Tanto usted como yo transitamos por un desierto llamado mundo, que no nos ofrece nada gratuito, en la medida que obtenemos algo de él, este nos quita algo a cambio, el ardiente sol nos sofoca, y chorros de agua destilan de nuestro ser, deshidratándonos hasta el desmayo.

Entonces en el caminar, casi muertos, clamamos por nuestras vidas, miramos a nuestro alrededor, no vemos muchas posibilidades, creeríamos que lo mejor es morir porque ya no hay más esperanza, sólo quedan nuestros recuerdos y nuestras culpas, nuestros sueños frustrados y la melancolía de no poder contemplar otro amanecer.