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NO SOY EL TÍPICO. Capítulo 5. Juego y cretividad NO SOY EL TÍPICO. Un audiolibro de Nacho Caballero

    • Personal Journals

Corría el año 1983 y la democracia en España seguía avanzando lenta pero segura.

En mi Leganés natal se comenzaron a construir numerosos colegios para dar respuesta a la creciente demanda de niños y niñas, que habíamos llegado para convertir aquel pueblo en una ciudad dormitorio de la periferia de Madrid.

Uno de esos colegios se llamaba Colegio Público Carmen Conde. Estaba construido junto al legendario y primer nuevo colegio de la zona: el Colegio Público Juan Ramón Jiménez.

Las cosas no han cambiado demasiado y si hoy en día nos sigue sorprendiendo que las obras de los colegios no dé tiempo a terminarlas antes de septiembre, en este caso no iba a ser una excepción. Nuestro colegio no estuvo terminado hasta varios meses después de comenzar las clases. Entre tanto, estuvimos en unas casetas prefabricadas a cinco minutos caminando desde mi casa. Atrás quedaron aquellos años de autocar para ir al Numancia. Años en los que viví episodios de pánico por conductores borrachos o autocares sin frenos.

Lo que os decía, teníamos una democracia y unas leyes regulatorias en pañales.

¿Quieres ayudarme a seguir escribiendo? Puedes comprar este y otros libros en este enlace: https://cutt.ly/yLHlsgG


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Send in a voice message: https://podcasters.spotify.com/pod/show/nosoyeltipico/message

Corría el año 1983 y la democracia en España seguía avanzando lenta pero segura.

En mi Leganés natal se comenzaron a construir numerosos colegios para dar respuesta a la creciente demanda de niños y niñas, que habíamos llegado para convertir aquel pueblo en una ciudad dormitorio de la periferia de Madrid.

Uno de esos colegios se llamaba Colegio Público Carmen Conde. Estaba construido junto al legendario y primer nuevo colegio de la zona: el Colegio Público Juan Ramón Jiménez.

Las cosas no han cambiado demasiado y si hoy en día nos sigue sorprendiendo que las obras de los colegios no dé tiempo a terminarlas antes de septiembre, en este caso no iba a ser una excepción. Nuestro colegio no estuvo terminado hasta varios meses después de comenzar las clases. Entre tanto, estuvimos en unas casetas prefabricadas a cinco minutos caminando desde mi casa. Atrás quedaron aquellos años de autocar para ir al Numancia. Años en los que viví episodios de pánico por conductores borrachos o autocares sin frenos.

Lo que os decía, teníamos una democracia y unas leyes regulatorias en pañales.

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