13 min

003 Gabriel Salcedo

    • Spirituality

Me encanta la gente que no se toma la vida tan en serio. Veo en algunas personas que más allá de lo que tengan o no, son peregrinos medianamente felices de su existencia, y esta humanidad flexible les permite vivir con una deslumbrante resiliencia las tormentas de la vida. Frente a las dificultades, podemos quedar desnudos de nuestro falso traje de piedad o mostrar que siempre fuimos auténticos. Estos peregrinos no se inmutan porque nunca ocultaron nada. Yo ocultaba mis imperfecciones por temor a no ser amado, recibido o contratado, pero eso no me permitía escribir en el cemento; al contrario, me dejaba con la sensación de que la superficie estaba secándose y yo estaba perdiéndome la oportunidad de dejar mi huella.

Me encanta la gente que no se toma la vida tan en serio. Veo en algunas personas que más allá de lo que tengan o no, son peregrinos medianamente felices de su existencia, y esta humanidad flexible les permite vivir con una deslumbrante resiliencia las tormentas de la vida. Frente a las dificultades, podemos quedar desnudos de nuestro falso traje de piedad o mostrar que siempre fuimos auténticos. Estos peregrinos no se inmutan porque nunca ocultaron nada. Yo ocultaba mis imperfecciones por temor a no ser amado, recibido o contratado, pero eso no me permitía escribir en el cemento; al contrario, me dejaba con la sensación de que la superficie estaba secándose y yo estaba perdiéndome la oportunidad de dejar mi huella.

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