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872 - Salmos. El peregrino celestial. Sal 15:1 Descansando en Dios

    • Cristianismo

872 – Sal 15:1 Salmos. El peregrino celestial.

Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?

 

Eres un ¿Peregrino terrenal o celestial?  Otro título para el Sal 15 puede ser: “El cántico del peregrino”, o “El cántico del ciudadano celestial”. Se hace una pregunta: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?” (Sal 15:1; 24:3). Tabernáculo y monte santo son palabras intercambiables que describen el principal centro de la adoración: la morada de Dios. El salmista responde con diez características que deben pertenecer al peregrino celestial para permanecer en la comunión con Dios. Juan menciona algunos de estos peregrinos: “Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.” (Ap 7:14-15).  

I. Es recto en su andar. “El que anda en integridad.” (Sal 15:2a). “El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo” (1Jn 2:6). Debemos andar por fe, para vivir rectamente en medio de una generación malvada y perversa. Dios no tiene comunión con la injusticia. Iglesia: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;” (Fil 2:14-15).

II. Es veraz en su corazón. “El que… habla verdad en su corazón” (Sal 15:2). Deben ser puros los corazones de aquellos que quieran morar en el tabernáculo de Aquel que “escudriña los corazones”. Cuando la verdad no mora en el corazón, los labios tienden al engaño. “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.” (Mt 5:8). “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.” (Is 57:15).

III. Es caritativo para sus semejantes. “El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo” (Sal 15:3). Un corazón que ame la verdad nunca utilizará una lengua maledicente. No puede evitar oír maledicencias contra su prójimo, pero se refrena de “anidarlas”. Si el pueblo de Dios se dejara de maledicencias, pronto esta práctica desaparecería. Así que, iglesia: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” (Ef 4:29-30).

IV. Es cuidadoso acerca de su compañía. “Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová” (Sal 15:4). Igual que Mardoqueo, no puede dar honra al vil y arrogante Amán. Es compañero de todos aquellos que temen a Jehová. El que camina con Dios, como lo hacían Noé y Enoc, será separado de pecadores. Iglesia: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?” (2Co 6:14-15).

V. Es fiel a su promesa. Si jura o da su solemne promesa para hacer algo, lo hará, incluso para su propio daño, sin cambiar lo dicho (Jue 11:35). Algunos que dicen ser creyentes se comprometen y no cumplen ni años. “Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque Él no se compla

872 – Sal 15:1 Salmos. El peregrino celestial.

Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?

 

Eres un ¿Peregrino terrenal o celestial?  Otro título para el Sal 15 puede ser: “El cántico del peregrino”, o “El cántico del ciudadano celestial”. Se hace una pregunta: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?” (Sal 15:1; 24:3). Tabernáculo y monte santo son palabras intercambiables que describen el principal centro de la adoración: la morada de Dios. El salmista responde con diez características que deben pertenecer al peregrino celestial para permanecer en la comunión con Dios. Juan menciona algunos de estos peregrinos: “Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.” (Ap 7:14-15).  

I. Es recto en su andar. “El que anda en integridad.” (Sal 15:2a). “El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo” (1Jn 2:6). Debemos andar por fe, para vivir rectamente en medio de una generación malvada y perversa. Dios no tiene comunión con la injusticia. Iglesia: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;” (Fil 2:14-15).

II. Es veraz en su corazón. “El que… habla verdad en su corazón” (Sal 15:2). Deben ser puros los corazones de aquellos que quieran morar en el tabernáculo de Aquel que “escudriña los corazones”. Cuando la verdad no mora en el corazón, los labios tienden al engaño. “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.” (Mt 5:8). “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.” (Is 57:15).

III. Es caritativo para sus semejantes. “El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo” (Sal 15:3). Un corazón que ame la verdad nunca utilizará una lengua maledicente. No puede evitar oír maledicencias contra su prójimo, pero se refrena de “anidarlas”. Si el pueblo de Dios se dejara de maledicencias, pronto esta práctica desaparecería. Así que, iglesia: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” (Ef 4:29-30).

IV. Es cuidadoso acerca de su compañía. “Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová” (Sal 15:4). Igual que Mardoqueo, no puede dar honra al vil y arrogante Amán. Es compañero de todos aquellos que temen a Jehová. El que camina con Dios, como lo hacían Noé y Enoc, será separado de pecadores. Iglesia: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?” (2Co 6:14-15).

V. Es fiel a su promesa. Si jura o da su solemne promesa para hacer algo, lo hará, incluso para su propio daño, sin cambiar lo dicho (Jue 11:35). Algunos que dicen ser creyentes se comprometen y no cumplen ni años. “Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque Él no se compla

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