Camino de santidad Radio María España

San Juan de Kronstadt fue un sacerdote ortodoxo, ruso. Nació en una familia muy humilde donde le inculcaron el amor de Dios y sentía un especial amor a los oficios divinos. De pequeño era débil y enfermizo. Le costaba mucho estudiar hasta que Dios obró en él un milagro por el que se le concedió la facilidad para el estudio y el aprendizaje. Fue confesor, predicador, constructor de obras sociales, fundó monasterios, enseñó, realizó muchos milagros de sanación. Fue muy conocido. La gente le perseguía por sus milagros, sus consejos y su fama de santidad. Fue, incluso, llamado a la cabecera del zar moribundo. A pesar de todo ello siempre fue un hombre del pueblo: humilde y sencillo.

Hoy hablamos sobre San Juan Francisco Règis, quien nació en el sur de Francia, en 1597, fue sacerdote jesuita, predicador y misionero (misiones populares). Siempre tuvo mucho celo por anunciar el evangelio y enseñar la doctrina cristiana a los más desfavorecidos de la sociedad, sobre todo a los campesinos que vivían en lugares apartados. Se le conoce en Francia como el apóstol de Vuy en Valais y de Vivarais. Atraía a la gente por su gran bondad y sus palabras sencillas. Su estilo de prédica era sencillo y directo, que lo hacían comprensible para el pueblo sencillo.​ Recaudaba dinero y comida de la gente próspera para dársela a los pobres. Su trabajo misionero generó aversiones entre los hugonotes y entre una minoría de sacerdotes católicos. El Papa Pío XII llegó a exclamar: "Un predicador que merece muy bien ser llamado Patrono de las misiones populares es San Francisco Regis".

Con este capítulo concluimos la vida de San Felipe Neri, también conocido como el santo de la alegría y el apóstol de Roma. Tenía un corazón inflamado de amor de Dios, de modo que se podían escuchar sus pálpitos. Era simpático, ocurrente y también bromista, con estas aptitudes atraía a la gente a la Iglesia. Dios le regaló con muchas gracias, entraba en éxtasis frecuentemente, curaba enfermos y profetizaba acontecimientos.
Aunque pudiera parecer poco serio por su carácter, en realidad era muy estricto y severo en cuanto a obediencia y cuestiones de fe.
Murió santamente anhelando encontrarse con Jesucristo.

Presentamos el primer capítulo dedicado a San Felipe Neri, también conocido como el santo de la alegría. Nació en Florencia pero en su juventud se traslada a Roma donde ejercía la enseñanza y vivía como un anacoreta. En Roma se dedico a socorrer a los pobres, a los enfermos, a los jóvenes abandonados y en ambientes difíciles, por esto también se le llama el apóstol de Roma. Fundó la congregación de oratorio.

Presentamos el tercer y último capítulo sobre la vida de Santa Juana de Lestonnac fundadora de La Compañía de María.
Nuestra santa tenía gran devoción a la Pasión de Cristo. Dios le concedió el don de discernir espíritus, prever sucesos futuros y otras experiencias sobrenaturales como éxtasis y revelaciones, también Dios a través de santa Juana realizó milagros tanto en vida como después de su muerte. Tenía una gran confianza en la Providencia Divina. Murió a los 84 años en Burdeos pero antes pudo publicar e imprimir las Reglas y Constituciones de la Orden de Hijas de Nuestra Señora, único medio de mantener la uniformidad de la disciplina religiosa en todas las casas de la Orden.

Presentamos el segundo capítulo dedicado a la vida de Santa Juana de Lestonnac, viuda y fundadora de la congregación de la Compañía de María.
Comienza el relato con la vestición del hábito de la señora de Lestonnac y sus compañeras, poco a poco irán incorporándose nuevas aspirantes. Una vez en el convento comenzaron su obra de formación y educación de niñas y pronto comenzaron a fundar otras casas. No les faltaron problemas y sobre todo para la santa algunas humillaciones, ésta se refugió en el Señor y en la oración, fue una dura prueba de la que, a parte de la purificación que supone, sacó grandes merecimientos de virtud y santidad.