9 min

Cómo crear una web cargue rapidísimo Diseño web

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Espero que lo que te voy a contar haya prescrito.







Sería allá por 1996. Unos 2 años antes de que Google llegara a nuestras vidas.







El caso es que yo ya llevaba un tiempo interesado en los ordenadores.







Y aprendí un poco de Basic, un lenguaje de programación que hacía honor a su nombre, pero con el que se podían hacer cosas interesantes.







Primero practiqué en mi MSX, un ordenador que se conectaba a la TV y en el cargabas los juegos con una cinta de casete.







Pero para un adolescente, eso era demasiado aburrido.







Así que se me ocurrió una idea…







Me fui con los amigos a unos grandes almacenes en los que vendían ordenadores.







Y me puse a hacer un pequeño programa en Basic y lo ejecuté.







La pantalla se quedó en negro y sólo se podía leer una frase:







«Por favor, no apriete enter»







Mi plan maléfico estaba en marcha.







Me aparté unos metros y esperé a que una víctima picara.







No tardó mucho en ocurrir.







La primera persona que pasó por delante del ordenador, leyó la frase, miró a los lados, no vio a nadie, y pulsó enter.







En la pantalla empezó a aparecer:







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Y así hasta el infinito.







Nos estuvimos riendo un buen rato al ver la cara de aquel hombre.







Otra tarde, quise llevar la broma al siguiente nivel.







Misma estrategia.







Encontrar un ordenador y empezar a programar.







Esta vez quería que el ordenador emitiera pitidos y cambiara de color el fondo de la pantalla.







Obviamente tenía que teclear más líneas de código.







Aún no se había inventado el puerto USB y no podía cargar el programa desde ningún lado.







Tampoco tenían internet esos ordenadores.







Es más, hasta el año 1999 no tuve internet en casa.







El caso es que estaba yo liado programando el ordenador cuando apareció un vendedor de la tienda, me puso la mano en el hombro y me dijo: «Por favor, salga de ahí»







El hombre no sabía salir de MS-DOS para volver a Windows 95.







Todo se resolvió sin mayores consecuencias:







Dejé el ordenador como estaba y nos fuimos a merendar unas tortitas con nata y mucho sirope.







Hoy en día, los chavales «inquietos» ya no necesitan ir a centros comerciales para gastar sus bromas.







Pueden hacerlo cómodamente desde sus casas.







Recuerda, yo no tenía internet.







Ellos si.







Igual hay alguno al que le da por entretenerse hackeando WordPress con plugins desactualizados.







Te digo que el subidón de adrenalina compensa el riesgo, especialmente si eres menor de edad, que no piensas que nada de lo que hagas vaya a tener consecuencias.







Tengo varios clientes que prefieren dormir tranquilos sabiendo que me tienen de su parte cuidando de que sus webs estén protegidas.

Espero que lo que te voy a contar haya prescrito.







Sería allá por 1996. Unos 2 años antes de que Google llegara a nuestras vidas.







El caso es que yo ya llevaba un tiempo interesado en los ordenadores.







Y aprendí un poco de Basic, un lenguaje de programación que hacía honor a su nombre, pero con el que se podían hacer cosas interesantes.







Primero practiqué en mi MSX, un ordenador que se conectaba a la TV y en el cargabas los juegos con una cinta de casete.







Pero para un adolescente, eso era demasiado aburrido.







Así que se me ocurrió una idea…







Me fui con los amigos a unos grandes almacenes en los que vendían ordenadores.







Y me puse a hacer un pequeño programa en Basic y lo ejecuté.







La pantalla se quedó en negro y sólo se podía leer una frase:







«Por favor, no apriete enter»







Mi plan maléfico estaba en marcha.







Me aparté unos metros y esperé a que una víctima picara.







No tardó mucho en ocurrir.







La primera persona que pasó por delante del ordenador, leyó la frase, miró a los lados, no vio a nadie, y pulsó enter.







En la pantalla empezó a aparecer:







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Cabrón







Y así hasta el infinito.







Nos estuvimos riendo un buen rato al ver la cara de aquel hombre.







Otra tarde, quise llevar la broma al siguiente nivel.







Misma estrategia.







Encontrar un ordenador y empezar a programar.







Esta vez quería que el ordenador emitiera pitidos y cambiara de color el fondo de la pantalla.







Obviamente tenía que teclear más líneas de código.







Aún no se había inventado el puerto USB y no podía cargar el programa desde ningún lado.







Tampoco tenían internet esos ordenadores.







Es más, hasta el año 1999 no tuve internet en casa.







El caso es que estaba yo liado programando el ordenador cuando apareció un vendedor de la tienda, me puso la mano en el hombro y me dijo: «Por favor, salga de ahí»







El hombre no sabía salir de MS-DOS para volver a Windows 95.







Todo se resolvió sin mayores consecuencias:







Dejé el ordenador como estaba y nos fuimos a merendar unas tortitas con nata y mucho sirope.







Hoy en día, los chavales «inquietos» ya no necesitan ir a centros comerciales para gastar sus bromas.







Pueden hacerlo cómodamente desde sus casas.







Recuerda, yo no tenía internet.







Ellos si.







Igual hay alguno al que le da por entretenerse hackeando WordPress con plugins desactualizados.







Te digo que el subidón de adrenalina compensa el riesgo, especialmente si eres menor de edad, que no piensas que nada de lo que hagas vaya a tener consecuencias.







Tengo varios clientes que prefieren dormir tranquilos sabiendo que me tienen de su parte cuidando de que sus webs estén protegidas.

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