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Mari Cruz Díaz, Instituto de la Ingeniería de España: “Los techos de cristal van subiendo, pero nosotras también. Los romperemos.‪”‬ Woman Business

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Esta veterana ingeniera agrónoma busca contagiar su pasión a las nuevas generaciones y
aumentar el número de estudiantes en las carreras de ingeniería. La clave: motivar a las
chicas.

En España, las mujeres ganan un 12% menos que los hombres, pero, según Díaz, hay
motivos más relevantes para que los jóvenes se decanten por una carrera u otra. “La gente
joven quiere ganarse bien la vida, claro, pero les preocupan más las diferencias de trato o
aceptación. Y a la hora de elegir una carrera, creo que les mueve más lo que “vayan a ser”,
la importancia social que tenga ese trabajo, que la masa salarial”.

Su especialidad, la ingeniería, no tiene problemas de reputación, pero vive una crisis de
vocaciones: hay pocos chicos y chicas matriculados en carreras de este sector, a pesar de
su altísimo nivel de empleabilidad. “En plena crisis, en 2009, yo era decana del Colegio de
Ingenieros Agrónomos, y en el peor momento tuvimos un paro del 5%”, asegura Díaz. Su
labor, desde el comité Ingenia, consiste precisamente en visibilizar las posibilidades de las
carreras de ingeniería, especialmente entre las niñas.

Porque la escasez de mujeres es "la mayor preocupación" del comité. Y algo que viene de
lejos: “Cuando yo empecé a estudiar, éramos siete chicas. Solo acabamos la carrera otra y
yo. En la especialidad éramos cuatro. Fui la única de ellas que se dedicó a la ingeniería”. El
panorama, hoy, es mucho más igualitario, pero las chicas siguen siendo minoría. Y para
muchas, la opción desaparece ya en la infancia. “Suele pasar que se lo quitan de la cabeza,
con argumentos muy similares, ya ves, a los que oíamos nosotras: ‘Es muy difícil’, ‘para qué
te vas a meter en esto’. Y luego hay un problema de falta de referentes. Pocas veces nos
decimos: ‘Yo quiero trabajar en esto’; la frase suele ser: ‘Yo quiero ser como esta persona’.
Y como los modelos de mujeres no están visibilizados, las niñas pueden pensar que una
ingeniera es una persona rara, muy seria, poco atractiva. La clave es que cualquiera (que
quiera y que tenga el talento suficiente) puede ser ingeniera, y que las ingenieras son
personas normales”.

De hecho, a Díaz le preocupa la ausencia de referentes femeninos en todos los ámbitos, no
solo en las disciplinas STEM. “En general, no se ve a las mujeres líderes. Y sería
fundamental, sobre todo a niveles muy altos. Si las niñas vieran que, por ejemplo, Ana
Patricia Botín es una mujer joven, atractiva, que habla muy bien, que sabe de muchas
cosas, que tiene un gran talento… El mensaje sería que eso es algo que tú, con tu trabajo,
puedes lograr. ¿Que hay techos de cristal? Pues sí, unos los hemos roto más abajo y ahora
van subiendo; pero nosotras también vamos subiendo, y los iremos rompiendo.

La clave, como suele suceder, está en la educación. “Unos especialistas en educación me
hablaron de unos talleres de verano que habían hecho con niños y niñas, sobre
competencias STEM. Les ponían un problema y, cuando lo resolvían, les planteaban otro
más difícil, hasta que llegaban al punto en que ya no sabían hacerlos. Y cuando les
preguntaban por qué, los niños respondían: "Era muy difícil"; y las niñas: "No he podido". Las chicas sentían que habían hecho una prueba y no la habían superado. Y este sentimiento
de representación no está en ellos, los chicos no piensan: “Si no lo logro, van a decir que
los hombres son poco inteligentes”; las mujeres sí. Si no lo logras, van a decir que las
mujeres no valen, piensan. Y eso duele”.

Esta veterana ingeniera agrónoma busca contagiar su pasión a las nuevas generaciones y
aumentar el número de estudiantes en las carreras de ingeniería. La clave: motivar a las
chicas.

En España, las mujeres ganan un 12% menos que los hombres, pero, según Díaz, hay
motivos más relevantes para que los jóvenes se decanten por una carrera u otra. “La gente
joven quiere ganarse bien la vida, claro, pero les preocupan más las diferencias de trato o
aceptación. Y a la hora de elegir una carrera, creo que les mueve más lo que “vayan a ser”,
la importancia social que tenga ese trabajo, que la masa salarial”.

Su especialidad, la ingeniería, no tiene problemas de reputación, pero vive una crisis de
vocaciones: hay pocos chicos y chicas matriculados en carreras de este sector, a pesar de
su altísimo nivel de empleabilidad. “En plena crisis, en 2009, yo era decana del Colegio de
Ingenieros Agrónomos, y en el peor momento tuvimos un paro del 5%”, asegura Díaz. Su
labor, desde el comité Ingenia, consiste precisamente en visibilizar las posibilidades de las
carreras de ingeniería, especialmente entre las niñas.

Porque la escasez de mujeres es "la mayor preocupación" del comité. Y algo que viene de
lejos: “Cuando yo empecé a estudiar, éramos siete chicas. Solo acabamos la carrera otra y
yo. En la especialidad éramos cuatro. Fui la única de ellas que se dedicó a la ingeniería”. El
panorama, hoy, es mucho más igualitario, pero las chicas siguen siendo minoría. Y para
muchas, la opción desaparece ya en la infancia. “Suele pasar que se lo quitan de la cabeza,
con argumentos muy similares, ya ves, a los que oíamos nosotras: ‘Es muy difícil’, ‘para qué
te vas a meter en esto’. Y luego hay un problema de falta de referentes. Pocas veces nos
decimos: ‘Yo quiero trabajar en esto’; la frase suele ser: ‘Yo quiero ser como esta persona’.
Y como los modelos de mujeres no están visibilizados, las niñas pueden pensar que una
ingeniera es una persona rara, muy seria, poco atractiva. La clave es que cualquiera (que
quiera y que tenga el talento suficiente) puede ser ingeniera, y que las ingenieras son
personas normales”.

De hecho, a Díaz le preocupa la ausencia de referentes femeninos en todos los ámbitos, no
solo en las disciplinas STEM. “En general, no se ve a las mujeres líderes. Y sería
fundamental, sobre todo a niveles muy altos. Si las niñas vieran que, por ejemplo, Ana
Patricia Botín es una mujer joven, atractiva, que habla muy bien, que sabe de muchas
cosas, que tiene un gran talento… El mensaje sería que eso es algo que tú, con tu trabajo,
puedes lograr. ¿Que hay techos de cristal? Pues sí, unos los hemos roto más abajo y ahora
van subiendo; pero nosotras también vamos subiendo, y los iremos rompiendo.

La clave, como suele suceder, está en la educación. “Unos especialistas en educación me
hablaron de unos talleres de verano que habían hecho con niños y niñas, sobre
competencias STEM. Les ponían un problema y, cuando lo resolvían, les planteaban otro
más difícil, hasta que llegaban al punto en que ya no sabían hacerlos. Y cuando les
preguntaban por qué, los niños respondían: "Era muy difícil"; y las niñas: "No he podido". Las chicas sentían que habían hecho una prueba y no la habían superado. Y este sentimiento
de representación no está en ellos, los chicos no piensan: “Si no lo logro, van a decir que
los hombres son poco inteligentes”; las mujeres sí. Si no lo logras, van a decir que las
mujeres no valen, piensan. Y eso duele”.

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