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El Canto Resplandeciente. Plegarias mbyá guaran‪í‬ Qué Conoces de Misiones, tu provincia.

    • History

A menudo, cuando transitamos por la ciudad los vemos, en la puerta de los supermercados pidiendo una moneda, ofreciendo limones, algún animalito tallado o, al costado de los caminos del interior vendiendo sus artesanías. Hablamos de los mbyá –guaraní, que ya despojados del monte nativo y de sus formas tradicionales de vida intentan, sin otra salida, adaptarse y sobrevivir a los cambios impuestos por el blanco.

Tal vez sean los más pobres entre los pobres y nuestro vínculo con ellos es ese contacto fugaz al darles una pequeña ayuda, en el mejor de los casos. Pero poco o nada sabemos de ellos, de sus padecimientos y mucho menos de su vida interior. No manejamos su lenguaje y ellos apenas comprenden el nuestro en esos intercambios de unas pocas palabras.

Sin embargo estos mbyá que vemos acampados en las plazoletas o deambulando con sus hijos pequeños por las calles, están provistos de toda una cultura  que portan en su memoria y que es trasmitida a su descendencia. Un mundo cerrado al que por lo general, no tenemos acceso. Sin embargo, allá por 1984, la publicación de un libro muy especial, permitió tener un acercamiento al pensamiento de este pueblo nativo y marginado.

Este libro fue “El canto resplandeciente”, debido al escritor –ya fallecido- Carlos Martínez Gamba que en una edición trilingüe: mbyá- yopará paraguayo y castellano, nos acercó a la intimidad de estos paisanos con los que tenemos una comunicación tan precaria. Un milagro sólo posible al conocer Martínez Gamba la lengua indígena y permitirnos entrar, por un momento al sentimiento profundo de esa cultura cerrada para la mayoría.

“El Canto Resplandeciente” es una recopilación de relatos, plegarias y tradiciones Mbyá a través de los testimonios de los caciques Lorenzo Ramos, Benito Ramos y Antonio Martínez. Un trabajo arduo, sólo posible gracias a la dedicación que Martínez Gamba le puso y que le permitieron entrar en confianza y frecuentarlos hasta sentir levantadas las barreras de la desconfianza.

Recién ahí estos caciques abrieron su corazón para referirse a su realidad de despojo del monte nativo; a los extranjeros que recurren a engaños para conseguir lo que desean; al esfuerzo que significa vivir en esas condiciones, pero también expresar sus cánticos infantiles, las canciones de cuna, sus oraciones,  las leyendas como la de la yerba mate, o las plegarias como ésta, denominada “Esfuerzo”, elevada por la mañana al levantarse al Padre Ñamandú, verdadero, el primero:

“Por tu inmensa morada terrenal ya otra vez tus hijos se levantan al mismo tiempo que tu reflejo, el sol.

Por todos los lugares en donde existen aldeas todavía

Aquellos hombres a los que proveíste de adornos, aquellas últimas mujeres a las que proveíste de adornos se levantan otra vez para andar

Por los pueblos de los extranjeros, rebuscándonos para que nuestros hijos tengan con qué alimentarse,

He aquí que todo esto te cuento y te envío y nunca he de hacerte a un lado, nuestro Padre Ñanamdú Verdadero, el Primero…”

Palabras de los hijos de esta tierra, desposeídos, con una gran vida interior y a los que vemos a diario sólo como parte del paisaje cotidiano.

A menudo, cuando transitamos por la ciudad los vemos, en la puerta de los supermercados pidiendo una moneda, ofreciendo limones, algún animalito tallado o, al costado de los caminos del interior vendiendo sus artesanías. Hablamos de los mbyá –guaraní, que ya despojados del monte nativo y de sus formas tradicionales de vida intentan, sin otra salida, adaptarse y sobrevivir a los cambios impuestos por el blanco.

Tal vez sean los más pobres entre los pobres y nuestro vínculo con ellos es ese contacto fugaz al darles una pequeña ayuda, en el mejor de los casos. Pero poco o nada sabemos de ellos, de sus padecimientos y mucho menos de su vida interior. No manejamos su lenguaje y ellos apenas comprenden el nuestro en esos intercambios de unas pocas palabras.

Sin embargo estos mbyá que vemos acampados en las plazoletas o deambulando con sus hijos pequeños por las calles, están provistos de toda una cultura  que portan en su memoria y que es trasmitida a su descendencia. Un mundo cerrado al que por lo general, no tenemos acceso. Sin embargo, allá por 1984, la publicación de un libro muy especial, permitió tener un acercamiento al pensamiento de este pueblo nativo y marginado.

Este libro fue “El canto resplandeciente”, debido al escritor –ya fallecido- Carlos Martínez Gamba que en una edición trilingüe: mbyá- yopará paraguayo y castellano, nos acercó a la intimidad de estos paisanos con los que tenemos una comunicación tan precaria. Un milagro sólo posible al conocer Martínez Gamba la lengua indígena y permitirnos entrar, por un momento al sentimiento profundo de esa cultura cerrada para la mayoría.

“El Canto Resplandeciente” es una recopilación de relatos, plegarias y tradiciones Mbyá a través de los testimonios de los caciques Lorenzo Ramos, Benito Ramos y Antonio Martínez. Un trabajo arduo, sólo posible gracias a la dedicación que Martínez Gamba le puso y que le permitieron entrar en confianza y frecuentarlos hasta sentir levantadas las barreras de la desconfianza.

Recién ahí estos caciques abrieron su corazón para referirse a su realidad de despojo del monte nativo; a los extranjeros que recurren a engaños para conseguir lo que desean; al esfuerzo que significa vivir en esas condiciones, pero también expresar sus cánticos infantiles, las canciones de cuna, sus oraciones,  las leyendas como la de la yerba mate, o las plegarias como ésta, denominada “Esfuerzo”, elevada por la mañana al levantarse al Padre Ñamandú, verdadero, el primero:

“Por tu inmensa morada terrenal ya otra vez tus hijos se levantan al mismo tiempo que tu reflejo, el sol.

Por todos los lugares en donde existen aldeas todavía

Aquellos hombres a los que proveíste de adornos, aquellas últimas mujeres a las que proveíste de adornos se levantan otra vez para andar

Por los pueblos de los extranjeros, rebuscándonos para que nuestros hijos tengan con qué alimentarse,

He aquí que todo esto te cuento y te envío y nunca he de hacerte a un lado, nuestro Padre Ñanamdú Verdadero, el Primero…”

Palabras de los hijos de esta tierra, desposeídos, con una gran vida interior y a los que vemos a diario sólo como parte del paisaje cotidiano.

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