15 min.

Episodio 4. Docencia de vidalas Copla viva. Un podcast cantado con caja.

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“Podemos afirmar que la vidala es un instrumento de diálogo: la vida en alas”. Con esta afirmación comienza su relato María Elena Barrionuevo, docente catamarqueña que en su recorrido en busca de los saberes ancestrales, se ha encontrado con un canto tribal. Un sonido milenario y propio de los pueblos de una zona llamada La Herradura. “Era una cosa totalmente distinta a todo lo que yo conocía”. Un canto sin palabras, un canto gutural históricamente reprimido por su origen indígena. A su vez, “la presencia de la mujer era secundaria, puesto que no le estaba permitido cantar”. Pero “ellas ahora han logra do su independencia” y “las mujeres protagonizan junto a los hombres las rondas de vidaleadas”. Mariela Fernanda Mansilla, docente quichuista santiagueña, trae el relato de un pueblo muy pequeño que conserva el monte, el quichua y las vidalas. Ella canta en quichua para enseñarle a sus alumnes a no olvidar la lengua ni el canto de vida. Así creó Vidala Cani (Vidala soy) que comparte en este capítulo, mientras recuerda a su tía que hace un siglo viajaba 40 kilómetros a caballo para cantar. 

“Podemos afirmar que la vidala es un instrumento de diálogo: la vida en alas”. Con esta afirmación comienza su relato María Elena Barrionuevo, docente catamarqueña que en su recorrido en busca de los saberes ancestrales, se ha encontrado con un canto tribal. Un sonido milenario y propio de los pueblos de una zona llamada La Herradura. “Era una cosa totalmente distinta a todo lo que yo conocía”. Un canto sin palabras, un canto gutural históricamente reprimido por su origen indígena. A su vez, “la presencia de la mujer era secundaria, puesto que no le estaba permitido cantar”. Pero “ellas ahora han logra do su independencia” y “las mujeres protagonizan junto a los hombres las rondas de vidaleadas”. Mariela Fernanda Mansilla, docente quichuista santiagueña, trae el relato de un pueblo muy pequeño que conserva el monte, el quichua y las vidalas. Ella canta en quichua para enseñarle a sus alumnes a no olvidar la lengua ni el canto de vida. Así creó Vidala Cani (Vidala soy) que comparte en este capítulo, mientras recuerda a su tía que hace un siglo viajaba 40 kilómetros a caballo para cantar. 

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