Propósito y Gracia, Artículos Sovereign Grace Church en New Caney, Texas

"…Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, 
sino de toda palabra de Dios" (Lucas 4:4)

¿Qué pensarías de un hombre que se sentó a su cena del domingo y trató de comer lo suficiente en ese momento, en una comida, para durarle toda la semana? Y sin embargo, ese es precisamente el método seguido por multitudes de personas con su alimento espiritual. La única vez que obtienen una comida espiritual adecuada es el domingo, y hacen que les dure el resto de la semana. ¿Sería de extrañar que tantos cristianos estén débiles y enfermos? O que podamos afrentar el hecho que nuestras almas necesitan urgentemente un suministro diario del Pan de Vida. Cualquier otra cosa que quede sin hacer, pero velemos entonces para que regularmente nos alimentemos del maná espiritual.

Aquellos que han sido salvos son aquellos que “están siendo salvos” (1 Corintios 1:18; Filipenses 2:12,13). Aquellos que han aprendido de Cristo son aquellos que también están “aprendiendo” de Él (Juan 6:45; Mateo 11:29). Aquellos que verdaderamente conocen al Señor son aquellos que “desean conocerlo” (Filipenses 3:7-10). Aquellos que han visto la gloria de Dios en la faz de Jesucristo son aquellos que continuan clamando al Señor: “Te ruego que me muestres Tu gloria” (Éxodo 33:18). Estas son las personas que dicen, de todo corazón, “En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza” (Salmo 17:15)

Qué benditas palabras están aquí contenidas en este versículo. Que Dios conceda al escritor y al lector de este artículo, gracia para ver y comprender el evangelio de nuestra salvación declarado en este versículo, y ser consolado en Cristo.

“…Se sentará…”

El profeta establece aquí en estas palabras que nuestro Soberano Redentor terminará la obra salvadora de Su pueblo. El profeta declara “Se sentará”. Pablo escribe, en cumplimiento de esta promesa del evangelio, que nuestro Dios y Rey Cristo el Señor “se sentó” (Hebreos 1:3, 10:12).

Quizás hayas escuchado la expresión “deja de sentarte en el trabajo”, conlleva la idea que alguien tiene un trabajo incompleto y en lugar de terminarlo, se sienta perezosamente. Amado, cuando Pablo nos dice que nuestro bendito Señor “se sentó”, está declarando el evangelio de nuestra salvación. ¡Todo lo que un pecador como yo y un pecador como tú necesita, desesperadamente, para ser salvo ante nuestro Padre Celestial, nuestro Señor Jesús lo ha logrado [terminado]! Un perdón de pecados entero y completo, y una perfecta justicia sin mancha que no le falta nada. Nuestro Señor declaró “consumado es” (Juan 19:30). ¡Amado “vosotros estáis completos en ÉL”! (Colosenses 2:10)

“…y Limpiará…”

¡En todo este versículo, el profeta expone nuestra salvación al decirnos claramente que “Él limpiará” !Que consuelo del Evangelio está aquí contenido para ti amado. ¿Recuerdas lo que el ángel del Señor le declaró a José? “[María] dará a luz un hijo, y llamarás Su nombre JESÚS: porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). Amado, el Espíritu Santo nos dice, a través de Su siervo Pablo, que nuestro Señor Jesús (El resplandor de la gloria del Padre, la imagen misma de Su sustancia, el que sostiene todo) ha “efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo” (Hebreos 1:3). Amado, “Todas las cosas por [CRISTO] fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3). ¡Nuestro Dios, Cristo Jesús el Señor, de quién el profeta declaró “SE SENTARÁ… y LIMPIARÁ”—“SE HA SENTADO”! Amado, Él mismo nos ha “LIMPIADO” de todos nuestros pecados. ¡Hijos de Leví, regocíjense! “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” ¡AMEN!

Amado, la razón por la cual Adán y Eva se encontraron vestidos con estas túnicas de pieles es la misma razón por la cual usted, que cree en Cristo, se encuentra en Él.
La salvación es la provision de Dios en Cristo para ti, y no tú proveyendo a ti mismo. La salvación es DIOS vistiendo al hombre en Cristo, y no el hombre vistiéndose a si mismo.
Si estás en Cristo, salvo por su persona bendita y su obra salvadora, tu te encuentras en Él de acuerdo con el placer de su voluntad, y no la tuya, aunque Él nos hace voluntariosos. (Salmo 110:3)
La salvación es la provisión de Dios para pecadores en Cristo, no nuestra provisión. El que hace que Cristo sea nuestra túnica de salvación es el que nos viste misericordiosamente en Él y hace que Su justicia sea nuestra ¡a través de esa unión con Él, vital y viva! ¡Amados, por él [Dios] estáis vosotros en Cristo Jesús! (1 Corintios 1:30)

El único intercambio de palabras que ha traído paz a mi corazón, son esas palabras intercambiadas en el pacto de la gracia. Las palabras intercambiadas entre el Padre y el Hijo a favor de Su pueblo bendito. Nuestro Padre celestial nos ordena contemplar a Su Hijo y escucharlo.

El Padre declara de su Hijo y de todo su pueblo bendito en Él. “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. (Mateo 3:17) El Hijo le declara al Padre: “He aquí, yo y los hijos que Dios me dio” “a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió” (Hebreos 2:13, Juan 17:12).

Desde antes de la fundación del mundo escuchamos cada cláusula bendita, cada promesa bendita del pacto, intercambiada entre el Padre y el Hijo y entregadas al corazón creyente por el Espíritu Santo.

Cuán propensos somos a tratar de encontrar seguridad en las palabras de los demás. O peor aún, ¡tratar de dar seguridad a otros con nuestras palabras! Amado, solo encontraremos paz, reposo y eterna seguridad creyendo las palabras intercambiadas por y en nuestro Dios del pacto, que no cambia. Palabras intercambiadas entre el Padre y Su Hijo, y bendecidas en los corazones de Su pueblo por el Espíritu Santo. Amado, Él jura en daño suyo, no por eso cambia; te declara a ti elegido de Dios: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” “Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.” (Salmo 15:4, Jeremías 31:3, Malaquías 3:6)

Señor, líbranos de mirarnos a nosotros mismos. Haz que “confiemos en ÉL”. Concédenos escuchar la voz agradable de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Él nos declara una vez más, a través del evangelio de nuestra salvación, que todo lo que este pobre pecador necesita para ser salvo ante un Dios Santo, ha sido provisto libre y misericordiosamente en CRISTO y por CRISTO. Nuestro Señor declara: “yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”. Amado, nadie nos arrebatará de las manos de nuestro Padre y Su Hijo amado. Creyente, ni siquiera puedes arrancarte tú mismo de las manos de nuestro Dios; estás sellado por su Espíritu Santo y eres la posesión adquirida de su Hijo.

Todo lo que debo hacer para ser salvo; Él me ha hecho, misericordiosamente, en la carne de un hombre. No en mi carne, sino en la carne y el Espíritu de su Hijo, al que ahora sigo por su gracia. Amado, “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1)
Que Dios conceda, tanto al escritor como al lector, la gracia para contemplar que la única obra que da seguridad al corazón de su pueblo no es ninguna obra realizada en nuestra carne, sino la obra justa y lograda de Cristo, cumpliendo la LEY DE DIOS en nuestro favor. En la cruz donde murió nuestro bendito Salvador, Él nos compró [con] Su propia sangre. La muerte agotadora, sangrienta y propicia de nuestro Señor que pagó la pena de todos nuestros pecados. Y con esa vida justa Èl vivió como hombre, y ahora ha resucitado, y vive para siempre a la diestra del Padre, cumpliendo todas las demandas que Dios requiere de mí para la santidad. ¡Que Dios conceda, tanto al escritor como al lector, ayuda! Señor creo, ayuda mi incredulidad. ¡Amado, ÉL ha logrado y terminado el trabajo de nuestra salvación! Amén. (Isaías 40:1-2, Hebreos 4:3)

Felipe no predicó una teología, no predicó una opinión personal, no predicó una teoría o un asunto, amado él predicó una persona; él abrió su boca y desde las escrituras le anunció el evangelio de Jesús.

Todos los ministros fieles, los hombres enviados de Dios predican a Cristo Jesús y a Él crucificado; no se predican a sí mismos; no son hombres que quieren agradar a otros hombres, ellos son vuestros siervos por amor de Jesús. (2 Corintios 4:5)

Amado, yo oro que el Señor me permita abrir mi boca y te predique a JESÚS; que a través de su gracia inmerecida, siempre me hará ser tu fiel ministro de Cristo. (Colosenses 1:7)