4分

«La gran heroína de la Guerra del Pacífico‪»‬ Un Mensaje a la Conciencia

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(Natalicio de Antonia Moreno de Cáceres)

En su obra Mujeres que forjaron el Perú, Bruno Pólack incluye a una mujer que, a causa de la carrera militar y política de su esposo, llegó a ser dos veces la Primera Dama del Perú. Pero fue a causa de la participación misma de esa mujer durante la segunda parte de la Guerra del Pacífico entre Perú y Chile que ocurrió la siguiente historia que ilustra cabalmente la razón por la que el escritor peruano titula su capítulo sobre Antonia Moreno Leyva de Cáceres: «La gran heroína de la Guerra del Pacífico»:

»Con sus pasos observados al detalle —narra Pólack—, Antonia Moreno —esposa «del combatiente más ilustre», el General de Brigada Andrés Avelino Cáceres Dorregaray— tenía la obligación de ser mucho más cuidadosa y astuta, pues de sus acciones dependía buena parte del éxito de la Campaña de la Breña. Ya tenía en su poder un pequeño cañón... y todos coincidían en que había que sacarlo lo más pronto posible de la ciudad [de Lima].... Urgía que esa importante arma estuviera en manos de la resistencia, por lo que convinieron en que unas mulas esperaran la carga fuera de las murallas de la ciudad para llevarla inmediatamente a su destino. Pero, con las calles atestadas de soldados chilenos, ¿cómo se podría sacar dicho armatoste fuera de los confines de la ciudad?

  »A nuestra heroína se le ocurrió que existía sólo una salida posible para resolver el problema. Mandó a desarmar el cañón en varias partes y lo depositó en el interior de un ataúd de madera, el cual sería cargado por las calles simulando una comitiva apesadumbrada de deudos hasta el cementerio. Muy cerca de ahí, en un descampado, los esperarían las mulas que iban a servir de transporte para llevar la peligrosa carga hasta [Cáceres en la sierra central]....

  »Bajo la mirada de atentos soldados chilenos que rondaban por las calles semidesiertas de Lima, el ataúd fue llevado por una muchedumbre de nerviosos deudos... de la patria... que llevaban [además,] escondido donde podían... un cargamento de armas y municiones.... Paso a paso, calle a calle, surgía con cada soldado chileno la posibilidad de ser descubiertos. No se podía correr, pues había que ir a paso de velorio e incluso llorar si era necesario....

»La misión resultó exitosa y el «cadáver» resucitó a los pocos días con estruendosos cañonazos que anunciaban que la resistencia no se rendiría», concluye Pólack.1

Así como el peso abrumador del cañón y de las otras armas recayó sobre los hombros de aquellos soldados peruanos ese día, también en nuestra vida hay días en que sentimos que estamos llevando el peso del mundo sobre los hombros. Sólo que el enemigo nuestro sabe lo que estamos cargando, y se esfuerza más bien por hacernos creer la mentira de que hay que llevar solos esas cargas.

Lo cierto es que el único en la historia humana que ha podido soportar el peso del mundo es Jesucristo, el Hijo de Dios. Cuando murió por nuestros pecados, Él llevó, solo, ese peso sobre sus hombros para que nosotros jamás tuviéramos que llevar solos nuestras cargas. Y ahora espera que, a nuestra vez, cumplamos su ley ayudándonos mutuamente, llevando los unos las cargas de los otros.2

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net



1
Bruno Pólack, «Antonia Moreno: “La gran heroína de la Guerra del Pacífico”», Mujeres que forjaron el Perú, Bicentenario: Colección Perú 1821-2021 (Lima: Editorial Planeta Perú, 2018; Edición Digital, 2020), Loc. 41-152.


2
1P 2:24; Gá 6:2

(Natalicio de Antonia Moreno de Cáceres)

En su obra Mujeres que forjaron el Perú, Bruno Pólack incluye a una mujer que, a causa de la carrera militar y política de su esposo, llegó a ser dos veces la Primera Dama del Perú. Pero fue a causa de la participación misma de esa mujer durante la segunda parte de la Guerra del Pacífico entre Perú y Chile que ocurrió la siguiente historia que ilustra cabalmente la razón por la que el escritor peruano titula su capítulo sobre Antonia Moreno Leyva de Cáceres: «La gran heroína de la Guerra del Pacífico»:

»Con sus pasos observados al detalle —narra Pólack—, Antonia Moreno —esposa «del combatiente más ilustre», el General de Brigada Andrés Avelino Cáceres Dorregaray— tenía la obligación de ser mucho más cuidadosa y astuta, pues de sus acciones dependía buena parte del éxito de la Campaña de la Breña. Ya tenía en su poder un pequeño cañón... y todos coincidían en que había que sacarlo lo más pronto posible de la ciudad [de Lima].... Urgía que esa importante arma estuviera en manos de la resistencia, por lo que convinieron en que unas mulas esperaran la carga fuera de las murallas de la ciudad para llevarla inmediatamente a su destino. Pero, con las calles atestadas de soldados chilenos, ¿cómo se podría sacar dicho armatoste fuera de los confines de la ciudad?

  »A nuestra heroína se le ocurrió que existía sólo una salida posible para resolver el problema. Mandó a desarmar el cañón en varias partes y lo depositó en el interior de un ataúd de madera, el cual sería cargado por las calles simulando una comitiva apesadumbrada de deudos hasta el cementerio. Muy cerca de ahí, en un descampado, los esperarían las mulas que iban a servir de transporte para llevar la peligrosa carga hasta [Cáceres en la sierra central]....

  »Bajo la mirada de atentos soldados chilenos que rondaban por las calles semidesiertas de Lima, el ataúd fue llevado por una muchedumbre de nerviosos deudos... de la patria... que llevaban [además,] escondido donde podían... un cargamento de armas y municiones.... Paso a paso, calle a calle, surgía con cada soldado chileno la posibilidad de ser descubiertos. No se podía correr, pues había que ir a paso de velorio e incluso llorar si era necesario....

»La misión resultó exitosa y el «cadáver» resucitó a los pocos días con estruendosos cañonazos que anunciaban que la resistencia no se rendiría», concluye Pólack.1

Así como el peso abrumador del cañón y de las otras armas recayó sobre los hombros de aquellos soldados peruanos ese día, también en nuestra vida hay días en que sentimos que estamos llevando el peso del mundo sobre los hombros. Sólo que el enemigo nuestro sabe lo que estamos cargando, y se esfuerza más bien por hacernos creer la mentira de que hay que llevar solos esas cargas.

Lo cierto es que el único en la historia humana que ha podido soportar el peso del mundo es Jesucristo, el Hijo de Dios. Cuando murió por nuestros pecados, Él llevó, solo, ese peso sobre sus hombros para que nosotros jamás tuviéramos que llevar solos nuestras cargas. Y ahora espera que, a nuestra vez, cumplamos su ley ayudándonos mutuamente, llevando los unos las cargas de los otros.2

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net



1
Bruno Pólack, «Antonia Moreno: “La gran heroína de la Guerra del Pacífico”», Mujeres que forjaron el Perú, Bicentenario: Colección Perú 1821-2021 (Lima: Editorial Planeta Perú, 2018; Edición Digital, 2020), Loc. 41-152.


2
1P 2:24; Gá 6:2

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