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VentaJas de viajar en cine - Secuelas VENTAJAS DE VIAJAR EN CINE

    • TV & Film

Hola excursionistas, soy José Luis Arribas y éste es el súper sonido de 'Ventajas de viajar en cine', desde 'Siéntelo con oído'. Procuren todos su billete de ida, acomódense en su butaca y durante este tiempo háganme el favor de parar sus relojes. El viaje comienza. Hoy: 'Secuelas maestras'.

Suele ocurrir que visionamos una película, independientemente de que termine siendo de nuestro agrado o no, y cuando llegamos al final de la misma, poco antes de los créditos o una vez superado su clímax, nos ofrecen la historia sin concluir. Nos dejan un final abierto. Han plantado la semilla de una posible secuela futura por diversos motivos. Puede tratarse de una acción lógica y acorde con la trama, si ésta se basa en una historia que finaliza de ese modo y la lleva a la gran pantalla de una forma totalmente fiel. También es posible que el realizador, ante la posibilidad de desarrollar más el guion, el argumento y los personajes, deje la puerta abierta a su creatividad, para que quizá más adelante sea posible retomar su obra desde el punto en el que la dejó. En estos dos casos planteados, los motivos de la existencia de la segunda parte son artísticos. Existe otra predisposición a la continuación de un trabajo cinematográfico y es la razón económica. En esta tercera visión que se ha sumado, una producción de cine comienza a mover su maquinaria con la vista puesta en los beneficios derivados de la taquilla. Podría pensarse también que la voluntad de continuación atiende a una combinación de las anteriores razones. Sea de la forma que sea, la secuela se lanza, o bien con una antelación o bien desde la sorpresa. Y en ese momento el público recoge la noticia de muy diversas formas. Su reacción es diferente según la implicación del mismo con la historia original. Si una película te atrapó desde el primer momento que la viste y pasó a formar parte de tu lista de mejores, por los motivos que fueran, de una forma subjetiva y en consonancia o no con la calidad real de la misma, tu reacción ante el anuncio de la posibilidad de disfrutar de su secuela no va a ser idéntica a la que pueda tener otro espectador con un grado de vinculación menor. O aparece el temor a que se cumpla la máxima de que lo segundo es peor o quien surge es la ilusión por el retorno al mundo mágico que vivimos la primera vez. Lo que está claro es que nos encontraremos expectantes y llegado el momento nos sentiremos completados o defraudados. Es el tiempo del fan exigente. Existe un sentimiento parecido cuando lo que consumimos es un remake o una precuela, la continuación de una saga o un reboot, aunque todos estos términos conllevan diferentes connotaciones y merecen un estudio particular. Ahora nos centramos en las secuelas y en algunas muy especiales, las que obtienen en su resultado una nota que supera el simple aprobado. Éstas poseen una calidad indiscutible y son merecedoras de considerarse grandes películas, brillan con luz propia y en algunos casos más que la original que las precede. Hay una especie de consenso en la consideración de qué filmes pasan a este peculiar podio, del cual debemos recalcar una serie de matices. Algunas películas son dignas sucesoras y otras superan con creces a la primera, como ya dijimos, pero en algunos casos, si la primera fue una obra maestra, el mérito de la secuela es doble. Vamos a analizar objetivamente algunos ejemplos, orientando la mirada en este último caso. Son títulos que aparecen frecuentemente en todo estudio que se precie de riguroso y coinciden además con la opinión de la mayoría. Lanzamos el guante de nuestras propuestas en el centro de la mesa para iniciar el debate.

Nuestra primera candidata es 'El padrino: Parte II', película de 1974 dirigida por Francis Ford Coppola, segunda de las películas que conforman la trilogía de la familia Corleone. Es al mismo tiempo secuela y precuela, ya que desarrolla dos tramas de forma paralela. Por un lado como presente la

Hola excursionistas, soy José Luis Arribas y éste es el súper sonido de 'Ventajas de viajar en cine', desde 'Siéntelo con oído'. Procuren todos su billete de ida, acomódense en su butaca y durante este tiempo háganme el favor de parar sus relojes. El viaje comienza. Hoy: 'Secuelas maestras'.

Suele ocurrir que visionamos una película, independientemente de que termine siendo de nuestro agrado o no, y cuando llegamos al final de la misma, poco antes de los créditos o una vez superado su clímax, nos ofrecen la historia sin concluir. Nos dejan un final abierto. Han plantado la semilla de una posible secuela futura por diversos motivos. Puede tratarse de una acción lógica y acorde con la trama, si ésta se basa en una historia que finaliza de ese modo y la lleva a la gran pantalla de una forma totalmente fiel. También es posible que el realizador, ante la posibilidad de desarrollar más el guion, el argumento y los personajes, deje la puerta abierta a su creatividad, para que quizá más adelante sea posible retomar su obra desde el punto en el que la dejó. En estos dos casos planteados, los motivos de la existencia de la segunda parte son artísticos. Existe otra predisposición a la continuación de un trabajo cinematográfico y es la razón económica. En esta tercera visión que se ha sumado, una producción de cine comienza a mover su maquinaria con la vista puesta en los beneficios derivados de la taquilla. Podría pensarse también que la voluntad de continuación atiende a una combinación de las anteriores razones. Sea de la forma que sea, la secuela se lanza, o bien con una antelación o bien desde la sorpresa. Y en ese momento el público recoge la noticia de muy diversas formas. Su reacción es diferente según la implicación del mismo con la historia original. Si una película te atrapó desde el primer momento que la viste y pasó a formar parte de tu lista de mejores, por los motivos que fueran, de una forma subjetiva y en consonancia o no con la calidad real de la misma, tu reacción ante el anuncio de la posibilidad de disfrutar de su secuela no va a ser idéntica a la que pueda tener otro espectador con un grado de vinculación menor. O aparece el temor a que se cumpla la máxima de que lo segundo es peor o quien surge es la ilusión por el retorno al mundo mágico que vivimos la primera vez. Lo que está claro es que nos encontraremos expectantes y llegado el momento nos sentiremos completados o defraudados. Es el tiempo del fan exigente. Existe un sentimiento parecido cuando lo que consumimos es un remake o una precuela, la continuación de una saga o un reboot, aunque todos estos términos conllevan diferentes connotaciones y merecen un estudio particular. Ahora nos centramos en las secuelas y en algunas muy especiales, las que obtienen en su resultado una nota que supera el simple aprobado. Éstas poseen una calidad indiscutible y son merecedoras de considerarse grandes películas, brillan con luz propia y en algunos casos más que la original que las precede. Hay una especie de consenso en la consideración de qué filmes pasan a este peculiar podio, del cual debemos recalcar una serie de matices. Algunas películas son dignas sucesoras y otras superan con creces a la primera, como ya dijimos, pero en algunos casos, si la primera fue una obra maestra, el mérito de la secuela es doble. Vamos a analizar objetivamente algunos ejemplos, orientando la mirada en este último caso. Son títulos que aparecen frecuentemente en todo estudio que se precie de riguroso y coinciden además con la opinión de la mayoría. Lanzamos el guante de nuestras propuestas en el centro de la mesa para iniciar el debate.

Nuestra primera candidata es 'El padrino: Parte II', película de 1974 dirigida por Francis Ford Coppola, segunda de las películas que conforman la trilogía de la familia Corleone. Es al mismo tiempo secuela y precuela, ya que desarrolla dos tramas de forma paralela. Por un lado como presente la

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