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Comentario del texto del Evangelio según el calendario litúrgico de la Iglesia Católica.

Homilía Diaria en FormacionCatolica.org Padre Miguel Martínez y otros

    • Religión y espiritualidad
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Comentario del texto del Evangelio según el calendario litúrgico de la Iglesia Católica.

    Santa Clara de Asís, Virgen y Religiosa

    Santa Clara de Asís, Virgen y Religiosa

    Evangelio según san Mateo 19, 27-29







    En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»







    Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna».







    ***















    Memoria de Santa Clara de Asís







    Clara nació en Asís, Italia, en 1193. Su padre, Favarone Offeduccio, era un caballero rico y poderoso. Su madre, Ortolana, descendiente de familia noble y feudal, era una mujer muy cristiana, de ardiente piedad y de gran celo por el Señor.







    Desde sus primeros años Clara se vio dotada de innumerables virtudes y aunque su ambiente familiar pedía otra cosa de ella, siempre desde pequeña fue asidua a la oración y mortificación. Siempre mostró gran desagrado por las cosas del mundo y gran amor y deseo por crecer cada día en su vida espiritual.







    Su llamada y su encuentro con San Francisco. Cofundadora de la orden







    La conversión de Clara hacia la vida de plena santidad se efectuó al oír un sermón de San Francisco de Asís. En 1210, cuando ella tenía 18 años, San Francisco predicó en la catedral de Asís los sermones de cuaresma e insistió en que para tener plena libertad para seguir a Jesucristo hay que librarse de las riquezas y bienes materiales. Al oír las palabras: «este es el tiempo favorable... es el momento... ha llegado el tiempo de dirigirme hacia El que me habla al corazón desde hace tiempo... es el tiempo de optar, de escoger..», sintió una gran confirmación de todo lo que venía experimentando en su interior.







    Durante todo el día y la noche, meditó en aquellas palabras que habían calado lo más profundo de su corazón. Tomó esa misma noche la decisión de comunicárselo a Francisco y de no dejar que ningún obstáculo la detuviera en responder al llamado del Señor, depositando en El toda su fuerza y entereza.







    Cuando su corazón comprendió la amargura, el odio, la enemistad y la codicia que movía a los hombres a la guerra comprendió que esta forma de vida eran como la espada afilada que un día traspasó el corazón de Jesús. No quiso tener nada que ver con eso, no quiso otro señor mas que el que dio la vida por todos, aquel que se entrega pobremente en la Eucaristía para alimentarnos diariamente. El que en la oscuridad es la Luz y que todo lo cambia y todo lo puede, aquel que es puro Amor. Renace en ella un ardiente amor y un deseo de entregarse a Dios de una manera total y radical.







    Empiezan las renuncias







    De rodillas ante San Francisco, hizo Clara la promesa de renunciar a las riquezas y comodidades del mundo y de dedicarse a una vida de oración, pobreza y penitencia. El santo, como primer paso, tomó unas tijeras y le cortó su larga y hermosa cabellera, y le colocó en la cabeza un sencillo manto, y la envió a donde unas religiosas que vivían por allí cerca, a que se fuera preparando para ser una santa religiosa.

    • 6 min
    Un Dios remunerador

    Un Dios remunerador

    Evangelio según san Mateo 16, 24-28







    En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?







    Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces dará a cada uno lo que merecen sus obras.







    Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán, sin haber visto primero llegar al Hijo del hombre como rey».























    Esta homilía apareció por primera vez aquí el 7 de agosto de 2020. [Ver todas las homilías] [Ver todos los cursos] [Podcast]

    • 3 min
    La barca y las tempestades

    La barca y las tempestades

    19º Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo AEvangelio según san Mateo 14, 22-33







    En seguida obligó Jesús a sus discípulos a reembarcarse, precediéndole, a la ribera opuesta, mientras Él despedía a la muchedumbre.







    Despedido que hubo a las multitudes, subió a la montaña para orar aparte, y caída ya la tarde, estaba allí solo . Mas, estando la barca muchos estadios lejos de la orilla, era combatida por las olas, porque el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino a ellos, caminando sobre el mar. Mas los discípulos viéndolo andar sobre el mar, se turbaron diciendo: Es un fantasma; y en su miedo, se pusieron a gritar.







    Pero en seguida les habló Jesús y dijo: “¡Animo! soy Yo. No temáis”. Entonces, respondió Pedro y le dijo: “Señor, si eres Tú, mándame ir a Ti sobre las aguas”. Él le dijo: “¡Ven!”. Y Pedro saliendo de la barca, y andando sobre las aguas, caminó hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, se amedrentó, y como comenzase a hundirse, gritó: “¡Señor, sálvame!”.







    Al punto Jesús tendió la mano, y lo tomó con fuerza diciéndole: “Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?” Y cuando subieron a la barca, el viento se calmó. Entonces los que estaban en la barca se prosternaron ante Él diciendo: “Tú eres verdaderamente el Hijo de Dios”.























    Esta homilía apareció por primera vez aquí el  9 de agosto de 2020. [Ver todas las homilías] [Ver todos los cursos] [Podcast]

    • 5 min
    San Maximiliano María Kolbe, Presbítero y Mártir

    San Maximiliano María Kolbe, Presbítero y Mártir

    Evangelio según San Juan 15, 12-16







    Mi mandamiento es que os améis unos a otros, como Yo os he amado. Nadie puede tener amor más grande que dar la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis esto que os mando. Ya no os llamo más siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor, sino que os he llamado amigos, porque todo lo que aprendí de mi Padre, os lo he dado a conocer. Vosotros no me escogisteis a Mí; pero Yo os escogí, y os he designado para que vayáis, y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que el Padre os dé todo lo que le pidáis en mi nombre







    ***















    Memoria de San Maximiliano María Kolbe







    Maximiliano María Kolbe nació en Polonia el 8 de enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola (Pabiance), que en ese entonces se hallaba ocupada por Rusia. Fue bautizado con el nombre de Raimundo en la iglesia parroquial. A los 13 años ingresó en el Seminario de los padres franciscanos en la ciudad polaca de Lvov, la cual a su vez estaba ocupada por Austria, y estando en el seminario adoptó el nombre de Maximiliano. Finaliza sus estudios en Roma y en 1918 es ordenado sacerdote.







    Devoto de la Inmaculada Concepción, pensaba que la Iglesia debía ser militante en su colaboración con la Gracia Divina para el avance de la Fe Católica. Movido por esta devoción y convicción, funda en 1917 un movimiento llamado "La Milicia de la Inmaculada" cuyos miembros se consagrarían a la bienaventurada Virgen María y tendrían el objetivo de luchar mediante todos los medios moralmente válidos, por la construcción del Reino de Dios en todo el mundo.







    Verdadero apóstol moderno, inicia la publicación de la revista mensual "Caballero de la Inmaculada", orientada a promover el conocimiento, el amor y el servicio a la Virgen María en la tarea de convertir almas para Cristo. Con un Tiraje de 500 ejemplares en 1922, para 1939 alcanzaría cerca del millón de ejemplares.







    En 1929 funda la primera "Ciudad de la Inmaculada" en el convento franciscano de Niepokalanów a 40 kilómetros de Varsovia, que al paso del tiempo se convertiría en una ciudad consagrada a la Virgen.







    En 1931, luego de que el Papa solicitara misioneros, se ofrece como voluntario. En 1936 regresa a Polonia como director espiritual de Niepokalanów, y 3 años más tarde, en plena II Guerra Mundial, es apresado junto con otros frailes y enviado a campos de concentración en Alemania y Polonia. Es liberado poco tiempo después, precisamente el día consagrado a la Inmaculada Concepción.







    Es hecho prisionero nuevamente en febrero de 1941 y enviado a la prisión de Pawiak, para ser después transferido al campo de concentración de Auschwitz, en donde a pesar de las terribles condiciones de vida prosiguió su ministerio.







    En Auschwitz, el régimen nazi buscaba despojar a los prisioneros de toda huella de personalidad tratándolos de manera inhumana e inpersonal: como un número; a San Maximiliano le asignaron el 16670. A pesar de todo, durante su estadía en el campo nunca le abandonaron su generosidad y su preocupación por los demás, así como su deseo de mantener la dignidad de sus compañeros.







    La noche del 3 de agosto de 1941, un prisionero de la misma sección a la que estaba asignado San Maximiliano escapa; en represalia, el comandante del campo ordena escoger a 10 prisioneros al hazar para ser ejecutados. Entre los hombres escogidos estaba el sargento Franciszek Gajowniczek, polaco como San Maximiliano, casado y con hijos.

    • 7 min
    Ser buenos ciudadanos

    Ser buenos ciudadanos

    Evangelio según san Mateo 17, 22-27







    Y yendo juntos por Galilea, Jesús les dijo: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; y lo harán morir, y al tercer día resucitará”. Y se entristecieron en gran manera.







    Cuando llegaron a Cafarnaúm acercáronse a Pedro los que cobraban las didracmas y dijeron: “¿No paga vuestro Maestro las dos dracmas?” Respondió: “Sí”. Y cuando llegó a la casa, Jesús se anticipó a decirle: “Qué te parece, Simón: los reyes de la tierra ¿de quién cobran las tasas o tributo, de sus hijos o de los extraños?” Respondió: “De los extraños”. Entonces Jesús le dijo: “Así, pues, libres son los hijos. Sin embargo, para que no los escandalicemos, ve al mar a echar el anzuelo, y el primer pez que suba, sácalo, y abriéndole la boca encontrarás un estatero. Tómalo y dáselo por Mí y por ti”.















    Esta homilía apareció por primera vez aquí el  8 de agosto de 2021. [Ver todas las homilías] [Ver todos los cursos] [Podcast]

    • 6 min
    Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

    Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

    Evangelio según san Lucas 1, 39-56







    En aquellos días, María se levantó y fué apresuradamente a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió cuando Isabel oyó el saludo de María, que el niño dio saltos en su seno e Isabel quedó llena del Espíritu Santo.







    Y exclamó en alta voz y dijo: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu seno! ¿Y de dónde me viene, que la madre de mi Señor venga a mí?







    Pues, desde el mismo instante en que tu saludo sonó en mis oídos, el hijo saltó de gozo en mi seno. Y dichosa la que creyó, porque tendrá cumplimiento lo que se le dijo de parte del Señor”.







    Y María dijo: “Glorifica mi alma al Señor, y mi espíritu se goza en Dios mi Salvador, porque ha mirado la pequeñez de su esclava. Y he aquí que desde ahora me felicitarán todas las generaciones; porque en mí obró grandezas el Poderoso. Santo es su nombre, y su misericordia, para los que le temen va de generación en generación. Desplegó el poder de su brazo; dispersó a los que se engrieron en los pensamientos de su corazón. Bajó del trono a los poderosos, y levantó a los pequeños; llenó de bienes a los hambrientos, y a los ricos despidió vacíos. Acogió a Israel su siervo, recordando la misericordia, conforme lo dijera a nuestros padres en favor de Abrahán y su posteridad para siempre”. Y quedóse María con ella como tres meses, y después se volvió a su casa.







    ***















    Solemnidad de la Asunción de la Virgen María







    La solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María fue fijada en el 15 de agosto ya en el siglo V, con el sentido de «Nacimiento al Cielo» o, en la tradición bizantina, «Dormición» de Nuestra Señora.







    El dogma definido por Pío XII







    «Después de elevar a Dios repetidas súplicas y de haber invocado la luz del Espíritu de Verdad, para la gloria de Dios Todopoderoso que otorgó a la Virgen María Su especial benevolencia en honor de Su Hijo, Rey Inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para mayor gloria de su augusta madre y para alegría y regocijo de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los santos apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos como dogma revelado por Dios que: la inmaculada Madre de Dios, la siempre virgen María, habiendo completado el curso de la vida terrena, fue asumida en cuerpo y alma a la gloria celestial» (Pío XII, Munificentissimus Deus, 1 de noviembre de 1950).







    Oración a María Asunta















    Oh María Inmaculada Asunta al cielo,tú que vives bienaventurada en la visión de Dios:de Dios Padre que te hizo alta criatura, de Dios Hijo que quisoser generado como hombre por ti y tenerte como madre,de Dios Espíritu Santo que en ti realizó la concepción humana del Salvador.Oh María purísima,Oh María dulcísima y bellísima,Oh María, mujer fuerte y reflexiva.Oh María, pobre y dolorosa,María, virgen y madre,mujer humanísima como Eva, más que Eva;cercana a Dios en tu gracia, en tus privilegios,en tus misterios,en tu misión, en tu gloria.Oh María asunta a la gloria de Cristo en la perfección completay transfigurada de nuestra naturaleza humana.Oh María, puerta del cielo,espejo de la Luz divina,santuario de la Alianza entre Dios y los hombres,deja que nuestras almas vuelen tras de tideja que se eleven tras tu radiante caminotransportadas por una esperanza que el mundo no tiene, la de la dicha eterna.Consuélanos desde el cielo,

    • 6 min

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