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13 de Septiembre - La verdadera intercesión Audio Devocional "Crezcamos de Fe en Fe" - Ministerios Kenneth Copeland

    • Religion & Spirituality

«Buscó a alguien, y se asombró al ver que nadie intervenía»
(Isaías 59:16) Cuando alguien nos hiere, nuestra reacción humana natural es la de vengarnos y esperar que Dios castigue a esa persona de algún u otro modo. Pero ése no es el método de Dios.
Lo comprobé cuando les robaron a unos parientes míos. Yo estaba orando y tratando de comprender la situación. “Señor” —empecé a decir—, “¿por qué permitiste que sucediera? ¿Por qué no golpeaste a ese ladrón en la cabeza cuando estaban robándoles?”
De pronto, Dios me permitió ver con los ojos espirituales, más allá de lo natural.
Cuando lo hice, supe la respuesta a mi pregunta casi tan rápido como la había hecho: fue a causa de Su misericordia. Dios tiene mucha, mucha misericordia; no sólo para mí y mi familia, sino también para los ladrones.
Piensa en eso la próxima vez que alguien te haga daño. En lugar de pedirle a Dios que golpee a esa persona en la cabeza, como yo lo pedí, considera el hecho de que es posible que la abuela de esa persona esté orando por ella para que sea salva. Detente y recuerda que Dios amó tanto a esa persona, que murió por ella, y lo que desea es perdonarla—no castigarla.
Así que, en lugar de orar en contra de esa persona, ora por ella, uniéndote en oración con la abuela (o quién quiera que sea que esté orando por ella). Pídele al Señor que tenga misericordia de su vida. Oponte al diablo e intercede por esa persona. Ésa es la verdadera intercesión, la cual dejará perplejas y en una confusión total a las fuerzas de las tinieblas, y éstas no tendrán defensa alguna contra ese tipo de oración.
El Señor está buscando creyentes que se atrevan y se comprometan a ser esa clase de intercesores. Atrévete tú a ser uno de ellos. Cuando te sientas tentado a golpear a alguien, ¿por qué mejor no te atreves a transformar la vida de esa persona?
Lectura bíblica: Lucas 6:27-36

«Buscó a alguien, y se asombró al ver que nadie intervenía»
(Isaías 59:16) Cuando alguien nos hiere, nuestra reacción humana natural es la de vengarnos y esperar que Dios castigue a esa persona de algún u otro modo. Pero ése no es el método de Dios.
Lo comprobé cuando les robaron a unos parientes míos. Yo estaba orando y tratando de comprender la situación. “Señor” —empecé a decir—, “¿por qué permitiste que sucediera? ¿Por qué no golpeaste a ese ladrón en la cabeza cuando estaban robándoles?”
De pronto, Dios me permitió ver con los ojos espirituales, más allá de lo natural.
Cuando lo hice, supe la respuesta a mi pregunta casi tan rápido como la había hecho: fue a causa de Su misericordia. Dios tiene mucha, mucha misericordia; no sólo para mí y mi familia, sino también para los ladrones.
Piensa en eso la próxima vez que alguien te haga daño. En lugar de pedirle a Dios que golpee a esa persona en la cabeza, como yo lo pedí, considera el hecho de que es posible que la abuela de esa persona esté orando por ella para que sea salva. Detente y recuerda que Dios amó tanto a esa persona, que murió por ella, y lo que desea es perdonarla—no castigarla.
Así que, en lugar de orar en contra de esa persona, ora por ella, uniéndote en oración con la abuela (o quién quiera que sea que esté orando por ella). Pídele al Señor que tenga misericordia de su vida. Oponte al diablo e intercede por esa persona. Ésa es la verdadera intercesión, la cual dejará perplejas y en una confusión total a las fuerzas de las tinieblas, y éstas no tendrán defensa alguna contra ese tipo de oración.
El Señor está buscando creyentes que se atrevan y se comprometan a ser esa clase de intercesores. Atrévete tú a ser uno de ellos. Cuando te sientas tentado a golpear a alguien, ¿por qué mejor no te atreves a transformar la vida de esa persona?
Lectura bíblica: Lucas 6:27-36

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