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Recibe una palabra de ánimo... una palabra de inspiración... una palabra de fe... ¡todos los días del año!
El devocional Crezcamos de Fe en Fe, escrito por Kenneth y Gloria Copeland, aborda temas de la vida diaria como resultados de la experiencia propia.
Se trata de las luchas que enfrentas a diario, luchas contra el cansancio, la irritación, los hijos, las finanzas, etc. Kenneth y Gloria Copeland te enseñarán cómo obtener la victoria, basados en La Palabra.

Audio Devocional "Crezcamos de Fe en Fe" - Ministerios Kenneth Copeland Kenneth y Gloria Copeland

    • Religion & Spirituality

Recibe una palabra de ánimo... una palabra de inspiración... una palabra de fe... ¡todos los días del año!
El devocional Crezcamos de Fe en Fe, escrito por Kenneth y Gloria Copeland, aborda temas de la vida diaria como resultados de la experiencia propia.
Se trata de las luchas que enfrentas a diario, luchas contra el cansancio, la irritación, los hijos, las finanzas, etc. Kenneth y Gloria Copeland te enseñarán cómo obtener la victoria, basados en La Palabra.

    Bendiciones en abundancia

    Bendiciones en abundancia

     


    «También les dijo: «Fíjense bien en lo que oyen, porque con la medida con que ustedes midan a otros, serán medidos, y hasta más se les añadirá»
    (Marcos 4:24) ¿Cuántas bendiciones recibirás de la Palabra de Dios? Depende de cuántas esperes recibir. Dios no te medirá con la medida que Él tiene, sino de acuerdo con la que tú le proporciones.
    Por ejemplo, dos personas pueden oír la Palabra de Dios acerca de la sanidad. Una la medirá con la fe y dirá: “¡Alabado sea Dios, por Su llaga fui sanado! Yo creo eso con todo mi corazón y voy a seguir creyéndolo hasta ser sano”. La otra, la medirá con duda y dirá: “No me importa cuántos versículos bíblicos cite. Yo no confío en ese predicador. Voy a darle a todo este asunto de la sanidad una oportunidad, pero dudo mucho que esto sirva de algo”.
    Ambas personas recibirán exactamente lo que esperan. Dios las medirá conforme a la medida con las que ellas midieron la Palabra: una será sanada, la otra no.
    Sin embargo, debo advertirte que a veces medir la Palabra con la fe es difícil. Hace años, cuando Gloria leyó por primera vez el pasaje: «No tengan deudas con nadie» (Romanos 13:8), se sintió muy tentada a medirla como una maldición, no como una bendición. En ese tiempo vivíamos en una casita fea, y ella quería más que nada una casa nueva.
    ¿Cómo íbamos a comprar una casa decente sin pedir prestado? Parecía algo imposible. Así que, para ella, era como si ese pasaje hubiera dicho: “Gloria, tú no puedes adquirir una casa nueva”.
    Pero ella rehusó medirlo de esa manera. Tomó al diablo por el cuello y le dijo: «¡Óyeme bien, tú no vas a engañarme para quitarme mi casa!». Y comenzó a creer que Dios, de alguna manera, iba a darle una casa, sin necesidad de incurrir en una deuda. Efectivamente, Dios lo hizo.
    Si quieres recibir bendiciones en abundancia, ve a la Palabra de Dios con una canasta grande. Pon una medida grande de fe en la mano de Dios. Él la llenará hasta que sobreabunde, ¡y luego te la devolverá!
    Lectura bíblica: Lucas 8:1-18
     
    © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.

    • 5 min
    Juega para ganar

    Juega para ganar

     


    «¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?»
    (1 Juan 5:5) A menudo escucho a la gente decir: “Lo importante no es ganar ni perder; lo importante es jugar bien”. ¡Eso no tiene sentido! Si juegas bien, ¡ganarás!
    Cualquier entrenador te dirá que jugar bien implica manifestar una actitud ganadora. Dios desea que como creyentes tengamos esa clase de actitud. Dios quiere que desarrollemos tanta fe en Él que podamos tener la expectativa de derribar todo obstáculo que el diablo nos presente. Él quiere que tengamos la expectativa de ganar en el juego de la vida.
    Esa actitud no siempre se adquiere con facilidad. Estamos tan acostumbrados a perder que es necesario que cambiemos totalmente nuestra manera de pensar si queremos tener una actitud ganadora. En Efesios, el apóstol Pablo exhorta a los creyentes a renovar su manera de pensar. Al igual que nosotros, esos creyentes necesitaban cambiar su actitud y renovar su entendimiento en cuanto al hecho de que Jesús había vencido al mundo.
    Si no lo has hecho, debes hacerlo también. Necesitas tener un sentido de confianza glorioso para que puedas decir: “Oye, diablo, la victoria es mía, y no hay nada que tú puedas hacer para evitarlo”.
    “Pero, hermano Copeland, no sabe la clase de situaciones por las que estoy atravesando”.
    Sé que yo no lo sé, pero Jesús sí lo sabe, y te dice que “tengas ánimo”, pues Él puede darte paz en medio de la tribulación. El Señor te dice que cobres ánimo cuando Satanás venga en tu contra con todo lo que tiene, porque Él ya ha derrotado al enemigo. Jesús ya lo venció y tú también puedes hacer lo mismo.
    Primera de Juan 5:5 lo dice de esta manera: «¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?».
    ¿Sabes qué quiere decir ese versículo? Significa que si eres creyente nacido de nuevo, tienes el derecho absoluto de ser un vencedor para superar todo aspecto de este mundo perverso. Piensa y medita al respecto, y ¡comienza hoy mismo a desarrollar una actitud ganadora!
    Lectura bíblica: Romanos 8:29-39
     
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    • 5 min
    De desesperación a devoción

    De desesperación a devoción

     


    «Pongan la mira en las cosas del cielo, y no en las de la tierra».
    (Colosenses 3:2) ¡Cosas, cosas, cosas! Un mejor trabajo. Una casa más grande. Ropa para los niños. La cita del almuerzo de mañana. Un mejor televisor. ¿Puedes ver de lo que hablo?
    Muchos hemos aprendido a confiar en Dios para que nos prospere, pero pedimos tanto que se nos hace imposible estar al día con todas las cosas. Gastamos tanto tiempo y esfuerzo atendiendo a las “cosas” legítimas de la vida, que sin tener conciencia de ello empezamos a poner nuestro afecto en las cosas del mundo y no en Dios.
    Cuando Kenneth y yo oímos por primera vez acerca de cómo vivir por fe, estábamos en una situación muy difícil. Nos encontrábamos enfermos y en la quiebra, y por eso fue fácil dedicarnos a la oración y a la Palabra. A medida que honrábamos la Palabra de Dios, Él nos honraba y nos hacía prosperar. Llegamos al punto en el que dejamos de estar desesperados. Fue entonces cuando vino la verdadera prueba de nuestra fe. ¿Serviríamos a Dios porque le amábamos o porque estábamos en una situación desesperante?
    Bueno, alabado sea Dios, lo hicimos por amor. Sin embargo, en el proceso aprendimos algo: ¡se requiere de más dedicación para servir a Dios en la prosperidad que en la desesperación! En la prosperidad existe siempre esa tentación de dedicarse más a las cosas terrenales, dejando las cosas de Dios en segundo plano.
    Cuando las bendiciones materiales de Dios empiecen a llegarte, ten presente que Él no te ha entrenado en Su Palabra para que puedas consumirla en tus propios deseos. Él te ha dado a conocer Su Palabra para que vivas en el Espíritu y hagas la obra que te ha llamado a cumplir.
    No dejes que las cosas de este mundo te hagan desaprovechar las cosas gloriosas del Espíritu. Pon tus prioridades en orden de acuerdo con la Palabra de Dios. Coloca tu mirada en las cosas de arriba, ¡y descubrirás la realidad de la vida celestial!
    Lectura bíblica: Colosenses 3:1-16
     
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    • 5 min
    Cultiva el amor

    Cultiva el amor

     


    «En esto consiste el amor: que vivamos y andemos guiados, conforme a sus mandamientos (Sus órdenes, ordenanzas, preceptos, enseñanzas). Y éste es el mandamiento que ustedes han escuchado desde el principio: que prosigan andando en amor [guiados por él, siguiéndolo]”
    (2 Juan 1:6, AMP) De una manera muy sencilla, Dios nos enseña que el amor es guardar Sus mandamientos. Esto transforma el concepto del amor, de algo indeterminado a algo explícito. Pero Dios no sólo se ha limitado a darnos la definición del amor, sino también nos ha explicado cómo podemos amar de la manera en que Él ama. Cuando Dios nos dio Su Palabra, en ella nos dio también el manual del amor por escrito. Lo único que debemos hacer, para vivir en amor, es seguir Sus instrucciones.
    Si hiciste a Jesucristo el Señor de tu vida, ya diste el primer paso de obediencia. El amor de Dios nació en tu interior. Pero, a menos que des pasos para cultivarlo, ese amor permanecerá escondido en tu interior. El amor obra de la misma manera que la fuerza de la fe. Al igual que la fe, el amor se activa mediante el conocimiento de la Palabra.
    Para ser consciente del amor, confiesa la Palabra de Dios y ponla en práctica. Al meditar en estos versículos, mírate a ti mismo viviendo la vida de amor, caminando según los mandamientos de Jesús y siendo guiado por estos. Cultiva el amor que Él ha puesto dentro de ti.
    Lectura bíblica: 1 Juan 2:3-11
     
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    • 5 min
    La gracia es suficiente

    La gracia es suficiente

     


    «Y para que no me exaltara demasiado por la grandeza de las revelaciones, se me clavó un aguijón en el cuerpo, un mensajero de Satanás, para que me abofetee y no deje que yo me enaltezca»
    (2 Corintios 12:7) Por años, el diablo se ha valido de la enseñanza tradicional del aguijón en la carne del apóstol Pablo para convencernos de que no necesitamos las bendiciones de Dios, y que debemos aceptar todo, desde las enfermedades hasta el pecado. Y nos convenció que lo hagamos por voluntad propia.
    Quizás sea la interpretación errónea más destructiva y a la vez, más ampliamente aceptada que exista en el Cuerpo de Cristo. He ido a países a predicar a personas que apenas tenían conocimiento de la Palabra, y aún así me di cuenta que la enseñanza acerca del aguijón de Pablo ya había llegado a ellos.
    A la mayoría de ellos se les dio la enseñanza errónea.
    La tradición dice que Dios le dio a Pablo el aguijón en la carne. Además, la tradición convierte al aguijón en un gran misterio. ¡Pero las Escrituras no dicen eso en lo absoluto!
    En la Biblia leemos que el aguijón en la carne era un mensajero de Satanás. No era de Dios, ¡sino de Satanás! El aguijón era literalmente lo que Pablo dice que era: un mensajero enviado de Satanás.
    Pablo predicaba el evangelio adondequiera que iba, y cada vez que lo hacía, destruía un poco más el reino del enemigo. Éste le envió un mensajero, un espíritu maligno, para impedirle que siguiera predicando.
    Cuando Pablo le indagó al Señor acerca de ese aguijón (lee 2 Corintios 12:8-10), Dios no le contestó en forma negativa, sino que le dijo: «Con mi gracia (Mi favor) tienes más que suficiente, porque mi poder se perfecciona en la debilidad (en la incapacidad para producir resultados]» (Diccionario expositivo de palabras del antiguo y nuevo testamento, por W. E. Vine).
    En otras palabras, cuando Pablo no tuvo más fuerzas para seguir adelante, el poder milagroso de Dios fue suficiente para él y lo capacitó para ser un vencedor a pesar de su debilidad.
    No dejes que el diablo te impida obtener la victoria. Deshazte de la tradición y atrévete a creer la Palabra de Dios. Pelea la batalla de la fe, y al igual que el apóstol Pablo, ¡verás la salvación del Señor!
    Lectura bíblica: 2 Corintios 12:1-10
     
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    • 5 min
    Adictos a la Palabra

    Adictos a la Palabra

     


    «Ustedes ya saben que Estéfanas y los de su casa… ellos tienen su vida puesta al servicio del pueblo de Dios»
    (1 Corintios 16:15, NTV) Quiero pedirte que a partir de hoy empieces a cultivar una adicción―una adicción a la Palabra de Dios. Quizás esto te parezca extraño, especialmente si ahora no muestras mucho interés por ella. Sin embargo, créeme, es posible. Yo lo he hecho y he visto a otros hacerlo muchas veces.
    Lo único que debes hacer es decidir que lo harás. Enfoca tu tiempo y atención en la Palabra. Cuanto más te dediques a ella, más aumentarás tu deseo por la Palabra. Con el tiempo, tu mente se sumergirá en ella.
    ¿Te sorprende? No debería hacerlo. Eso sucede con cualquier cosa a la que te dediques por completo. Por ejemplo, eso le ocurre a quienes se entregan a la pornografía. Conforme dedican más tiempo a esa actividad, el espíritu que opera a través de ella comienza a tomar el control de su conciencia, y con el tiempo pasan de la actividad mental al hecho físico. Luego, llegan al punto en que quieren más y más, y nunca están satisfechos. Nada los sacia.
    Ese mismo principio puede aplicarse de una forma positiva cuando te dedicas a la Palabra de Dios. Puedes hacerlo al extremo de sumergirte por completo en ella en mente y cuerpo, y cuanto más descubres de ella, más quieres seguir descubriendo. El espíritu que obra por medio de la Palabra, el Espíritu Santo, te guiará y te llevará más cerca de Jesús de lo que puedas imaginarte.
    Nunca he conocido a nadie que camine en fe y en poder, que primero no haya cultivado una adicción de entregarse por completo a la Palabra por un tiempo prolongado. No estoy hablando de unos cuantos minutos o de vez en cuando. Estoy hablando de un tiempo considerable.
    Así que decide convertirte en un “adicto a la Palabra”. Una vez que lo logres, nunca más querrás vivir sin ella.
    Lectura bíblica: Hebreos 4:1-12
     
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    • 5 min

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