4 min

20. Si queremos que algo se active tenemos que comprometernos Coaching para escena - Un podcast de Leo Cosentino

    • Performing Arts

Me quedé enganchado con un texto que les recomendé hace unas semanas: “Iniciativa” de Goethe.

Lo volví a leer recién y me resulta genial. Si no lo leyeron insisto en que lo hagan.

La cuestión es que ese texto tan genial, que está cargado de versos impresionantes, nos habla de que cuando nos comprometemos y tomamos una iniciativa, se activan una cantidad inimaginable de fuerzas de asistencia. Y a mí, como casi todo en esta vida, me trae en el acto un reflejo instantáneo en mi anecdotario que por alguna extraña razón es inmenso y muy cargado de detalles. 

El recuerdo que me trae este texto tiene que ver con la banda de música en la que yo tocaba hace algunos años. Habíamos tomado la mala costumbre de ensayar sólo cuando teníamos una presentación cerca. 

El compromiso que cada uno depositaba en el proyecto se había reducido a una pasada unos días antes de cada presentación y el show.

Eso hizo que la banda, que era genial, fuera perdiendo el brillo que tenía cuando estábamos aprendiendo las canciones y jugándonos todo frente al público. Ese era el tiempo en el que nos juntábamos cada semana y si teníamos cerca un trabajo podíamos contar con uno o dos encuentros más.  

Cuando entramos en la etapa de repetición y empezamos a juntarnos menos, la pérdida de ese entusiasmo provocó que nos llamaran cada vez menos hasta que la banda entró en un letargo que duró unos meses.

Tiempo después extrañé aquello, invité al resto a juntarnos como en el principio y quedamos para un lunes.

Cuando llegó el día nos reencontramos. Estábamos charlando mientras preparábamos nuestros instrumentos y cuestiones, y cuando estábamos listos para empezar a tocar, sonó el teléfono ofreciendo trabajo para la banda.

Éramos siete. Ninguno podía creerlo. Pero el mensaje nos quedó muy claro y para siempre.

Si queremos que algo se active tenemos que comprometernos y trabajar para ello, intentando no distraernos con miedos e inseguridades y convocando a las personas con las que queremos trabajar.

Y después será necesario que confiemos y sostengamos nuestro compromiso recurriendo cada tanto a los pilares sobre los cuales se construyó la cosa en cuestión.

Con fe y perseverancia, pero también con entusiasmo.

Si sólo encontramos la receta y la repetimos, corremos el riesgo de aburrirnos y ver cómo lo construido pierde empuje.

Aprovechemos la magia que se da cuando creamos.

Salú

Me quedé enganchado con un texto que les recomendé hace unas semanas: “Iniciativa” de Goethe.

Lo volví a leer recién y me resulta genial. Si no lo leyeron insisto en que lo hagan.

La cuestión es que ese texto tan genial, que está cargado de versos impresionantes, nos habla de que cuando nos comprometemos y tomamos una iniciativa, se activan una cantidad inimaginable de fuerzas de asistencia. Y a mí, como casi todo en esta vida, me trae en el acto un reflejo instantáneo en mi anecdotario que por alguna extraña razón es inmenso y muy cargado de detalles. 

El recuerdo que me trae este texto tiene que ver con la banda de música en la que yo tocaba hace algunos años. Habíamos tomado la mala costumbre de ensayar sólo cuando teníamos una presentación cerca. 

El compromiso que cada uno depositaba en el proyecto se había reducido a una pasada unos días antes de cada presentación y el show.

Eso hizo que la banda, que era genial, fuera perdiendo el brillo que tenía cuando estábamos aprendiendo las canciones y jugándonos todo frente al público. Ese era el tiempo en el que nos juntábamos cada semana y si teníamos cerca un trabajo podíamos contar con uno o dos encuentros más.  

Cuando entramos en la etapa de repetición y empezamos a juntarnos menos, la pérdida de ese entusiasmo provocó que nos llamaran cada vez menos hasta que la banda entró en un letargo que duró unos meses.

Tiempo después extrañé aquello, invité al resto a juntarnos como en el principio y quedamos para un lunes.

Cuando llegó el día nos reencontramos. Estábamos charlando mientras preparábamos nuestros instrumentos y cuestiones, y cuando estábamos listos para empezar a tocar, sonó el teléfono ofreciendo trabajo para la banda.

Éramos siete. Ninguno podía creerlo. Pero el mensaje nos quedó muy claro y para siempre.

Si queremos que algo se active tenemos que comprometernos y trabajar para ello, intentando no distraernos con miedos e inseguridades y convocando a las personas con las que queremos trabajar.

Y después será necesario que confiemos y sostengamos nuestro compromiso recurriendo cada tanto a los pilares sobre los cuales se construyó la cosa en cuestión.

Con fe y perseverancia, pero también con entusiasmo.

Si sólo encontramos la receta y la repetimos, corremos el riesgo de aburrirnos y ver cómo lo construido pierde empuje.

Aprovechemos la magia que se da cuando creamos.

Salú

4 min