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08 - Deuteronomio 30,15-20 Hombre Nuevo Latinoamérica

    • Spirituality

«Pongo hoy por testigos... al cielo y a la tierra».

Deuteronomio 30, versículos del 15 al 20.

Son palabras del libro del Deuteronomio.

Sí, del Antiguo Testamento. Pero en este pasaje y alguno otro, incluso del mismo libro, me llama poderosamente la atención el empeño de Dios para que tengamos VIDA, vida plena y digna. El Dios que liberó al Pueblo de Israel de la esclavitud y del destierro, el Dios que quiso dejarlos por cabezas duras, siempre les fue acompañando: «siempre estaré con ustedes», les dijo una y mil veces. Es un Dios de vivos, no de muertos.

Hoy podemos colocarnos ante un paisaje inmenso (mejor físicamente; aunque también la imaginación es poderosa), contemplarlo en silencio..., dejar que entre por nuestros sentidos lo que vemos..., escuchamos..., sentimos... Dejarnos llenar. Y sentir al Señor, nuestro Dios.

Y..., y dejarle susurrar a nuestros oídos: ELIGE LA VIDA.

En medio de las dificultades, de la confusión, del miedo y del dolor en este tiempo de pandemia y sus secuelas, que nos hace dudar de la presencia de Dios en nuestras vidas... sentir que Dios ama la vida y quiere empeñarse con nosotros, no sin nosotros, en hacerla plena y digna, nos hace mirar el horizonte con otros ojos.

En Él está nuestra esperanza, porque es un Dios de vivos. Un Dios empeñado en la vida, que aun cuando nos despistamos nos sigue jalando para traernos a Él, y junto a Él, a otros que quieren confiar en él. Insistencia: Elige la vida. Insistencia, como la de Jesús a Marta, la hermana de Lázaro:

«¿No te dije que si crees verás la Gloria de Dios?» (Juan 11, versículo 40).

Y san Ireneo ya nos dijo también que «la gloria de Dios consiste en que el hombre viva».

Contempla la naturaleza en su esplendor, cielo y tierra testigos del Dios de vida. Respírala. Llénate de ella y de Él. Déjate abrazar por Él y siente que está contigo. Siempre.

Y desde ahí iremos dando lo mejor de nosotros para que los otros tengan VIDA. Muchos lo creen y solo hay que abrir los ojos y darse cuenta que podemos llevar VIDA a nuestro alrededor.

Testigos son el cielo y la tierra de que quiero que vivas y seas feliz. Escúchame, hazme caso, va muy en serio, estoy contigo. «Elige la vida, y vivirás»).

«Pongo hoy por testigos... al cielo y a la tierra».

Deuteronomio 30, versículos del 15 al 20.

Son palabras del libro del Deuteronomio.

Sí, del Antiguo Testamento. Pero en este pasaje y alguno otro, incluso del mismo libro, me llama poderosamente la atención el empeño de Dios para que tengamos VIDA, vida plena y digna. El Dios que liberó al Pueblo de Israel de la esclavitud y del destierro, el Dios que quiso dejarlos por cabezas duras, siempre les fue acompañando: «siempre estaré con ustedes», les dijo una y mil veces. Es un Dios de vivos, no de muertos.

Hoy podemos colocarnos ante un paisaje inmenso (mejor físicamente; aunque también la imaginación es poderosa), contemplarlo en silencio..., dejar que entre por nuestros sentidos lo que vemos..., escuchamos..., sentimos... Dejarnos llenar. Y sentir al Señor, nuestro Dios.

Y..., y dejarle susurrar a nuestros oídos: ELIGE LA VIDA.

En medio de las dificultades, de la confusión, del miedo y del dolor en este tiempo de pandemia y sus secuelas, que nos hace dudar de la presencia de Dios en nuestras vidas... sentir que Dios ama la vida y quiere empeñarse con nosotros, no sin nosotros, en hacerla plena y digna, nos hace mirar el horizonte con otros ojos.

En Él está nuestra esperanza, porque es un Dios de vivos. Un Dios empeñado en la vida, que aun cuando nos despistamos nos sigue jalando para traernos a Él, y junto a Él, a otros que quieren confiar en él. Insistencia: Elige la vida. Insistencia, como la de Jesús a Marta, la hermana de Lázaro:

«¿No te dije que si crees verás la Gloria de Dios?» (Juan 11, versículo 40).

Y san Ireneo ya nos dijo también que «la gloria de Dios consiste en que el hombre viva».

Contempla la naturaleza en su esplendor, cielo y tierra testigos del Dios de vida. Respírala. Llénate de ella y de Él. Déjate abrazar por Él y siente que está contigo. Siempre.

Y desde ahí iremos dando lo mejor de nosotros para que los otros tengan VIDA. Muchos lo creen y solo hay que abrir los ojos y darse cuenta que podemos llevar VIDA a nuestro alrededor.

Testigos son el cielo y la tierra de que quiero que vivas y seas feliz. Escúchame, hazme caso, va muy en serio, estoy contigo. «Elige la vida, y vivirás»).

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