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Devocionales cortos para tu comunión diaria

Devocionales con Joel Sierra Joel Sierra Cavazos

    • Religion och spiritualitet

Devocionales cortos para tu comunión diaria

    Are We Just Like All The Rest?

    Are We Just Like All The Rest?

    Nehemías 13:6-7 (La Palabra)
    Por aquel entonces no estaba yo en Jerusalén, porque en el año treinta y dos del reinado de Artajerjes había yo regresado a la corte real. Pasado un tiempo pedí permiso al rey para regresar a Jerusalén…
    PENSAR: En el último capítulo de Nehemías nos encontramos en un punto crucial del camino. Ya está reconstruida la muralla, Nehemías ya regresó a ocupar su puesto como copero del rey de Persia, y después de un tiempo vuelve a pedirle permiso para visitar Jerusalén. Al llegar, se encuentra con problemas graves, que tienen que ver con la identidad del pueblo de Dios.
    La pregunta fundamental, que guía las reformas de Nehemías es: “¿Acaso somos como todos los pueblos?” ¿Acaso el pueblo de Dios es totalmente igual que todos los pueblos del mundo? Sabemos que, como humanos, tenemos muchísimas cosas en común con todos los pueblos. Necesitamos nuestro contacto con la tierra, trabajar y alimentarnos. Igual que todos los pueblos vamos envejeciendo con el paso del tiempo. Nos sometemos también a la misma realidad de enfermedades. Igual que todos los pueblos del mundo, también sufrimos las pandemias. (A muchos cristianos también les ha afectado esta enfermedad de COVID-19).
    En un sentido sí somos igual que todos los pueblos. Pero en otro sentido no. Porque tenemos una misión. Esta misión se desprende de la voluntad de Dios de bendecir al mundo, del amor de Dios al mundo. De tal manera ha amado Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, Cristo Jesús, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. El pueblo de Dios tiene la misión de dar a conocer esta buena voluntad de bendición de parte de Dios. Por eso, aunque sí somos en un sentido iguales a todos los otros seres humanos, no somos idénticos a todos porque entre nosotros hay una relación especial con Dios.
    Nuestra identidad que nos hace ser distintos a los demás pueblos es que conocemos, fomentamos y cultivamos la relación con Dios. Como cristianos sabemos que la relación con Dios es a través de Cristo, porque nadie conoce al Padre si no es por Cristo. Nadie puede tener acceso a Dios si no es por Cristo. Entonces, por eso, como pueblo de Dios, encontramos nuestra identidad en la relación que tenemos con Dios gracias a Cristo. Así, al leer este capítulo nos veremos reflejados en el corazón de Nehemías que mira que algo está mal cuando regresa a visitar Jerusalén y se encuentra con varias pesadillas. Sí hay una muralla reconstruida, pero algo pasa que no está bien.
    ¿Qué es lo que está en juego? Son áreas que Nehemías identifica y hace todo lo que puede por corregirlas (según su entendimiento y según sus recursos). Él hizo todo lo que pudo. Y lo que él hizo no significa que sea lo que nosotros debemos hacer. Él hizo lo que pudo, y con los recursos que tenía a su alcance. Nosotros tenemos otro tipo de recursos, y también debemos hacer lo que podemos para librarnos del peligro de olvidar nuestra identidad y nuestra misión.
    ORAR: Señor, danos la visión de guardar la identidad y misión de tu pueblo en este mundo. Amén.

    IR: Nuestra manera de vivir debe testificar del gran amor de Dios por su mundo.

    • 5 min
    ¿Somos como todos los pueblos?

    ¿Somos como todos los pueblos?

    Nehemías 13:6-7 (La Palabra)
    Por aquel entonces no estaba yo en Jerusalén, porque en el año treinta y dos del reinado de Artajerjes había yo regresado a la corte real. Pasado un tiempo pedí permiso al rey para regresar a Jerusalén…
    PENSAR: En el último capítulo de Nehemías nos encontramos en un punto crucial del camino. Ya está reconstruida la muralla, Nehemías ya regresó a ocupar su puesto como copero del rey de Persia, y después de un tiempo vuelve a pedirle permiso para visitar Jerusalén. Al llegar, se encuentra con problemas graves, que tienen que ver con la identidad del pueblo de Dios.
    La pregunta fundamental, que guía las reformas de Nehemías es: “¿Acaso somos como todos los pueblos?” ¿Acaso el pueblo de Dios es totalmente igual que todos los pueblos del mundo? Sabemos que, como humanos, tenemos muchísimas cosas en común con todos los pueblos. Necesitamos nuestro contacto con la tierra, trabajar y alimentarnos. Igual que todos los pueblos vamos envejeciendo con el paso del tiempo. Nos sometemos también a la misma realidad de enfermedades. Igual que todos los pueblos del mundo, también sufrimos las pandemias. (A muchos cristianos también les ha afectado esta enfermedad de COVID-19).
    En un sentido sí somos igual que todos los pueblos. Pero en otro sentido no. Porque tenemos una misión. Esta misión se desprende de la voluntad de Dios de bendecir al mundo, del amor de Dios al mundo. De tal manera ha amado Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, Cristo Jesús, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. El pueblo de Dios tiene la misión de dar a conocer esta buena voluntad de bendición de parte de Dios. Por eso, aunque sí somos en un sentido iguales a todos los otros seres humanos, no somos idénticos a todos porque entre nosotros hay una relación especial con Dios.
    Nuestra identidad que nos hace ser distintos a los demás pueblos es que conocemos, fomentamos y cultivamos la relación con Dios. Como cristianos sabemos que la relación con Dios es a través de Cristo, porque nadie conoce al Padre si no es por Cristo. Nadie puede tener acceso a Dios si no es por Cristo. Entonces, por eso, como pueblo de Dios, encontramos nuestra identidad en la relación que tenemos con Dios gracias a Cristo. Así, al leer este capítulo nos veremos reflejados en el corazón de Nehemías que mira que algo está mal cuando regresa a visitar Jerusalén y se encuentra con varias pesadillas. Sí hay una muralla reconstruida, pero algo pasa que no está bien.
    ¿Qué es lo que está en juego? Son áreas que Nehemías identifica y hace todo lo que puede por corregirlas (según su entendimiento y según sus recursos). Él hizo todo lo que pudo. Y lo que él hizo no significa que sea lo que nosotros debemos hacer. Él hizo lo que pudo, y con los recursos que tenía a su alcance. Nosotros tenemos otro tipo de recursos, y también debemos hacer lo que podemos para librarnos del peligro de olvidar nuestra identidad y nuestra misión.
    ORAR: Señor, danos la visión de guardar la identidad y misión de tu pueblo en este mundo. Amén.

    IR: Nuestra manera de vivir debe testificar del gran amor de Dios por su mundo.

    • 5 min
    An Essential Function

    An Essential Function

    Una función esencial
    ESCUCHAR: Nehemías 12:8 (La Palabra)
    Los levitas eran: Josué, Binuí, Cadmiel, Serebías, Judá y Matanías que, con sus parientes, se encargaban de los himnos de acción de gracias.
    PENSAR: Dios quiere que cultivemos la gratitud por todo y en todo. Pero ¿cómo podemos agradecer en todo tiempo? Para muchos de nosotros –especialmente en este terrible momento del mundo, en estos tiempos trágicos de pandemia—no es fácil ni parece algo natural dar gracias. Tenemos voces de lamento, tenemos preguntas, en algunos casos tenemos quejas… tenemos dudas, una voz que no es de alabanza al Señor. No es fácil agradecer a Dios en todo tiempo.
    Por eso existen los agradecedores designados, los músicos cristianos, los cantantes del coro, porque nos ayudan a dar gracias, aún cuando no podemos hacerlo. En este tiempo tan difícil, los cantantes de los coros han tomado la voz del pueblo de Dios y han ofrecido himnos de acción de gracias. Ellos nos representan. En lugar de negarnos a agradecer, decidimos agradecer con la voz de nuestro hermano o hermana que va a cantar. En su canto estamos representados, porque hay tiempos como este, en los que no es fácil agradecer.
    De este modo se cumple algo lindísimo, el pastoreo mutuo. Quiere decir que los himnos y cánticos tienen una función pastoral. Cuando la palabra de Cristo mora en abundancia en nuestros cantos, realizamos la función de pastorearnos unos a otros. Si alguien toma el micrófono y canta una alabanza a Dios en el culto público, está pastoreándonos, porque nos dice: “A pesar de todas las adversidades y tragedias, no dejamos de creer que Dios nos ama. A pesar de la destrucción, no soltamos la convicción de que la misericordia del Señor se renueva cada mañana”. Esta actitud nos pastorea, cuando cantamos al Señor a pesar de los tiempos difíciles.
    Sabemos que hay muchas preguntas y misterios. Le decimos al Señor: No entiendo por qué está pasando esto, estas tragedias terribles, pero la voz de los agradecedores designados nos afirma –‘da gracias al Señor, porque su amor es eterno; para siempre es su misericordia’. Por lo tanto, en este momento, cuando parece que todo se ha derrumbado, lo que nos corresponde hacer es aferrarnos a la única convicción que todavía queda en pie, que Dios renueva su misericordia cada mañana. Así decimos con el profeta Jeremías: “Algo viene a mi mente que me llena de esperanza: que tu amor no se acaba, tu compasión no se agota. Todos los días es nueva por tu gran fidelidad”.
    Participemos en este ministerio de dar gracias. Hay quienes, entre nuestros familiares, vecinos o amistades, que no agradecen a Dios. Hagámoslo nosotros. Seamos ese pueblo sacerdotal que fue redimido por la sangre del Cordero. Cristo nos hizo sacerdotes y sacerdotisas para representar a nuestro pueblo y a nuestro mundo delante de Dios. Demos la mano, el corazón y la voz para quienes tienen el corazón quebrantado, para quienes sienten que no les sale la voz.
    Los antiguos israelitas celebraron la reconstrucción de la muralla de Jerusalén. Nosotros tenemos mucho que celebrar. Celebramos lo que Dios ha hecho por el mundo en JesuCristo, y lo hacemos con nuestra vida y con nuestros cánticos. Con nuestras acciones y con todo el corazón.
    ORAR: Dios, enséñanos la bendición de agradecer en todo tiempo, para nuestro bien. Amén.

    IR: Nuestra manera de vivir debe testificar del gran amor de Dios por su mundo.

    • 5 min
    Una función esencial

    Una función esencial

    Una función esencial
    ESCUCHAR: Nehemías 12:8 (La Palabra)
    Los levitas eran: Josué, Binuí, Cadmiel, Serebías, Judá y Matanías que, con sus parientes, se encargaban de los himnos de acción de gracias.
    PENSAR: Dios quiere que cultivemos la gratitud por todo y en todo. Pero ¿cómo podemos agradecer en todo tiempo? Para muchos de nosotros –especialmente en este terrible momento del mundo, en estos tiempos trágicos de pandemia—no es fácil ni parece algo natural dar gracias. Tenemos voces de lamento, tenemos preguntas, en algunos casos tenemos quejas… tenemos dudas, una voz que no es de alabanza al Señor. No es fácil agradecer a Dios en todo tiempo.
    Por eso existen los agradecedores designados, los músicos cristianos, los cantantes del coro, porque nos ayudan a dar gracias, aún cuando no podemos hacerlo. En este tiempo tan difícil, los cantantes de los coros han tomado la voz del pueblo de Dios y han ofrecido himnos de acción de gracias. Ellos nos representan. En lugar de negarnos a agradecer, decidimos agradecer con la voz de nuestro hermano o hermana que va a cantar. En su canto estamos representados, porque hay tiempos como este, en los que no es fácil agradecer.
    De este modo se cumple algo lindísimo, el pastoreo mutuo. Quiere decir que los himnos y cánticos tienen una función pastoral. Cuando la palabra de Cristo mora en abundancia en nuestros cantos, realizamos la función de pastorearnos unos a otros. Si alguien toma el micrófono y canta una alabanza a Dios en el culto público, está pastoreándonos, porque nos dice: “A pesar de todas las adversidades y tragedias, no dejamos de creer que Dios nos ama. A pesar de la destrucción, no soltamos la convicción de que la misericordia del Señor se renueva cada mañana”. Esta actitud nos pastorea, cuando cantamos al Señor a pesar de los tiempos difíciles.
    Sabemos que hay muchas preguntas y misterios. Le decimos al Señor: No entiendo por qué está pasando esto, estas tragedias terribles, pero la voz de los agradecedores designados nos afirma –‘da gracias al Señor, porque su amor es eterno; para siempre es su misericordia’. Por lo tanto, en este momento, cuando parece que todo se ha derrumbado, lo que nos corresponde hacer es aferrarnos a la única convicción que todavía queda en pie, que Dios renueva su misericordia cada mañana. Así decimos con el profeta Jeremías: “Algo viene a mi mente que me llena de esperanza: que tu amor no se acaba, tu compasión no se agota. Todos los días es nueva por tu gran fidelidad”.
    Participemos en este ministerio de dar gracias. Hay quienes, entre nuestros familiares, vecinos o amistades, que no agradecen a Dios. Hagámoslo nosotros. Seamos ese pueblo sacerdotal que fue redimido por la sangre del Cordero. Cristo nos hizo sacerdotes y sacerdotisas para representar a nuestro pueblo y a nuestro mundo delante de Dios. Demos la mano, el corazón y la voz para quienes tienen el corazón quebrantado, para quienes sienten que no les sale la voz.
    Los antiguos israelitas celebraron la reconstrucción de la muralla de Jerusalén. Nosotros tenemos mucho que celebrar. Celebramos lo que Dios ha hecho por el mundo en JesuCristo, y lo hacemos con nuestra vida y con nuestros cánticos. Con nuestras acciones y con todo el corazón.
    ORAR: Dios, enséñanos la bendición de agradecer en todo tiempo, para nuestro bien. Amén.

    IR: Nuestra manera de vivir debe testificar del gran amor de Dios por su mundo.

    • 5 min
    Designated Thanksgivers

    Designated Thanksgivers

    Agradecedores designados

    ESCUCHAR: Nehemías 12:46 (La Palabra)

    Pues ya desde antiguo, desde los días de David y Asaf, había responsables tanto de los cantores como de los cánticos de alabanza y de acción de gracias a Dios.

    PENSAR: La palabra “agradecedores” no existe oficialmente, pero sirve para identificar a quien tiene la tarea de dar gracias. Desde tiempos del rey David y del salmista Asaf se había designado la función de cantores, adoradores, alabadores, personas que se dedicaban a dar gracias a Dios.

    Se requiere la función de los agradecedores, porque la devoción, la piedad, la oración, la adoración es un asunto comunitario. No es cosa de lo privado solamente, de lo que ocurre en lo secreto de nuestra habitación, sino que se trata del culto público, de una devoción comunitaria. Participamos en una fe que no es exclusiva ni subjetiva. Sí es cierto que nos hemos bautizado de uno en uno, y hemos decidido seguir a Cristo de uno en uno, pero hemos decidido entrar a un cuerpo, hemos sido injertados en un tronco, que es Cristo, y formamos parte de una viña, que es la viña del Señor.

    Por eso hay agradecedores designados, que nos recuerdan que este asunto de alabar a Dios es comunitario. Estamos uniéndonos con el pueblo que alaba a Dios.

    También se requiere esta tarea porque es una labor de representación. Los agradecedores profesionales representan a todo el pueblo. Representares el verbo con el que mejor entendemos la función sacerdotal. El sacerdote representa. Representa al pueblo ante Dios, y también, de alguna manera, a Dios ante el pueblo. Por eso en esta función de agradecedores designados, de cantores, los coros que dedicaron la muralla de Jerusalén representaban a todo el pueblo. Estaban expresando lo que está en el corazón de todos: el reconocer la presencia y la agencia de Dios, la buena operación de Dios en la vida.

    Como iglesia realizamos la función sacerdotal cuando intercedemos por nuestros amigos, parientes, y congéneres que no creen. Como dice el poema “Tú”, de Amado Nervo, damos gracias a nombre de quienes no pueden hacerlo:

    Señor, Señor, Tú antes, Tú después, Tú en la inmensa hondura del vacío y en la hondura interior:
    Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa; Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor. Tú en el cenit a un tiempo y en el nadir; Tú en todas las transfiguraciones y en todo el padecer; Tú en la capilla fúnebre y en la noche de bodas; Tú en el beso primero y en el beso postrer. Tú en los ojos azules y en los ojos obscuros; Tú en la frivolidad quinceañera, y también
    en las graves ternezas de los años maduros; Tú en la más negra sima, Tú en el más alto edén.
    Si la ciencia engreída no te ve, yo te veo; si sus labios te niegan, yo te proclamaré.
    Por cada hombre que duda, mi alma grita: «Yo creo». ¡Y con cada fe muerta, se agiganta mi fe!

    ORAR: Fortalece nuestro corazón, para realizar la función de agradecerte en todo tiempo, Señor. En el nombre de Cristo nuestro único y suficiente salvador. Amén.

    IR: Nuestra manera de vivir debe testificar del gran amor de Dios por su mundo.

    • 5 min
    Agradecedores designados

    Agradecedores designados

    ESCUCHAR: Nehemías 12:46 (La Palabra)

    Pues ya desde antiguo, desde los días de David y Asaf, había responsables tanto de los cantores como de los cánticos de alabanza y de acción de gracias a Dios.

    PENSAR: La palabra “agradecedores” no existe oficialmente, pero sirve para identificar a quien tiene la tarea de dar gracias. Desde tiempos del rey David y del salmista Asaf se había designado la función de cantores, adoradores, alabadores, personas que se dedicaban a dar gracias a Dios.

    Se requiere la función de los agradecedores, porque la devoción, la piedad, la oración, la adoración es un asunto comunitario. No es cosa de lo privado solamente, de lo que ocurre en lo secreto de nuestra habitación, sino que se trata del culto público, de una devoción comunitaria. Participamos en una fe que no es exclusiva ni subjetiva. Sí es cierto que nos hemos bautizado de uno en uno, y hemos decidido seguir a Cristo de uno en uno, pero hemos decidido entrar a un cuerpo, hemos sido injertados en un tronco, que es Cristo, y formamos parte de una viña, que es la viña del Señor.

    Por eso hay agradecedores designados, que nos recuerdan que este asunto de alabar a Dios es comunitario. Estamos uniéndonos con el pueblo que alaba a Dios.

    También se requiere esta tarea porque es una labor de representación. Los agradecedores profesionales representan a todo el pueblo. Representares el verbo con el que mejor entendemos la función sacerdotal. El sacerdote representa. Representa al pueblo ante Dios, y también, de alguna manera, a Dios ante el pueblo. Por eso en esta función de agradecedores designados, de cantores, los coros que dedicaron la muralla de Jerusalén representaban a todo el pueblo. Estaban expresando lo que está en el corazón de todos: el reconocer la presencia y la agencia de Dios, la buena operación de Dios en la vida.

    Como iglesia realizamos la función sacerdotal cuando intercedemos por nuestros amigos, parientes, y congéneres que no creen. Como dice el poema “Tú”, de Amado Nervo, damos gracias a nombre de quienes no pueden hacerlo:

    Señor, Señor, Tú antes, Tú después, Tú en la inmensa hondura del vacío y en la hondura interior:
    Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa; Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor. Tú en el cenit a un tiempo y en el nadir; Tú en todas las transfiguraciones y en todo el padecer; Tú en la capilla fúnebre y en la noche de bodas; Tú en el beso primero y en el beso postrer. Tú en los ojos azules y en los ojos obscuros; Tú en la frivolidad quinceañera, y también
    en las graves ternezas de los años maduros; Tú en la más negra sima, Tú en el más alto edén.
    Si la ciencia engreída no te ve, yo te veo; si sus labios te niegan, yo te proclamaré.
    Por cada hombre que duda, mi alma grita: «Yo creo». ¡Y con cada fe muerta, se agiganta mi fe!

    ORAR: Fortalece nuestro corazón, para realizar la función de agradecerte en todo tiempo, Señor. En el nombre de Cristo nuestro único y suficiente salvador. Amén.

    IR: Nuestra manera de vivir debe testificar del gran amor de Dios por su mundo.

    • 5 min

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