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Emma y el dragón beb‪é‬ Historias de Emma

    • Historias para niños

El pajarito Pipo, la ardilla Noli y Gusi, el pequeño gusanito verde, se divertían junto al río jugando al «Veo, veo». Esperaban a Emma. Porque, todas las tardes, al terminar el cole, Emma volvía a casa por el camino que bordeaba el río.

Lo que no podían imaginar era lo que encontraron flotando en el agua del río… ¡Un huevo!… ¡Y con un animalito dentro, moviendo los brazos! Todos, todos, se quedaron con la boca abierta, sorprendidos, al ver que, por encima de la media cáscara de huevo que flotaba en el río, asomaba la cabeza sonriente de… ¡un dragón! ¡Sí! Un bello dragón pequeñín, de color rosado.

¿De dónde venía ese bebé dragón? ¿Por qué cambiaba de color? ¿Cómo podían llevarlo de vuelta a su casa?… Emma tuvo la idea de ir a casa del amigo Rufo, el grandote y simpático dragón azul. Porque seguro que él sabría qué hacer para que el dragoncito pudiera volver con sus papás.

Rufo sabía de dónde venía el bebé: ¡del mundo secreto de AltaVista! Pero, ay, ay, ay… había un gran problema para entrar en ese mundo donde viven los dragones de colores. Rufo contó a sus amigos el secreto de AltaVista. Y todos se pusieron a pensar qué podían hacer para que el dragón bebé pudiera volver a a su mundo…

En esta historia, Emma y sus amigos aprenderán que los colores son, también, un poderoso lenguaje para expresar los sentimientos. Y que, al igual que hacía el pequeño dragón que aún no sabía hablar, todos podemos comunicar cómo nos sentimos utilizando los colores del mundo de AltaVista.

El pajarito Pipo, la ardilla Noli y Gusi, el pequeño gusanito verde, se divertían junto al río jugando al «Veo, veo». Esperaban a Emma. Porque, todas las tardes, al terminar el cole, Emma volvía a casa por el camino que bordeaba el río.

Lo que no podían imaginar era lo que encontraron flotando en el agua del río… ¡Un huevo!… ¡Y con un animalito dentro, moviendo los brazos! Todos, todos, se quedaron con la boca abierta, sorprendidos, al ver que, por encima de la media cáscara de huevo que flotaba en el río, asomaba la cabeza sonriente de… ¡un dragón! ¡Sí! Un bello dragón pequeñín, de color rosado.

¿De dónde venía ese bebé dragón? ¿Por qué cambiaba de color? ¿Cómo podían llevarlo de vuelta a su casa?… Emma tuvo la idea de ir a casa del amigo Rufo, el grandote y simpático dragón azul. Porque seguro que él sabría qué hacer para que el dragoncito pudiera volver con sus papás.

Rufo sabía de dónde venía el bebé: ¡del mundo secreto de AltaVista! Pero, ay, ay, ay… había un gran problema para entrar en ese mundo donde viven los dragones de colores. Rufo contó a sus amigos el secreto de AltaVista. Y todos se pusieron a pensar qué podían hacer para que el dragón bebé pudiera volver a a su mundo…

En esta historia, Emma y sus amigos aprenderán que los colores son, también, un poderoso lenguaje para expresar los sentimientos. Y que, al igual que hacía el pequeño dragón que aún no sabía hablar, todos podemos comunicar cómo nos sentimos utilizando los colores del mundo de AltaVista.

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