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Los ojos de Jane Jacobs y la ciudad para las personas Radio BF

    • Hogar y jardín

Mujer, madre de tres hijos y periodista autodidacta, Jane Jacobs, nacida en Pensilvania en 1916, detuvo, a golpe de máquina de escribir y pancarta, algunos de los macroproyectos urbanísticos más emblemáticos de su época.

Salvar Washington Square o conservar Greenwich Village, en Nueva York, y frenar la Spadina Expressway de Toronto fueron los hitos más visibles en la cruzada de Jane contra un urbanismo que se abría paso “con un hacha de carnicero”, en palabras de Robert Moses, zar del desarrollismo neoyorquino tras la crisis de los años 30.

Frente al imperio del automóvil, la limpieza de los barrios pobres y el modelo de distritos residenciales propuestos por urbanistas “con complejo dictatorial”, Jane, aficionada a deambular por las calles y a anotar lo que ve, expone los principios teóricos de lo que hoy entendemos por ciudades sostenibles.

Para ella la ciudad no es sólo un lugar. “Las calles de las ciudades sirven para muchas cosas aparte de soportar el paso de vehículos”, escribe en su libro de 1961 “Muerte y vida de las grandes ciudades”.

Una red de control emergente y autogestionada por los propios ciudadanos, los “ojos de la calle”, garantiza la seguridad de la ciudad propuesta por Jane.
Su activismo, tachado de locura por los grandes planificadores de la época, le costó varias detenciones. Y es que, para ella, aquello “no era reordenar las ciudades. Era, simplemente, saquearlas”.

Su metodología de trabajo parte de caminar la ciudad para conocerla fondo, entenderla y vivirla.

Mujer, madre de tres hijos y periodista autodidacta, Jane Jacobs, nacida en Pensilvania en 1916, detuvo, a golpe de máquina de escribir y pancarta, algunos de los macroproyectos urbanísticos más emblemáticos de su época.

Salvar Washington Square o conservar Greenwich Village, en Nueva York, y frenar la Spadina Expressway de Toronto fueron los hitos más visibles en la cruzada de Jane contra un urbanismo que se abría paso “con un hacha de carnicero”, en palabras de Robert Moses, zar del desarrollismo neoyorquino tras la crisis de los años 30.

Frente al imperio del automóvil, la limpieza de los barrios pobres y el modelo de distritos residenciales propuestos por urbanistas “con complejo dictatorial”, Jane, aficionada a deambular por las calles y a anotar lo que ve, expone los principios teóricos de lo que hoy entendemos por ciudades sostenibles.

Para ella la ciudad no es sólo un lugar. “Las calles de las ciudades sirven para muchas cosas aparte de soportar el paso de vehículos”, escribe en su libro de 1961 “Muerte y vida de las grandes ciudades”.

Una red de control emergente y autogestionada por los propios ciudadanos, los “ojos de la calle”, garantiza la seguridad de la ciudad propuesta por Jane.
Su activismo, tachado de locura por los grandes planificadores de la época, le costó varias detenciones. Y es que, para ella, aquello “no era reordenar las ciudades. Era, simplemente, saquearlas”.

Su metodología de trabajo parte de caminar la ciudad para conocerla fondo, entenderla y vivirla.

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