Hace unos años, antes de que comenzara el conflicto bélico en Siria tuve la ocasión de conocerla. Este país me fascinó, sobre todo por no estar masificado, y por lo auténtico de su cultura. Uno de lugares que tuve la oportunidad de visitar fue el castillo del Crac de los Caballeros, al norte del país, una imponente fortaleza que sirvió de hogar para la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén. La visita a este lugar despertó en mí la curiosidad por la historia de las cruzadas, y desde aquel momento todo lo que caía entre mis manos referente a este periodo de nuestra historia lo leía con gran interés. No cabe duda de que la primera de estas cruzadas, encabezada por líderes militares como Godofredo de Bouillón o Balduino I, es la más reconocida popularmente, y de la que se han escrito libros y realizado grandes películas. Otras, como la tercera cruzada de Ricardo Corazón León también han trascendido, dada la popularidad del monarca inglés, o la Segunda Cruzada en la que Saladino emerge como vencedor. Dado mi interés por este periodo de tiempo, y buscando algún libro que versara sobre esta temática encontré en una librería de mi ciudad un ensayo sobre las cruzadas titulado “Las Guerras de Dios” del escritor inglés Cristofer Tyerman. Un volumen considerable de más de 1000 páginas dedicadas al estudio de todas las cruzadas. Desde las más conocidas, hasta las desconocidas. Y de estas últimas en cuestión, me llamó la atención la Cruzada Infantil del año 1212. Para entender este sorprendente acontecimiento hay que remontarse a un momento en concreto posterior a la cuarta cruzada. El papa Inocencio III proclama nuevamente la necesidad de recuperar Tierra Santa, comenzando de esta manera un movimiento desde el norte de Francia, los países bajos y la comarca de Renania, una región alemana a orillas del Rin. Este movimiento popular se componía principalmente de campesinos, niños, jóvenes, mujeres solteras, o incluso viudas, alejados todos ellos de buenas posiciones sociales, y alentados por la necesidad de encontrar un lugar en comuna con el que se sintieran identificados. Esto unido al recelo suscitado por ellos mismos hacia los cabecillas de las jerarquías sociales, y su incapacidad de expulsar definitivamente al invasor musulmán de la Península Ibérica o de Palestina. El destino de este movimiento era Piacenza, en Italia, y si pudiéramos presenciar este peregrinaje lo identificaríamos al instante con una procesión que cumplía con el propósito de expedición. No existen muchos documentos que nos permitan identificar una ruta real por la que esta gran muchedumbre transitara, pero parece ser que las localidades como Colina, Metz, o Espira presenciaron este movimiento, del que conocemos a algunos cabecillas como Esteban de Cloyes, un pastor francés que congregó en junio de 1212 a un grupo de penitentes formado por niños y niñas, jóvenes y ancianos hasta San Denis, cerca de París, exhibiendo cruces y banderas y adornos propios de una liturgia mientras cantaban ¡Dios Y Señor nuestro, venga a nosotros la Vera Cruz! Por otro lado, en abril de este mismo año, se congregan en Colonia otro nutrido grupo de participantes al mando de un cabecilla llamado Nicolás, un joven de la campiña cercana a esta localidad, con el objetivo claro de aliviar la situación que se vivía en Tierra Santa y con la esperanza de encontrar la redención de los inocentes, los puros y los humildes. No contamos con datos o textos que nos ayuden a conocer el destino final de este gran movimiento, pero es muy probable que terminara diluyéndose ante la falta de un liderazgo claro. Parece ser que algunos de estos penitentes alcanzaron el Mediterráneo, mientras que la mayoría de los grupos procedentes de Alemania se dispersaron una vez alcanzaron Italia, otros regresaron a sus hogares, y otros vendidos como esclavos. Esta llamada Cruzada Infantil nos revela que el poder eclesiástico del siglo XIII en Europa era tremendamente eficaz, siendo capaz de movilizar a una parte de la sociedad medieval centroeuropea, integrada por campesinos, jóvenes, niños o viudas, con el ideal de la propia redención y la defensa de los santos lugares, en detrimento de los ejércitos comandados por miembros de la alta sociedad europea, que fracasaron en su intento de recuperar los santos lugares de Palestina o expulsar al invasor musulmán que ocupaba la península ibérica. Recuerda que en culturafascinante.com podrás unirte a nuestra lista de correo desde donde semanalmente recibirás un mail con información relacionada con todo lo que hablamos en este podcast; arte, ,historia, cultura y patrimonio. ¡Te esperamos!