Quemando mis razones Jemekroz Montoya

Les dejo el tercer poema del libro "Quemando mis razones". En esta ocasión "Sus ojos como el jade".

Sus ojos como el jade…
de un verde hipnotizante
que me adentra en su interior,
en lo recóndito de sus pasiones;
sin declarar mociones.

Como un amuleto de piedra
que libera mis temores;
adormece mis pesares;
y con fe calma mis mares.

Como energía que se presenta
para ahogarle en sus gemidos;
bautizar su cuerpo a oscuras
escuchando sus quejidos.

Bajo un ritmo oscilatorio
en estado de accesorio.
Sus latidos interpretan
el delirio que me invade.

Un sentido que se pierde
y sin más se atreve a mandarme,
enfrentarme con euforia;
con una ira expiatoria.
Como guerrero en batalla perdida
entregando su cuerpo,
pausando su vida.

Pero dentro en el sanatorio,
en el santuario que me incita…
Hay un brillo, el de sus ojos,
que revive y resucita,
despierta un ser adormilado
con su usual mirar sagrado.

Y no atrae a la nostalgia
pues siempre está presente
ni pierde la esperanza
de estar siempre en mi mente.

Su mirar de piedra sagrada
Su ideal de estar enamorada.
Su voz, sus ideas palpables;
cada una de ellas memorable.

Sus palabras intentando
ser más que un gesto afable,
más que un canto suntuoso
que interpreta un verso dudable.

Un bello sonar que se escapa,
se adentra en mis sentimientos
y quiere estar aquí;
compartir sus pensamientos.

Sus ojos como el jade...
de un verde que hipnotiza,
de un color que me aterriza
con un aura que me invade.

Sus ojos son tan claros...
de un tono enrarecido,
de un cariz tan peculiar,
que si no dejo de verlos
que si sueño con tenerlos
y controlan mis sentidos
me podría enamorar.

¡Que tal! Les dejo el segundo poema del libro "Quemando mis razones". En esta ocasión "Empezaré a idearte".

Llega a mí un ligero pensar:
que el universo es muy vasto
y cuenta con una inmensidad de pensamientos; uniones.
Y que en un mínimo lugar dentro de su infinidad,
en un punto espacio-temporal está mi cuerpo y alma
con mis sentimientos y mis energías,
tratando de entregar hasta el último instante de su existencia
anhelando por sólo tu querer.

Aún no te conozco;
no has pasado por mi vida
pero soñé que te miraba con tanta ternura...
que empezaré a idearte,
esperaré encontrarte pero aclaro,
sin buscarte.

¡Que tal! Comenzando con esta manera de divulgar los poemas dentro del libro "Quemando mis razones", publicado hace tres años, en esta ocasión les comparto un poco de mi inspiración y proceso de pensamiento en "Perro urbanizado".




Que en mis inicios, y lo digo por mis ascendientes,
mi espíritu, en una de sus tantas vidas,
tuvo la experiencia de vivir como un lobo.
¡Eso explica mi conducta solitaria!

Que muy en el fondo y aunque sea en poca cantidad,
corre sangre canina por mis venas;
existe su aullido en la energía
que el espíritu me otorga.

También siento la sangre de mis orígenes como especie.
Dado a eso mi comportamiento estepario,
y a la vez la necesidad de ser un ser social;
necesitado de estar entre los de mi semejanza.

Gran cantidad de mis rasgos,
habilidades y por supuesto debilidades
fueron brindados por la ascendencia de mi alma.

Todo se debe al camino que ha recorrido mi espíritu.
Todas esas buenas y malas experiencias
son el espejo y la fusión de mi existir.

Sin embargo, las influencias externas de mi ambiente,
también modifican mi manera de vivir
llegando al punto de tan sólo sobrevivir.

Qué triste reconocer y confesar,
que de ser un lobo viviendo en su libertad
pasé a ser un perro urbanizado.