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En este podcast encontrarás una forma práctica y sencilla de acercarte a Dios. Escucha y comparte a aquellos que lo necesiten.

Un Minuto Con Dios - Dr. Rolando D. Aguirre Rolando D. Aguirre

    • Religion & Spirituality

En este podcast encontrarás una forma práctica y sencilla de acercarte a Dios. Escucha y comparte a aquellos que lo necesiten.

    Hallando El Contentamiento

    Hallando El Contentamiento

    Me encanta la frase: “La felicidad no es mi destino, es la actitud con la que viajo por la vida”. Esta perspectiva está estrechamente ligada al concepto del contentamiento. A menudo, se piensa que el contentamiento es difícil de alcanzar porque la felicidad y la paz son efímeras. Pero ¿cuál es la verdadera razón?

    Solemos asociar el contentamiento con situaciones positivas, pero en realidad, esto es algo que se aprende y no surge de manera natural, sino que se cultiva. Curiosamente, la gratificación no siempre se encuentra en la comodidad, sino en medio de los desafíos, del temor y de la ansiedad.

    El apóstol Pablo fue un maestro en esta lección, ya que su vida estuvo marcada por innumerables dificultades (2 Corintios 11:23-33). Sin embargo, en sus cartas, comparte su sabiduría sobre el contentamiento, concluyendo que se encuentra al enfocarse en Cristo en lugar de en las circunstancias. A pesar de su injusta encarcelación, no se quejó ni culpó a nadie. Más bien, se regocijó en Cristo, donde encontraba su enfoque, afecto y devoción.
    En resumen, debemos enfocarnos en lo que Dios está haciendo en cada situación, evaluándolas a través de un lente centrado en Él. Sólo este enfoque nos llevará al gozo y al contentamiento en todas las áreas de nuestra vida.
    La Biblia dice en Filipenses 4:11, “No que haya pasado necesidad alguna vez, porque he aprendido a estar contento con lo que tengo” (NTV).

    • 1 min
    El Perdón Individual

    El Perdón Individual

    Si no nos hemos perdonado a nosotros mismos, ¿cómo podemos perdonar a los demás? El perdón propio es fundamental, incluso más importante que buscar el perdón de los demás. ¿Alguna vez has buscado el perdón de Dios por tus pecados y aun así te has sentido culpable? A menudo caemos en un ciclo de autocastigo, repitiendo nuestros errores hasta sentirnos indignos no solo del perdón, sino también de las bendiciones, de las respuestas a la oraciones y del amor del Padre celestial.

    Según la Biblia, nuestro Padre celestial nos perdona mediante el sacrificio de Su Hijo borrando nuestros pecados “tan lejos como está el oriente del occidente” (Salmo 103:12). Por lo tanto, negarnos a perdonarnos a nosotros mismos es dudar de la eficacia del sacrificio de Cristo. Por eso, para liberarnos de un espíritu no perdonador, debemos reconocer que esto surge del egoísmo, porque en lugar de confiar en el perdón de Dios, confiamos en nuestros propios sentimientos.
    Hoy es un tiempo para humillarnos y confiar en Dios y no en nuestras emociones. La Biblia dice en 1 Juan 1:9, “9 Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (NVI).

    • 1 min
    Albergando Resentimiento

    Albergando Resentimiento

    La frase “véngate de personas que te hirieron en el pasado”, no mejorará en absoluto tu futuro. Al contrario, resalta la importancia del perdón. Este es un concepto ejemplificado de manera poderosa en la historia de José en el libro de Génesis quien a pesar de sufrir numerosos maltratos, optó por perdonar en lugar de aferrarse al resentimiento. Esta actitud perdonadora es una lección invaluable para todos nosotros.

    Negarnos a perdonar puede acarrear consecuencias dolorosas, como dificultades para lidiar con el daño recibido y permitir que el resentimiento y la amargura se arraiguen en nuestro ser. Esto afecta negativamente nuestras relaciones, emociones y hasta nuestra salud física. Los sentimientos de desasosiego nos privan del gozo y del contentamiento. Además, pueden dañar nuestra salud emocional y espiritual.

    En resumen, el resentimiento puede tener efectos devastadores en todas las áreas de nuestra vida. Por lo tanto, es crucial decirle “no” al resentimiento y optar por el perdón para liberarnos del peso del pasado y para construir un futuro más saludable y lleno de paz. La Biblia dice en Efesios 4:31, “Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia” (NVI).

    • 1 min
    Placer Pasajero

    Placer Pasajero

    Todos experimentamos placeres momentáneos en la vida, desde disfrutar un exquisito postre hasta participar en deportes extremos. Sin embargo, no todos los placeres son iguales. Algunos son beneficiosos, mientras que otros son perjudiciales. Algunas personas buscan estos placeres a expensas de su salud o sus relaciones familiares y laborales. Por ejemplo, aquellos que se involucran en relaciones extramatrimoniales o abusan de sustancias adictivas.
    Los placeres desordenados surgen frecuentemente de una falta de comunión con Dios. Las decisiones que tomamos hoy pueden privarnos de las bendiciones que Dios tiene para nosotros. Cuando cedemos a la tentación, sacrificamos nuestro futuro por un placer momentáneo. No podemos permitir que nuestras decisiones se basen únicamente en deseos o sentimientos inmediatos, ya que el principio de sembrar y cosechar puede revertirse (Gálatas 6:7). Entonces, ¿Qué estamos sembrando? Porque la cosecha vendrá y en ese momento cosecharemos más de lo que sembramos.

    Por lo tanto, es importante ser cauteloso con los placeres momentáneos. De modo que una persona sabia considera las consecuencias negativas futuras al tomar decisiones en el presente. La Biblia dice en 1 de Corintios 10:13, “13 Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir” (NTV).

    • 2 min
    Rechazando lo Mejor

    Rechazando lo Mejor

    “Con frecuencia, renunciamos a lo mejor por aferrarnos a lo bueno”, un comportamiento arraigado en nuestra naturaleza humana. Este patrón se remonta al huerto del Edén, donde Eva cedió a la tentación de Satanás para determinar su propio camino en lugar de confiar en Dios. Desde entonces, hemos sido propensos a seguir nuestros propios deseos, guiados por intereses egoístas.

    Este enfoque egocéntrico se basa en tres conceptos equivocados. Primero, subestimamos quién es Dios: el creador supremo y soberano redentor que nos libera del pecado a través de la sangre de Su Hijo. Nosotros, como sus siervos, debemos servirle con amor y gratitud. Segundo, ignoramos nuestro propósito: fuimos creados para adorar y servir a Dios, glorificándolo con nuestras vidas. Tercero, no comprendemos el propósito divino en el mundo: Dios está construyendo Su reino y nos ha comisionado para participar en Su obra, sirviendo a otros y proclamando el evangelio.

    Rechazar el servicio a Dios equivale a perder una vida llena de bendiciones y significado. Seguir nuestro camino egoísta solo nos lleva a pérdidas mayores y una existencia vacía de propósito. La Biblia dice en el Salmo 37:23, “El Señor afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo de vivir” (NVI).

    • 1 min
    La Unicidad

    La Unicidad

    En mis días de seminarista, solíamos entonar un canto especial en los cumpleaños que resonaba con estas palabras: "Sabías que eres especial, sabías que tienes un lugar allá en el cielo. No hay nadie como tú, tan especial, con tus defectos y cualidades, como tú no hay". Aunque pueda parecer un tanto infantil, este canto nos transmitía una poderosa verdad sobre la singularidad con la que Dios nos creó y Su propósito para cada uno de nosotros.

    La expresión "defectos y cualidades" que usábamos insinuaba que la persona tenía más cualidades que defectos. Esta canción, en su simplicidad, nos recordaba la profunda verdad de nuestra unicidad ante los ojos de Dios y Su plan personalizado para nosotros.

    Dios, en Su inmensurable bondad, nos diseñó a cada uno de manera exclusiva y particular. Esta singularidad nos hace especiales y valiosos, como las piezas de arte únicas que tienen un valor incalculable. En cierto sentido, somos las creaciones más preciadas de Dios, concebidas con un propósito único y una meta final. Representamos la culminación suprema de Su amor y creatividad. Entonces, cada vez que te sientas desanimado o te encuentres comparándote con los demás, recuerda esto: "Eres único para un propósito único que nadie más puede cumplir por ti". Permitámonos abrazar nuestra singularidad y vivir cada día con la certeza de que somos amados y diseñados por el Creador del universo. La Biblia dice en el Salmo 139:13-14, “13 Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. 14 ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!”, (NTV).

    • 2 min

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