137 episodes

La Madre Shaktiananda guía sutilmente esta meditación, para que -a través de la respiración consciente y el contacto interno- logremos entrar en un estado de sosiego y calma que nos permita generar una conexión profunda con nuestro Ser. Sin caer en las fórmulas menores que reducen el acto de meditar a eliminar la ansiedad o el estrés, la Madre va más allá, mostrando que la real disposición interna que debemos sostener al meditar es liberar nuestro temor y abrirnos a la verdad de amor que nuestro ser contiene.

Meditaciones Guiadas con Mataji Shaktiananda Mataji Shaktiananda

    • Religión y espiritualidad

La Madre Shaktiananda guía sutilmente esta meditación, para que -a través de la respiración consciente y el contacto interno- logremos entrar en un estado de sosiego y calma que nos permita generar una conexión profunda con nuestro Ser. Sin caer en las fórmulas menores que reducen el acto de meditar a eliminar la ansiedad o el estrés, la Madre va más allá, mostrando que la real disposición interna que debemos sostener al meditar es liberar nuestro temor y abrirnos a la verdad de amor que nuestro ser contiene.

    Respira hasta estallar y ser Aquello

    Respira hasta estallar y ser Aquello

    Respira en firme, respira constante,
    respira conscientemente.
    Céntrate ahí,
    tan solo en tu respiración, aquietándote.
    Que no tengas ninguna tensión física,
    respira para ello y permite que tu cuerpo,
    tras cada respiro, se aquiete, se calme
    y te sostenga ahí, sin exigirte nada.

    Revisa tu rostro, relajado, y observa
    cómo ya logras entrar en calma,
    cómo cada pensamiento, sin inhibirse, pasa.
    Porque respiras para eso.

    De lo que existe,
    ¿qué crees es lo que más te observa?
    Más así, en este estado,
    en el que te sostienes como en suspensión,
    acallándote, percibiéndote.

    ¿Qué crees te observa?
    ¿Qué o quién está haciendo
    registro consciente de esto?
    ¿Qué o quién te produce el estar así,
    el querer estar así?
    ¿Desde qué parte de ti logras esto?

    ¿Qué existe en ti, donde sea, que se recrea en esto?
    En hacer que tu mente se reconozca,
    se estabilice, se calme.
    Que tus sentidos se vuelquen hacia ti.
    Que tu verbo se haga en silencio
    y que tu cuerpo sostenga todo eso sin interferir.
    Que puedas estar así, tan en ti, a voluntad,
    con entusiasmo, con fuerza, con entendimiento
    y, sobre todo, con tanto amor.
    ¿Qué puede llevarte a eso?

    Y estás ahí, como si no estuvieras,
    porque algo de ti ni siente,
    se va sujetando a ese estado suspendido
    en el que existe Aquello que produce esto,
    que invoca a esa parte de ti, la clama
    y, en tantas formas, la obtiene,
    porque estás así, inmerso en ti.

    ¿Qué o quién crees produce esto?
    ¿Queriendo qué?

    Observa tu quietud, observa cuánto logras,
    cuánta serenidad, cuánto silencio.
    Es como si no existiera nada más que tú en ti,
    siendo quien eres, atendiendo tu Ser,
    reforzando tu alma, adquiriendo tu estado,
    entregándote. Y ya sabrías a quién y a qué:
    a lo que sabes existe en ti,
    lo que te permite ser, estar, sentir, amarte así.

    Y el respiro es el conducto, es la vía,
    es la vida, es tu aliento, es tu fuerza,
    lo que te conecta a lo que la conciencia es.

    Observa cómo te habita.
    Percibe cómo esa conciencia está en ti,
    lo que te produce, lo que te provoca,
    lo que te brinda, lo que le das.

    Y así permaneces, respirando en calma,
    sabiendo todo, permitiéndote este instante
    en que solo existe eso, en ti, por ti, para ti.

    Tendrías que apreciar,
    para que siempre participes de eso, desde ti.
    Y es tan simple quedarte quieto,
    respirar conscientemente, aceptar el momento,
    confiar en ti, respetar tu espacio,
    sentir el mundo y habitar tu conciencia.
    Y ahí estás, ahí eres, ahí te juntas
    con la conciencia que Es,
    que es todo lo que existe.

    Y te aportas a ti tal y como eres,
    tal y como sientes, tal y como te amas.
    Existes en conciencia,
    habitas lo que Es, amas lo que quieres,
    y eres el Ser y el Ser es en ti.
    Y la fórmula se da y el principio matemático
    da su resultado:
    eres la Conciencia, el Uno mismo.

    ¿Qué más quieres fingir?
    ¿A quién quieres atacar?
    ¿Qué tanto deseas?
    ¿Cuánto más vas a engañar?
    ¿No te cansas de mentir?
    ¿Por qué recurres al dolor?
    ¿Cuánta infamia aceptarás?
    Rescátate ya, acepta tu verdad.
    y no permitas que nadie te desame, menos tú.

    Hazte consciente, hazte presente.
    Respira a profundidad,
    establece la valía de este momento,
    y no te conformes nunca,
    sigue respirando hasta que sepas estallar
    y te desatomices, y pierdas la materia,
    y te obtengas más allá, en Aquello,
    en Eso que Es.

    Depura tu Ser, hazte cada vez más sutil,
    ve abandonando todo esto
    y opta por lo que Es.
    Ten fe en ti, ármate de confianza
    y ámate cada vez más, más, siempre más.

    Respira en bien, respira aquí,
    respira profundo y agradece a tu Ser,
    que se atreve a tanto.

    Om Namaha Shivaya

    • 33 min
    Si tu alma duele, transfórmate

    Si tu alma duele, transfórmate

    ¿Cuántos respiros podrías atender?
    ¿Cuántos?
    Pero atiende al tuyo.
    Atiende tu respiro, serénalo y haz que te responda,
    que le responda a tu cuerpo, que le responda a tu mente.
    No precises respuesta alguna,
    que ese responder sea tu aliento de vida,
    que tu respiro responda a tu aliento de vida.

    Entiende que meditar
    es como una forma de instalarte en ti.
    Te instalas y, desde ahí, siendo quien eres, conectas.
    Y te das en vida, es la vida.
    ¿O cuál sería? ¿Lo que haces o lo que eres?

    Respira, profundizando los respiros.
    Cada respiro responde a lo que eres
    y te instalas con cada respiro,
    hasta que logres una percepción sutil de ti,
    desde esa forma, ese peso, esa estructura,
    ese organismo que alientas tanto,
    hasta eso tan sutil, que ni debería pesarte.
    Esa sustancia, esa alma, tan llena de ti
    y, que esa sí, no debería pesarte.
    Si te pesa, respira.
    ¿Qué es lo que ha traído?
    ¿Qué es lo que lleva, para que logre pesarte?
    Y respirando así, sopla un poco igual.
    Respira y sopla.
    Respira y sopla.

    El alma no se siente,
    el alma siente.
    Respira y sopla.

    Tienes que alivianarla del peso que le has dado.
    ¿Sabes con qué? Con lo que sientes.
    Te podrías preguntar,
    ¿qué tanto he sentido?
    ¿Qué he sentido?
    ¿A quién he sentido?
    Respira y sopla.

    ¿Y qué has querido sentir?
    ¿Miedo o dolor?
    ¿Confianza y amor?
    ¿Qué? ¿Por qué? ¿Por quién?
    ¿Qué has preferido?
    ¿Qué has decidido?
    ¿Qué has elegido?
    ¿Qué has discernido?
    Respira y sopla.

    Te preguntarás, ¿qué sabe el alma?
    De ti, todo.
    ¿Sabes lo que no sabe?
    De los demás, más cuando esas otras almas,
    no saben ser almas, se enturbian, se oscurecen,
    se ciegan, se rompen, se maldicen.
    Respira y sopla.

    Cada respiro enciende más tu alma.
    Cada respiro consciente, esclarece más.
    Cada pensamiento en luz, acrecienta tu alma.
    Cada acción en buena fe, la enriquece.
    Cada aliento propio, hace que tu alma nutra la conciencia.
    Cada fuerza de luz ganada, te instala en el Ser.

    ¿Qué quieres? ¿Qué has querido?
    ¿Qué has hecho?
    ¿Qué has producido?
    ¿Qué estás creando?
    ¿Qué te está pasando?

    Y dirás, si mi alma duele…
    Refórmate, transfórmate,
    siempre se puede.
    La bondad en bendición, es infinita.

    Recoge el aliento, resérvalo,
    sostente ahí, incólume.
    Que no entre ni salga nada, mantente,
    hasta que el pulso se abra y te estarás abriendo.
    Así será cada vez más,
    mientras lo busques, mientras lo quieras,
    mientras necesites más.

    Quien te ha instalado aquí, está instalado en ti.
    Y es todo. Y es todo. Todo.
    ¿Cómo no amarte?

    Reserva el aliento, contenlo.

    Gratitud, constancia, fuerza.

    Om Namaha Shivaya

    • 32 min
    Clama por tu orden

    Clama por tu orden

    Respira en orden, respira en tu orden, en tu sistema tan perfecto.
    Y, así mismo, como si quisieras ordenarte.
    Más si existe algún desorden, el que sea.
    Todo desorden se refleja, se manifiesta en ti. 
    Te invade, te desajusta, te descentra,
    te desubica y te hace perderte.
    Así que respira clamando por tu orden.

    Quizá ni siquiera notas
    cuánto existe en ti que no es, ni permites nada,
    así que haz que la respiración haga alguna tarea,
    busca balance, adquiere fuerza, ve restituyéndote,
    y, antes que nada, procura sentir amor por ti. 
    Dirás ¿tanto puede brindarme mi propio respiro?
    Absolutamente todo.

    Y el rigor ordena tu mente,
    la que, si se afecta, afecta todo.
    Así que concéntrate, y respira a profundidad, calma, en atención plena hacia ti,
    en adquisición de confianza, y gana respeto propio. 

    Y, de orden en orden, todo se da.
    Todo se da en ti.
    Desde ese respiro sosegado, apaciguado,
    esa liviandad de sentir lo justo, hasta esa afinación
    que logra la mente, sabiéndose el conducto de todo
    y apreciando tu respiro, que la lleva a saberse estable,
    menos confundida, menos inquieta, menos trastornada.

    Y respiras paciente, con exquisita voluntad, y alcanzas un silencio.
    Que nada te pronuncie, ningún respiro,
    ningún gesto, ninguna sonoridad.
    Hazte en silencio, calla. Y, si te cuesta, insiste, calla.
    Sin retener respiro, calla.

    Y valora todo respiro al alcance que tengas,
    a lo que ya produces en ti.
    No busques nada ni tampoco encuentres.
    Soporta el silencio y que el silencio te soporte.
    Nada le cuesta, aunque a ti sí. 

    Cuando existes en desafío, cuando condicionas todo, cuando malgastas tus recursos,
    cuando intentas no ser y lo logras,
    cuando recurres a la arbitrariedad, cuando ofendes,
    cuando reclamas sin sentido, cuando te determina lo peor,
    cuando te enajenas, cuando te mientes,
    es cuando el desorden reina en ti. 

    Dirás ¿es que acaso puede reinar?
    Total.
    Impera, domina, se apodera, detracta, descontrola.

    Asístete en respiro, asístete.
    Respira todo cuanto puedas, todo cuanto necesites,
    hasta que te abandone esa oculta necesidad
    que se aprovecha de ti.

    ¿Cómo sientes tu silencio? ¿En orden acaso?
    ¿Te refiere orden?
    ¿Cómo resistes el silencio? ¿Te grita algo?
    Y aquí no hay donde esconderse.
    Y más tu mente, lo sabe bien.
    El registro en conciencia es implacable,
    absoluto, irreductible.
    ¿Cómo sientes el respiro? ¿Se agita, acaso? ¿O mantiene su sosiego?
    Y no permitas forcejeos mentales,
    ni que una sola emoción empañe tu silencio.
    No todos los silencios lo son y lo sabes.
    Por eso respiras, porque aspiras el silencio absoluto,
    en el que no existe nada.
    Y respiras confiando en que la mente acata,
    y el respiro ordena con tal sutileza, con tan profunda bondad.

    Percibe si estás debatiéndote o te estás liberando,
    si la mente discute o finalmente calla.
    Implórale silencio.
    Percibe el aplacamiento, percibe las distancias,
    logra elevarte, aspira el orden. 

    Dirás ¿y el orden qué es? ¿Acaso existe?
    Y es que lo hemos perdido tanto,
    lo hemos desafiado, hemos desconfiado, hemos recaído,
    y no nos damos cuenta. 

    Y me insistes, ¿existe?
    En todo, y no lo vemos, ni lo creamos, ni lo evidenciamos, ni lo brindamos, al pensar, al creer que se acabó,
    y no es cierto, sería negarse.
    Y por supuesto que hay quien lo hace
    a libre elección, a oscura acción.
    Respira. 

    Reordénate, confía en eso.
    Más, cuando sostienes guía, y crees.
    Más cuando quieres amarte, por encima de todo,
    sabiendo que es lo único posible, para que tu orden sea. 

    Qué divino eres. Te agradezco.
    Y entonces respiras para saber que estás,
    qué tanto eres, para reconocer todo esto,
    desde el orden que Es.
    Y que, en cierta forma, lo que distingues
    va por el orden que eres.
    No podrías más ni sabrías,
    así que lo que queda es querer más.

    Respira bien, respira a profundidad,
    y, en cierta forma,
    celebrándote por el orden que aspiras. 
    Créete.

    O

    • 37 min
    Soy el Universo todo

    Soy el Universo todo

    Observa cómo estás, percíbete, ¿cómo te sientes?, si los pranayamas te han ayudado
    a ganar cierta calma.
    Observa tu respiración y haz que cada respiro sea consciente, bien consciente. 



    Que cada respiro te pronuncie cómo estás.
    Y si algo desentona, respira más.
    sin acelerarte, sin registrar pesadez, al contrario,
    consigue un ritmo entusiasta, que te de aún más vida.



    No atiendas pensamientos. ni los evites ni los reprimas,
    hazlos sentir tu respiro,
    que tus pensamientos sientan tu respiro.
    Y que, entonces, tu sentir sepa de esos pensamientos,
    tan nobles, tan íntimos,
    tan elaborados para ti, para este momento.  



    Y es que así le ganas a tu mente,
    le permites sentirte, que sepa lo que quieres,
    que entienda quién eres, que se arriesgue a conocerte,
    que respete todo lo que eres, lo que aspiras.



    Y, pese al sonido, vas ganando igualmente silencio,
    integras tu silencio al sonido, y observas tu respiro, que se ha ido acoplando a todo lo que emites
    desde todo lo que eres. 



    Y es un acomodo en ti, un bien habitarte, poder sostener lo que contienes,
    y que no te intrigues ni te muestres en inquietud
    y menos en alteración.

    Estás creando un espacio y estás siendo ese espacio.

     
    Y sabes mantenerte ahí,
    tan consciente, en tal disposición,
    confiando tanto, saber ya lo que sabes, estando aquí entre tanto, entre tantos.
    Y que hagas esto.
    Si no es amor, ¿qué es? Si no es quererte, ¿qué es?



    ¿Cuánto más vas a exigirte?
    ¿No ves lo que pasa?
    ¿Vas a seguir resintiendo donde estás? ¿Vas a incomodarte más? ¿Incluso a atropellarte?
    ¿Por qué?
    ¿Sabes cuánto has respondido para estar aquí?
    ¿Has evaluado tu condición?
    ¿Te aprecias? ¿Te valoras?
    ¿Vas a quebrarte ahora, después de tanto?
    ¿Cuántos caminos? ¿Cuántos alcances? ¿Cuánta vida?
    Y respiras.



    Y el respiro te atiende, ¿no lo notas?
    ¿Crees que es poco logro? ¿Igual qué crees es saber contenerse así?
    Hacer estas pausas,
    cuando todo afuera está alterado, ruidoso.
    Tantos distractores,
    tanto esfuerzo para descentrarte,
    para que finjas, para que desees, para que mientas,
    y que algo más te ocupe, que no seas tú.
    Y que respirando así, nada pasa.
    Con todo lo que está pasando, nada pasa.



    Saberse establecerse así en el estado propio, en el espacio único, ¿qué crees?
    Sin esperar nada y a la vez pasándote todo, todo lo que Es,
    en plena trayectoria por tu Ser,
    por todo lo que te habita, por todo lo que sientes y eres,
    por todo lo que existe en ti.

     Imagínate.



    Y se cruzan universos
    y los universos te cruzan.
    Y tú en impávida actitud,
    escuchando tu silencio que dice: Soy Eso. Maravillosamente, Soy Eso.
    ¿No te provoca creértelo?
    ¿O vale más seguir fingiendo que eres un ser ahí,
    restado, renuente, resistido, renegando de ti?
    Respira más.



    Repetirás en silencio:

    Soy lo que soy.
    Soy lo que Es.
    Soy lo que existe.
    Soy el Universo todo.
    Y lo que vive hoy, es tan solo mi recuerdo, de lo que siempre fui.
    Amo lo eterno porque es lo que Es.
    Me confío en verdad.



    Y respiro más,
    cuando quiero ser en vida y cuando quiero que la vida sea en mí.
    Amado Ser:
    hay que vivir, hay que manifestarse.
    Hay que hacer y ser el bien.
    Hay que registrarse en luz y obrar en amor.
    Si no es así, ¿qué?



    Así que no detengas tu respiro,
    hasta que eso puedas lograr
    para así despedirte de aquí, desistir de esto,
    que no te atrape más, que te liberes.



    Ve recobrando más respiros,
    ve acercándote de nuevo,
    ve reconociéndote en ese amor,
    en este acto de amor, con el que empezaste a estar aquí,
    en este, tu momento.



    Respira y no te olvides agradecer.
    Tampoco te olvides de valorarte más,
    de apreciar lo que haces y de confiar.
    Respira profundo.
    Respira atendiendo el momento.
    Respira.



    Om Namaha Shivaya

    • 39 min
    Viniste al planeta a saber amar

    Viniste al planeta a saber amar

    Sería oportuno y prudente
    que pronuncies internamente tu nombre,
    o como te guste ser llamado
    y respires un momento en el,
    haciéndote presente y que reverbere en ti
    y te conecte contigo, con tu bendito y sagrado nombre.
    Como te conocen y te conoces aquí,
    en la medida que has querido y has dejado,
    hasta que se vaya diluyendo con cada respiro,
    hasta que te quedes solo con tu respiro,
    que es tu misma presencia.

    Ve obteniendo respiraciones breves, aunque profundas,
    que te sostengan ahí, en tu divina presencia,
    y que te vaste tu presencia.

    Cada respiro, un instante de ti en ti,
    concibiendo tu estado, el que has alcanzado, el que trabajas,
    en el que te asientas para existir,
    con el que habitas este planeta tan desalentador.
    Así que respira con tu aliento,
    que te alcance,
    con el que puedas atravesar cada circunstacia,
    cada situación, cada hecho, con fuerza.
    Cada tránsito, cada proceso,
    cada aventura, desventura, con fuerza,
    con la fuerza de tu aliento.

    Mira los millones que somos,
    ¿y qué hacemos?
    ¿Nos plegamos más a las bendiciones o a las maldiciones?
    ¿Crees que las guerras responden a qué?
    ¿Crees que las carencias nos demuestran qué?
    ¿En qué se fundamentan los atropellos?
    Los que hieren, los que matan.
    ¿A qué obedecen? ¿Cómo se formulan?
    ¿Qué sustancia configura la maldad?
    ¿Dónde reside? ¿Dónde está?
    ¿Qué la contiene? ¿Quién?
    ¿Por qué se expresa?

    Y tú respira ahí,
    confiando en ti, en tu fuerza, en tu aliento.

    ¿Qué es lo que existe?
    ¿Es así? ¿Es por eso?
    ¿Por lo que nos empeñamos en vivir aquí?
    ¿Para manifestar qué?
    ¿No te parece absurdo, mezquino,
    contradictorio, indigno, venir de tan lejos,
    sorteando circunstancias, para destruir?

    Respira y no contengas aliento, fluye bien,
    no te prives, fluye bien.

    ¿Crees que esto se detendría?
    ¿Tienes idea cuándo?
    ¿Adviertes las razones?
    ¿Confías en algo?

    No cortes tu respiro
    ni permitas que ningún dolor te invada.
    Fluye respirando bien,
    tomando lo justo, reteniendo lo justo
    y soltando más.

    Valórate.
    Valora que sabes cerrar los ojos,
    sabes respirar así, tan valiente,
    y te atreves a clamar calma, paz interna.

    Y el respiro aguanta.
    Y el respiro provee.
    Y el respiro calma.
    Y nada se detiene, todo sigue igual,
    la maldad no cesa ni se cansa.
    Persiste, ataca.

    Y tú, respira.
    Que el respiro soporte, alimente tu fuerza
    y te lleve a suspenderte,
    lo que produciría y provocaría,
    que cada vez más, tu estado se eleve,
    que no sería más que sobreponerte
    a lo que vives, a lo que se vive.

    Y el respiro cede,
    cede tu estado y se aquieta más,
    se reduce, sutil.
    Y el pensamiento cede, no te ataca,
    ¿para qué más?, ante tanto.
    No es que se inhiba ni apabulle,
    más bien, encuentra algo en ti,
    ese estado de tu Ser, despierto, abierto,
    confiando en lo que la vida es,
    en todo lo que existe, en todo cuanto pasa.

    ¿Qué nos pasó, para querer estar, vivir aquí?
    ¿Qué se nos perdió?
    ¿Qué se nos olvidó?
    ¿Qué recordamos?
    ¿Qué necesitamos?
    ¿A quién, además?

    Y el respiro intuye y se hace de tu estado.
    Te recordaste de ti.
    Viniste por ti.
    Y ya no sería ni a un encuentro, ¿cuál?
    Y si viniste por alguien, ¿quién?

    Hazte cargo, despierta más,
    respira firme, atiende al Ser,
    produce, elabora, construye,
    todo en bien.
    Ni te acerques a quien no, ya no.

    Traes, contienes, eres un plan,
    el único: amar.
    Entonces, ¿desconocerte más?
    ¿Ceder más? ¿Dejarte engañar?

    Entiende lo que hace tu aliento,
    reconoce tu fuerza.
    Mira lo que haces, valórate amándote.

    Atrévete siempre a vivir lo que es,
    lo que sea, confía en ti,
    en lo que tu estado logra, sabiendo quién eres.
    Y logra estar en estados aún más elevados,
    amando todo, aceptando todo,
    no dejándote devastar, no haciendo daño,
    ni bajo engaño ni burla. 

    Persiste en saber amar,
    es a lo que viniste, es el planeta que lo necesita,
    es tu Ser el que puede y el que debe.
    Y es tu nombre, tu bendito nombre,
    el que me llevo, sabiendo quien eres
    y lo que te propones.

    Aquí h

    • 36 min
    Cuando el Propósito te alcanza

    Cuando el Propósito te alcanza

    Guarda entera concentración en tu respiración,a tu ritmo natural, no provoques nada másni te produzcas ninguna inquietud,todo lo que hagas, estará bien.

    Si buscas atención, en tu respiro solamente,no atiendas nada más.Si alguna parte de ti quiere distraerte,no la atiendas.Algún malestar, alguna resistencia,nada, no estás.Estás solo para ti.

    Así que respira con serenidad,tan profundo como lo requieras,hasta que eso que requiere algo,se calme y solo quiera calma.

    En espacios así, observa, capta, qué ocurre.Si requieres más, respira más.Suele ser la mentela que traduce todo requerimiento,así que céntrate en ella, respira para ella,hasta que se aquiete.Si solo supiera lo maravillosa que es,no se inquietara tanto, no lo permitiría.Pero de alguna forma,sabe que existe tanto en ti, que, ¿cómo lo reduce?, ¿lo calla?,¿ lo oculta?Y por eso respiras.

    Evalúa tu respiro, gradúalo,atiéndelo con confianza en ti,ante lo insegura que se siente la menteen un momento así.Casi siempre resuelve agitarse,y tu respiro la calma.

    Todo se va disipandoy requieres menos respiros.Es que el respiro no requiere nada.Haz que termine haciendo la tarea,haz que termine siendo sutil,tu sutil aliento, tu sutil respiro.

    Que ningún pensamiento intente nada,ante tu sutil respiro.Que ningún temor elabore nada,para eso respiras.Te vas percibiendo en tu cálido estado del Ser,con tu respiro cálido, que te arropa tanto.

    Y es tu valioso estadode permanencia consciente,sabiendo que habitas, que vives, que actúas,y que siempre, siempre, siempre,guardas un propósito.Que pase lo que pase, estés donde estés,guardas ese propósito.Y que si respiras, es por ese propósito.Y que ahora mismo, no existe nada más.El respiro sabe eso y por eso se produce,pronunciando nada.

    Y el propósito ni siquiera se dice, se siente.No existiría ningún sentido que te lo definao te lo pronuncie, no podría.Y respiras tan sutilmente,tan imperceptiblemente.Y una nada es tu respiro, una nada.Es cuando el propósito te descubre,se descubre y descubre todo.

    Eres el amor mismo.Eres el amor mismo.Es cuando el propósito te alcanza,no creas que tú a él.Él te alcanza.Por eso, ¿cuál es la angustia?¿Cuál es el rechazo?¿Por qué la resistencia?

    Es que eres el propósito mismo.Eres el propósito de Eso.¿Qué más grande amor?¿Que te tengan, que te guarden,que te acepten, que te amen,como propósito?¿Qué más? ¿Qué más hay? ¿Dónde?

    Y si eres capaz de percibirlo, más.Por eso es que eres lo que eres:lo más grande, el más grande amor posible.

    El respiro cesa,está en su propósito.El respiro cesa.Sostente ahí.Ni siquiera lo requieras,ya ni siquiera te requiere a ti.Inmenso, todo inmenso.Y sueltas, te sueltas, te liberas.

    Respiras profundo y atiendes el respiro,así como el momento ,en el que ya sabes estás y eresy, persistes en el ahora y respiras ahí.

    Te agradeces,con profundo amor y respeto,te agradeces.Por tu esfuerzo,tu valentía y tu entendimiento.Te agradeces el propósitoy le gradeces a lo que Es.

    Om Namaha Shivaya

    • 32 min

Top Podcasts In Religión y espiritualidad

365 con Dios
Wenddy Neciosup
¿Qué Haría Jesús?
New Fire
Las Historias Ocultas de la Mano Peluda
Las Historias Ocultas
DOSIS DIARIA ROKA
Roka Stereo
Meditación del Día
JuanDiegoNetwork.com y Meditación del Día
Vulnerable Podcast
Samuel y Dana Uribe