perseverancia y amor de madre la harán fuerte en sus luchas cotidianas.
 

A los 20 años Felipe ve a su madre en persona por primera vez y empieza una vida donde todo es nuevo, incluso tener una casa. Sobre ese dolor que ha cargado siempre, encuentra ahora, después de años de lidiar con la tristeza y la culpa, una respuesta.

Felipe creció en medio de una infancia complicada, diferente y única. Su padre, un hombre quebrado, y su madre, una presencia solo palpable a través del teléfono. De adolescente, la vida lo llenó de luces y oscuridades, pero hay un dolor que carga dentro que todavía no ha logrado descifrar del todo.
 

La historia de Christian es un viaje a todos lados, hacia otras tierras que, de este lado del mundo, resuenan exóticas y lejanas. Su vida ha estado salpicada de eventos históricos y comunes, por demás interesantes, tanto en Egipto como en Uruguay.  Ahí es donde reside y donde ha desarrollado una vida rica y llena de experiencias a nivel público y social. Escucharlo hablar es como viajar un poco.
 

Ciudad de México no fue el destino final para Francisco, sus anhelos lo llevaron a romper las fronteras y emprender otra aventura en el país del norte. Otra vez una lengua desconocida, otra vez la soledad; pero no existe lo imposible para quién no tiene nada que perder ni para quien entiende la vida como una gran aventura.

Su abuelo siempre le dijo a Francisco que él no pertenecía a ese pueblo. A muy temprana edad emprende un largo viaje a Ciudad de México donde lo esperaba una lengua desconocida y una selva de cemento que por momentos parecía que se lo tragaba. No obstante, en medio de la miseria, Francisco encontró un ángel caminando a su lado, alguien que lo salvó en esa primera batalla.