6 min

868 - Salmos. El refugio del justo. Sal 11:3 Descansando en Dios

    • Christianity

868 – Sal 11:3 – Salmos. El refugio del justo.

Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?

 

La actitud de los consejeros es de pánico, pero David está en paz. A la vista de la actitud de David, este salmo puede incluirse entre los salmos de confianza.  El salmo 11 enseña en quien confiar y como orar cuando recibimos consejos equivocados. Estos consejos pueden venir de amigos bien intencionados o de opositores que desean ver caer al creyente o a la iglesia. La fe de David contrastaba con el temor de sus consejeros. “¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.” (Sal 36:7). La fe en Dios impide que perdamos la esperanza y nos ayuda a resistir el temor, miedo. Los consejeros de David tenían miedo debido a que veían sólo circunstancias aterradoras y fundamentos que se desmoronaban. David estaba seguro y optimista porque sabía que Dios era más grande que cualquier cosa que sus enemigos pudieran llevar en su contra. “No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro.” (1Sa 2:2).

1. Consejo equivocado, huir (Sal 11:1-3). Sal 11:1 En Jehová he confiado; ¿Cómo decís a mi alma, Que escape al monte cual ave? El salmista inicia afirmando su fe en Dios, pero recibe un consejo de que huya, abandone la lucha porque todo está perdido, y salve su vida. El diablo, con sus dardos de fuego, todos ellos susurran a nuestro oído: “Huye como un pájaro a tu montaña”; pero nosotros hemos de avanzar, perseverar y desafiarlos con el escudo de la fe. “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” (Stg 4:7). ¿Cuántas veces en la lucha espiritual somos tentados a huir, abandonar y no perseverar en el camino de Dios? Cuando te veas tentado a huir, huye hacia Dios, “echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1Pe 5:7). Los malos hacen planes en lo oculto contra el justo: “Porque he aquí, los malos tienden el arco, disponen sus saetas sobre la cuerda, para asaetear en oculto a los rectos de corazón.” (Sal 11:2). Los principales sacerdotes y fariseos prepararon asechanzas para tentar y hacer caer a Jesús por medio de su astucia y matarle; tensaron su arco cuando compraron a Judas Iscariote para que traicionara a su Maestro; colocaron sus flechas en la cuerda cuando buscaron “falsos testimonios contra Jesús para darle muerte” (Mt 26:59). Al igual que Jesucristo debemos confiar en Dios, vencer la asechanza del enemigo, perseverando en el camino de la fe. “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.” (He 4:14-15). Ante los dardos de fuego del enemigo perseveremos en la fe, y “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.” (Ef 6:16), y en oración: Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (He 4:16). El salmista se pregunta: “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?” (Sal 11:3). Los fundamentos, sean personas o principios, siempre son importantes. El diablo tratará de destruirlos, creando en el creyente desconfianza en la palabra de Dios, para que no dependa de Dios, persiguiendo a la iglesia con leyes que desechan los principios de Dios. ¿Qué ha de hacer el justo? Confiar en Dios. Jesucristo afirmó “… y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” (Mt 16:18). La iglesia, el cuerpo de Cristo, la compró Cristo a precio de sangre, venció al enemigo en la cruz (Col 2:14-15; He 2:14-15), y las asechanzas del diablo no podrán destrui

868 – Sal 11:3 – Salmos. El refugio del justo.

Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?

 

La actitud de los consejeros es de pánico, pero David está en paz. A la vista de la actitud de David, este salmo puede incluirse entre los salmos de confianza.  El salmo 11 enseña en quien confiar y como orar cuando recibimos consejos equivocados. Estos consejos pueden venir de amigos bien intencionados o de opositores que desean ver caer al creyente o a la iglesia. La fe de David contrastaba con el temor de sus consejeros. “¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.” (Sal 36:7). La fe en Dios impide que perdamos la esperanza y nos ayuda a resistir el temor, miedo. Los consejeros de David tenían miedo debido a que veían sólo circunstancias aterradoras y fundamentos que se desmoronaban. David estaba seguro y optimista porque sabía que Dios era más grande que cualquier cosa que sus enemigos pudieran llevar en su contra. “No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro.” (1Sa 2:2).

1. Consejo equivocado, huir (Sal 11:1-3). Sal 11:1 En Jehová he confiado; ¿Cómo decís a mi alma, Que escape al monte cual ave? El salmista inicia afirmando su fe en Dios, pero recibe un consejo de que huya, abandone la lucha porque todo está perdido, y salve su vida. El diablo, con sus dardos de fuego, todos ellos susurran a nuestro oído: “Huye como un pájaro a tu montaña”; pero nosotros hemos de avanzar, perseverar y desafiarlos con el escudo de la fe. “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” (Stg 4:7). ¿Cuántas veces en la lucha espiritual somos tentados a huir, abandonar y no perseverar en el camino de Dios? Cuando te veas tentado a huir, huye hacia Dios, “echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1Pe 5:7). Los malos hacen planes en lo oculto contra el justo: “Porque he aquí, los malos tienden el arco, disponen sus saetas sobre la cuerda, para asaetear en oculto a los rectos de corazón.” (Sal 11:2). Los principales sacerdotes y fariseos prepararon asechanzas para tentar y hacer caer a Jesús por medio de su astucia y matarle; tensaron su arco cuando compraron a Judas Iscariote para que traicionara a su Maestro; colocaron sus flechas en la cuerda cuando buscaron “falsos testimonios contra Jesús para darle muerte” (Mt 26:59). Al igual que Jesucristo debemos confiar en Dios, vencer la asechanza del enemigo, perseverando en el camino de la fe. “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.” (He 4:14-15). Ante los dardos de fuego del enemigo perseveremos en la fe, y “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.” (Ef 6:16), y en oración: Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (He 4:16). El salmista se pregunta: “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?” (Sal 11:3). Los fundamentos, sean personas o principios, siempre son importantes. El diablo tratará de destruirlos, creando en el creyente desconfianza en la palabra de Dios, para que no dependa de Dios, persiguiendo a la iglesia con leyes que desechan los principios de Dios. ¿Qué ha de hacer el justo? Confiar en Dios. Jesucristo afirmó “… y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” (Mt 16:18). La iglesia, el cuerpo de Cristo, la compró Cristo a precio de sangre, venció al enemigo en la cruz (Col 2:14-15; He 2:14-15), y las asechanzas del diablo no podrán destrui

6 min