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34. LA LEY DE LA ATRACCIÓN. MITOS Y VERDADES SOBRE EL SECRETO MÁS EXTRAÑO DEL MUNDO DEL DR. CAMILO CRUZ. CAPITULO 4: EL SER HUMANO, PRODUCTO DE SUS PENSAMIENTOS Gerencia en acción - Salud y bienestar

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La mente es como un jardín que puede ser inteligentemente cultivado o abandonarse y llenarse de hierbas y maleza. Sin embargo, ya sea que esté cultivado o descuidado, siempre está destinado a producir algo. Si no se siembran semillas útiles, entonces caerán, crecerán y se reproducirán en abundancia semillas de maleza.



Al igual que un jardinero cultiva su parcela manteniéndola libre de maleza, sembrando las flores y frutos que desea, así también -todos debemos atender el jardín de nuestra mente, limpiándolo de pensamientos dañinos, inútiles e impuros, y cultivando los frutos de pensamientos correctos, útiles y puros.



Siguiendo este proceso, tarde o temprano descubrimos que somos los jardineros de nuestro espíritu, reconocemos las faltas en nuestra manera de pensar, captamos cada vez con mayor precisión, cómo nuestros pensamientos se encargan de moldear nuestro carácter, nuestras circunstancias y nuestro destino.



El pensamiento y el carácter son uno solo, ya que este último es la sumatoria de nuestros pensamientos dominantes. Puesto que el carácter de una persona se revela y manifiesta en sus circunstancias, es posible afirmar que el entorno de cada uno siempre estará en armonía con su estado interior.



Esto no significa que las circunstancias de una persona en un momento dado sean un indicador de la totalidad de su carácter, sino que algunas de ellas están íntimamente conectadas con algún elemento vital de su pensamiento, el cual ha sido el causante de dichas circunstancias.


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La mente es como un jardín que puede ser inteligentemente cultivado o abandonarse y llenarse de hierbas y maleza. Sin embargo, ya sea que esté cultivado o descuidado, siempre está destinado a producir algo. Si no se siembran semillas útiles, entonces caerán, crecerán y se reproducirán en abundancia semillas de maleza.



Al igual que un jardinero cultiva su parcela manteniéndola libre de maleza, sembrando las flores y frutos que desea, así también -todos debemos atender el jardín de nuestra mente, limpiándolo de pensamientos dañinos, inútiles e impuros, y cultivando los frutos de pensamientos correctos, útiles y puros.



Siguiendo este proceso, tarde o temprano descubrimos que somos los jardineros de nuestro espíritu, reconocemos las faltas en nuestra manera de pensar, captamos cada vez con mayor precisión, cómo nuestros pensamientos se encargan de moldear nuestro carácter, nuestras circunstancias y nuestro destino.



El pensamiento y el carácter son uno solo, ya que este último es la sumatoria de nuestros pensamientos dominantes. Puesto que el carácter de una persona se revela y manifiesta en sus circunstancias, es posible afirmar que el entorno de cada uno siempre estará en armonía con su estado interior.



Esto no significa que las circunstancias de una persona en un momento dado sean un indicador de la totalidad de su carácter, sino que algunas de ellas están íntimamente conectadas con algún elemento vital de su pensamiento, el cual ha sido el causante de dichas circunstancias.


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