에피소드 49개

Meditaciones diarias que te harán conocer más al Maestro de Galilea

Pastor Eduardo Díaz Eduardo Díaz

    • 종교 및 영성

Meditaciones diarias que te harán conocer más al Maestro de Galilea

    La presentación de un Apóstol

    La presentación de un Apóstol

    1 Corintios 1:1–3

    Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

    En los primeros diez versículos de la Primera Carta de Pablo a los Corintios, el nombre de Jesucristo aparece no menos de diez veces.

    Esta iba a ser una carta difícil, porque iba a tratar de una difícil situación; y en tal situación, el pensamiento de Pablo se centraba en primer lugar y repetidamente en Jesucristo.

    A veces en la iglesia intentamos tratar una situación difícil aplicando un reglamento y en un espíritu de justicia humana; a veces en nuestros propios asuntos intentamos resolver una situación difícil con nuestros propios poderes mentales o espirituales. Pablo no hacía así las cosas; llevaba a sus situaciones difíciles a Jesucristo, y buscaba tratarlas a la luz de la Cruz de Cristo y del amor de Cristo.

    Esta presentación nos habla de dos cosas.

    (i) Nos dice algo acerca de la Iglesia. Pablo habla de La Iglesia de Dios que se encuentra en Corinto. No era la Iglesia de Corinto, sino la Iglesia de Dios.

    Para Pablo, dondequiera que estuviera una congregación individual, era una parte de la Iglesia de Dios. Pablo no habría hablado de la Iglesia de El Salvador o de la Iglesia de Guatemala; no le habría dado a la Iglesia una designación local, y mucho menos habría identificado una congregación con la denominación determinada a la que perteneciera. Para él la Iglesia era la Iglesia de Dios. Si pensáramos en la Iglesia de esa manera, nos acordaríamos más de la realidad que nos une, y menos en las diferencias locales que nos dividen.

    (ii) Este pasaje nos dice algo acerca del cristiano individual. Pablo dice tres cosas acerca de él.

    (a) Está consagrado en Jesucristo.

    El verbo consagrar quiere decir apartar algo para Dios, hacerlo santo ofreciendo sobre ellos un sacrificio. El cristiano ha sido consagrado a Dios mediante el sacrificio de Cristo. Ser cristiano es ser una persona por la que Cristo murió, y saberlo, y darse cuenta de que ese sacrificio hace que pertenezcamos a Dios de una manera muy especial.

    (b) Describe a los cristianos como los que han sido llamados a ser el pueblo dedicado a Dios. Ahora bien: si una persona está señalada como propiedad exclusiva de Dios, debe mostrarse idónea en su vida y carácter para tal servicio.

    Pero la idea de la raíz de esta palabra es separación. Una persona que es separada es diferente de los demás, porque ha sido apartada de lo ordinario para pertenecer a Dios de una manera especial. Y esa diferencia no consiste en retirarse de la vida corriente, sino en una calidad de vida que distingue de los demás a los que la viven.

    (c) Pablo dirige esta carta a los que han sido

    El cristiano es llamado a formar parte de una comunidad cuyas fronteras incluyen toda la Tierra y todo el Cielo. Nos haría mucho bien si en ocasiones eleváramos la mirada por encima de nuestro pequeño círculo y nos viéramos como parte de la Iglesia de Dios que es tan amplia como el mundo.

    (iii) Este pasaje nos dice algo acerca de nuestro Señor Jesucristo. Pablo menciona a nuestro Señor Jesucristo, e inmediatamente, como si se corrigiera, añade su Señor y el nuestro. Ninguna persona ni iglesia tiene el monopolio de Jesucristo. Él es nuestro Señor, pero también el Señor de toda la humanidad.

    • 4분
    Ven y ve

    Ven y ve

    En la reflexión anterior meditábamos sobre cuán limitados nos dejan nuestros prejuicios a la hora de interactuar con el mundo a nuestro alrededor. Vuelva a leer el pasaje. ¿Qué respondió Felipe al comentario de Natanael? ¿Cuál es el valor de esta respuesta? ¿De qué manera lo recibió Jesús? ¿Por qué respondió Natanael de esa manera?

    Las personas con prejuicios establecidos normalmente son bastante reacias a modificarlos. Reciben con escepticismo cualquier comentario contrario a lo que creen. En este sentido, la respuesta de Felipe fue sumamente sabia. Evitó entrar en discusiones inútiles, las mismas que Pablo animó a Timoteo que evitara (1 Timoteo 6:3–5 “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales.”; 2 Timoteo 2:24–25 “Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad”

    Más bien estas personas cambian de opinión cuando por su propia experiencia descubren que sus opiniones estaban erradas. Una persona con dinero puede sostener la creencia de que todos los pobres son vagos hasta que se da la oportunidad de moverse entre ellos. Entonces descubre que muchos de ellos son sumamente trabajadores. Un graduado de seminario puede creer que todo pastor sin estudios difícilmente podrá realizar la tarea ministerial que se le ha encomendado hasta que se cruza con algunos verdaderos siervos de Dios que demuestran lo contrario.

    Las afirmaciónes categóricas siempre son peligrosas y debemos evitarlas. Felipe invitó a Natanael a que viera por sí mismo al Cristo.

    Su reacción ante las palabras de Jesús resulta un tanto cómica. El Señor apenas dio una mínima señal de su autoridad espiritual compartiendo con él una característica de su persona. No obstante, ante tan pequeña demostración Natanael cambió dramáticamente su postura y declaró: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Semejante declaración no refleja, de ninguna manera, que Natanael entendía quién era Jesús. Más bien es la efusiva expresión de quien se encuentra, repentinamente, frente a alguien que lo deslumbra. Que Jesús fuera el Hijo de Dios y el Rey de Israel no se refería a nada de lo que Natanael tenía en mente.

    Como hemos afirmado en este pasaje, aun con un conocimiento muy rudimentario de la persona de Jesús igualmente está abierto el acceso para llegar a él e iniciar la aventura de andar por sus caminos.

    Pareciera que a Jesús también le sorprendió que tan pequeño detalle haya impactado a este varón. No dudó en afirmar que «cosas mayores que estas verás». Quedaban por delante los dramáticos milagros, las confrontaciones a los fariseos, la resucitación de Lázaro y —el más extraordinario evento de todos— la muerte del Mesías en una cruz. Es interesante, sin embargo, que Jesús no mencionó ninguno de estos sucesos. Más bien dijo que vería «el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre».

    Si tuviéramos que hacer una lista de las más increíbles señales que los evangelios registran, pienso que a pocos se les ocurriría mencionar este suceso. No obstante, esa apertura del cielo y una relación fluida entre el Padre y el Hijo son los componentes del más grande milagro de todos: la posibilidad para los hombres de entrar en comunión con el Creador de los cielos y la tierra. ¡Quién de nosotros puede comprender semejante privilegio!

    • 4분
    Prejuicios

    Prejuicios

    El impacto de conocer a Jesús moviliza a las personas a compartir con otros esa experiencia. En el pasaje de hoy Felipe comparte la suya con Natanael. Lea los versículos 43 al 46. “El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme. Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.”

    ¿Qué pudo haber motivado a Felipe a buscar a Natanael? ¿Qué mensaje compartió con él? ¿Cómo reaccionó Natanael? ¿Qué observamos en la respuesta de Felipe?

    Tal como señalaba en la reflexión anterior, el primer impulso de aquellos que conocen a Jesús es el de buscar la forma de compartir su descubrimiento con otros. La Iglesia siempre pierde cuando no sabe aprovechar este movimiento.

    En el pasaje que nos ocupa Jesús decidió trasladarse hacia Galilea. No encontramos detalles acerca de dónde se encontraba, pero sí podemos observar que ya había comenzado con el proceso de rodearse de personas en las que podía realizar una inversión importante. Algunos ya se habían unido a él, pero tomó la iniciativa de invitar a otros.

    La forma de acercarse a cada persona puede ser enteramente diferente, dependiendo de las particularidades de cada una. El método no es tan importante como la oportunidad que brinda el encuentro con él.

    El pasaje tampoco nos provee información acerca de Felipe. No sabemos si era uno de los discípulos de Juan o amigo de Andrés y Pedro. El hecho es que debe haber estado vinculado con el grupo, pues aceptó unirse a ellos. Su primer impulso, sin embargo, fue salir a buscar a Natanael. Al llegar le compartió su descubrimiento. Sin duda Felipe tampoco entendía el significado más profundo de la identidad del Cristo. De todos modos no fue la información que le compartió lo que atrajo a Natanael, sino el entusiasmo y la convicción que comunicaba el mensajero. Esta es una de las claves en el proceso de compartir sobre el Señor. La gente percibe inmediatamente cuándo nuestro testimonio descansa solamente sobre palabras, y eso le restará credibilidad al mensaje.

    Resulta interesante la respuesta inicial de Natanael: «¿Puede algo bueno salir de Nazaret?» No sabemos qué lo movía a pensar de esta forma, pero sus palabras claramente señalan un obstáculo interno que debía superar. Esta clase de prejuicios literalmente colocan un cerrojo en nuestra alma, que no nos permiten recibir nada del otro, aun cuando lo que nos estén ofreciendo sea bueno y apetecible.

    Las trabas más grandes para recibir bendición de los demás no se encuentran en la pasividad de ellos, sino en nuestra tendencia a establecer pautas internas que prohíben el acceso a algunos que consideramos inadecuados para nuestra necesidad. Lo podríamos justificar apelando a razones de género, edad o raza. No obstante, los que salimos perjudicados somos nosotros, pues no percibimos que Dios es libre para tocar nuestra vida en el lugar y por el medio que él escoja.

    «Muchas veces no percibo mis prejuicios, Señor, y por eso me pierdo de lo que tú quieres darme. Identifica estas convicciones internas que son verdaderos obstáculos en mi vida, para que así pueda renunciar a ellas y me abra a todo lo que tú quieres darme. No pongo condiciones, Padre, sino que dispongo mi corazón a recibir las deliciosas sorpresas que tú tienes reservadas para los tuyos. ¡Amén!»

    • 4분
    Se abre el círculo

    Se abre el círculo

    Primeros pasos

    Episodio 5. Se abre el círculo

    Juan 1:19–51

    Lea los versículos 40 al 42. “Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)”.

    ¿Cuál fue la reacción de Andrés? ¿Qué nos indica esto acerca de los caminos que recorre la persona que se ha encontrado con Jesús? ¿Qué mensaje compartió con él? ¿Cómo fue el encuentro de Pedro con el Cristo?

    Juan menciona a Andrés, hermano de Simón Pedro, como uno de los discípulos que pasaron la noche con Jesús donde él se hospedaba. El impacto de Jesús sobre su vida fue tal que salió a buscar a su hermano para compartirle su descubrimiento. Esta reacción, tan natural y espontánea, es una de las razones por las que resulta tan importante no aislar al nuevo discípulo de sus parientes y amigos. Ellos constituyen los puentes naturales que el Señor utiliza para tocar la vida de otros, y esto permite que el evangelio corra por sus cauces naturales.

    A la vez, vale la pena enfatizar nuevamente un punto observado ya varias veces en este primer tramo de nuestro paso por los evangelios. El obrar de Dios siempre abarca mucho más que el pequeño círculo de nuestra propia vida. Así lo entendieron los pastores, como también Simeón y Ana. Es bueno que, antes de que se afiancen malos hábitos que conducen a la pasividad dentro del cuerpo de Cristo, el nuevo discípulo disfrute la oportunidad de compartir acerca de su nuevo amigo.

    Cada uno de nosotros somos beneficiarios de la generosidad de un «Andrés» que estuvo dispuesto a compartirnos lo que había descubierto en Cristo. Tome un momento para darle gracias a Dios por la persona que el Señor utilizó para acercarlo al reino de los cielos. «Bendigo a esa persona, Señor. Gracias por el corazón generoso que la impulsó a hablarme de ti, por la paciencia y perseverancia que demostró frente a mis dudas y titubeos. ¡Cuánto bien has traído a mi vida por causa de ella! Concédeme ser también portador de buenas nuevas en la vida de otros. Que nunca se cierre el camino a tu persona».

    Andrés dijo a Simón que habían hallado al Mesías, con todo lo que esto implicaba para un judío. De todas maneras, debo señalar que Andrés no comprendía realmente quién era Jesús, ni qué significaba que él fuera el Mesías. En los próximos meses y años descubriría que el Cristo era enteramente diferente a todo lo que pudo haber imaginado. No obstante, su testimonio imperfecto fue igualmente el instrumento que utilizó el Señor para tocar a Simón, quien también llegó para conocer a Jesús. Cuando él llegó Jesús pronunció una profecía sobre su vida: «tú serás llamado Cefas». Solamente con el tiempo Simón entendería el verdadero significado de esta palabra. Pero percibimos un significado espiritual en la declaración del Señor, que Simón no necesariamente debía comprender. El Señor ya estaba proclamando el rumbo que deseaba para la vida de este pescador.

    Del mismo modo en nuestras vidas el Cristo, sin perder de vista lo que somos, trabaja con paciencia para que lleguemos a la plenitud del proyecto que Dios ha trazado para nuestras vidas. ¡Qué bueno poder ser socios plenos en esa empresa!

    • 4분
    ¡Contacto!

    ¡Contacto!

    El texto para hoy es Juan 1:35–39. “El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. 36Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima”

    En su opinión, ¿cuáles serían las razones por las que los discípulos decidieron seguir a Jesús? ¿Cómo respondió él a la curiosidad de ellos? ¿Qué habrán experimentado estos dos discípulos en ese primer día con Jesús?

    Juan fue clave para que Jesús efectuara la transición de una vida privada a la exposición de un ministerio público. En el texto que examinamos en estos días encontramos testimonio de varios encuentros del Bautista con Jesús, y en cada uno de ellos él señaló a Jesús como el Ungido de Dios.

    En el encuentro de hoy, el Bautista dirige sus comentarios sobre Jesús a dos de sus discípulos, quienes, impulsados por sus palabras, deciden seguirlo. La respuesta de ellos revela el tremendo potencial del testimonio de alguien en quien otros reconocen autoridad espiritual. El nivel de esta influencia depende del grado de confianza que el siervo haya cultivado con aquellos que le siguen. La confianza es el fruto del grado de compromiso que haya demostrado hacia sus seguidores, pero también descansa sobre la clase de vida que sigue. Cuanto más transparente y serio es en su caminar con el Señor, mayor peso tendrá su vida delante de aquellos con quienes la comparte.

    Ningún líder debe utilizar con imprudencia esta influencia sobre la vida de los demás. Santiago advierte a muchos a no desear ser maestros, porque, como tales, serán juzgados con mayor severidad, pues no solo deberán rendir cuentas por sus propias vidas, sino también por las de aquellos que le fueron confiados. El que sirve al Señor con temor deberá ser recatado a la hora de hacer comentarios delante de aquellos sobre los que ejerce influencia, para que sus palabras no los lleven a tomar decisiones desacertadas.

    Cuando los dos discípulos manifestaron a Jesús que deseaban saber dónde se hospedaba, él los invitó a acompañarlo para que vieran por sí mismos. La invitación consistía en mucho más que simplemente conocer la casa donde pasaba la noche. El Maestro les estaba ofreciendo la oportunidad de pasar tiempo con él, tiempo en el que, sin duda, podrían satisfacer la curiosidad y el interés que habían despertado en ellos los comentarios de Juan. Para muchos este será también el camino que deberán recorrer con Cristo. Él ofrece la oportunidad de que nos acerquemos a él para indagar acerca de su persona, sin incluir la presión que, en nuestro apuro, tantas veces ejercemos para asegurar que los que se acercan a Jesús decidan por él. Las conversiones que más perduran, según los resultados de estudios al respecto, son aquellas que fueron la culminación de un proceso, más que el fruto de un evento aislado.

    Como el día estaba ya avanzado, los discípulos de Juan se quedaron esa noche con Jesús. Los evangelistas no nos ofrecen ningún dato de lo que compartieron en ese primer día juntos, pero podemos imaginar que estos ya comenzaban a percibir el irresistible atractivo del Hijo de Dios. Seguramente su cercanía a él también inquietó sus corazones, pues estaban en la presencia de aquel cuya vida poseía tal profundidad que no encontrarían en ninguna otra persona. Para ellos, la gran aventura comenzaba.

    • 4분
    Cordero de Dios

    Cordero de Dios

    Episodio 3 Cordero de Dios.

    Juan 1:19–51

    Lea los versículos del texto para este día. ¿Qué otras indicaciones nos da acerca de la persona de Juan y su relación con Jesús? ¿Qué comunicaba Juan acerca del Cristo al llamarlo el «cordero» de Dios? ¿Cómo conseguiría Juan entender la verdadera identidad del Cristo?

    El testimonio de Juan es fundamental en el inicio del ministerio público de Jesús. De hecho, él ha sido enviado para preparar los corazones de las personas para la llegada del Mesías. Este proceso culmina cuando él mismo señala la presencia del Cristo en medio de las multitudes que seguían llegando al Jordán para que él las bautizara.

    Cuando Jesús vuelve a aparecer Juan declara: «He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Es la primera vez que alguien utiliza la frase «cordero de Dios» en referencia al Cristo, título que Juan, el evangelista, repetirá en el Apocalipsis. No obstante lo novedoso de la frase, la imagen de un cordero capta a la perfección la esencia del Hijo de Dios. Los judíos inmediatamente pensarían en el cordero de la pascua, cuyo sacrificio evitó que el ángel de la muerte visitara a las familias israelitas cuando mató a todos lo primogénitos de Egipto (Éxodo 12).

    El que Juan compare al Cristo con un cordero nos ofrece una excelente perspectiva de su identidad. El cordero es, quizás, el animal más dócil sobre la faz de la tierra. Su fragilidad obliga al pastor del rebaño a cuidarlo de manera especial, pues es sumamente vulnerable. El cordero encarna las características sobresalientes de Jesús, quien ha depositado sus atributos divinos a los pies del Padre para tomar forma de hombre. Su deseo más profundo será, en todo momento, cumplir la voluntad del Padre, que lo ha enviado. En su condición humana el Cristo también incorpora todas las limitaciones y debilidades propias de los hombres. Lo paradójico, sin embargo, es que en el Reino la sumisión y la quietud son las características de los más fuertes, los que adquieren una estatura espiritual que es completamente desproporcionada en comparación a la estatura que comunicamos ante nuestros pares.

    El testimonio de Juan nos permite una significativa observación sobre la verdadera identidad de Jesús. Él afirma que solamente logró identificar al Mesías por medio de una revelación celestial. Aunque desconocemos cómo le llegaron las instrucciones, Dios lo orientó de la misma manera que lo había hecho con el anciano Simeón: «Aquél sobre quien veas al Espíritu descender y posarse sobre Él, éste es el que bautiza en el Espíritu Santo». Hemos de entender por esto que si Juan no hubiera recibido esta revelación no hubiera podido identificar al Hijo de Dios, aunque sin duda conocía a Jesús por ser primo de él. El incidente, sin embargo, claramente nos indica que conocer la identidad espiritual de Cristo es un don del cielo. Nosotros le conocemos porque él escogió darse a conocer.

    «Por esto, Señor, entiendo que avanzar hacia las profundidades del conocimiento de tu persona no es un bien del cual pueda echar mano por mis propios medios. Necesito que, una y otra vez, tú te reveles a mi vida de manera que pueda recibir de ti el verdadero conocimiento que me hace libre. Me abro a lo que tú quieras mostrarme de tu persona».

    • 3분

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