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Historia de la ropa interior, del corsé al wonderbra - Ep.2 Historia de la moda Marie Claire - Relatos con estilo

    • Moda y belleza

No ha habido siglo que haya provocado más cambios en la ropa interior femenina que el siglo XX. Y lo que nos queda.

Por ejemplo, el corsé; Inventado en el siglo XIV y puesto de moda en el XVI, nunca dejó de formar parte de la vestimenta femenina, pese a que durante la Revolución Francesa cayó en desuso por considerarse opresivo para la mujer.

Sin embargo, desde mediados del XIX hasta su desaparición, su uso se popularizó y empezó a adornarse con encajes, bordados, pedrería y hasta
flores.

La prenda, cuyo nombre proviene del francés corset (cuerpo), estaba compuesta por una estructura armada de ballenas que se ceñía al torso desde las costillas flotantes hasta las caderas, dando al cuerpo femenino un aspecto de reloj de arena.

Se hacían a medida y elevaban el busto estrechando la cintura de manera exagerada (hasta 10 centímetros). Se colocaba sobre una prenda de lino y se apretaba con unas cintas en la espalda (siempre con ayuda).

Una vez ceñido, se cubría con una camisola de algodón y sobre ella se acomodaba la estructura del vestido, miriñaque o polisón, y encima de ella, las enaguas.

Del corsé solía salir el liguero, para abrochar a él las medias. Su peso medio de cinco kilos y toda esa compresión sobre las costillas siempre dio problemas. Las más afortunadas tenían hipo por la presión que el corsé ejercía sobre su diafragma; las menos se desmayaban.

Texto: Belén Ester

Gracias por tu "me gusta" en Ivoox y tus valoraciones de 5 estrellas en Spotify o Apple Podcast.

Hemos creado una lista de reproducción en Ivoox para que puedas escuchar todos los contenidos de Marie Claire desde un solo lugar.
https://go.ivoox.com/bk/10909159

Una producción de Zinet Media.

Producción sonora y narración: Iván Patxi Gómez Gallego

No ha habido siglo que haya provocado más cambios en la ropa interior femenina que el siglo XX. Y lo que nos queda.

Por ejemplo, el corsé; Inventado en el siglo XIV y puesto de moda en el XVI, nunca dejó de formar parte de la vestimenta femenina, pese a que durante la Revolución Francesa cayó en desuso por considerarse opresivo para la mujer.

Sin embargo, desde mediados del XIX hasta su desaparición, su uso se popularizó y empezó a adornarse con encajes, bordados, pedrería y hasta
flores.

La prenda, cuyo nombre proviene del francés corset (cuerpo), estaba compuesta por una estructura armada de ballenas que se ceñía al torso desde las costillas flotantes hasta las caderas, dando al cuerpo femenino un aspecto de reloj de arena.

Se hacían a medida y elevaban el busto estrechando la cintura de manera exagerada (hasta 10 centímetros). Se colocaba sobre una prenda de lino y se apretaba con unas cintas en la espalda (siempre con ayuda).

Una vez ceñido, se cubría con una camisola de algodón y sobre ella se acomodaba la estructura del vestido, miriñaque o polisón, y encima de ella, las enaguas.

Del corsé solía salir el liguero, para abrochar a él las medias. Su peso medio de cinco kilos y toda esa compresión sobre las costillas siempre dio problemas. Las más afortunadas tenían hipo por la presión que el corsé ejercía sobre su diafragma; las menos se desmayaban.

Texto: Belén Ester

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