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Imbert12horasradio religión habla de Dios y su obra maravillosa experiencia... En la nuestra vida cotidiana y entrena..... Radio podcast Cristiano en fe en Jesucristo nuestro señor y nuestro Dios📖🎙️🎚️🎧🎭🗣️🎛️🎙️🎤

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    • Religion och spiritualitet

Imbert12horasradio religión habla de Dios y su obra maravillosa experiencia... En la nuestra vida cotidiana y entrena..... Radio podcast Cristiano en fe en Jesucristo nuestro señor y nuestro Dios📖🎙️🎚️🎧🎭🗣️🎛️🎙️🎤

    San Marcos 8:1-38 En Biblia Como Audio

    San Marcos 8:1-38 En Biblia Como Audio

    En aquellos días, como había una gran multitud y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: —Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer; y si los envío en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos. Sus discípulos le respondieron: —¿De dónde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto? Él les preguntó: —¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: —Siete. Entonces mandó a la multitud que se recostara en tierra, tomó los siete panes y, habiendo dado gracias, los partió y dio a sus discípulos para que los pusieran delante; y los pusieron delante de la multitud. Tenían además unos pocos pececillos; los bendijo y mandó que también los pusieran delante. Comieron y se saciaron; y recogieron, de los pedazos que habían sobrado, siete canastas. Los que comieron eran como cuatro mil; y los despidió. Luego, entrando en la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta. Vinieron entonces los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole señal del cielo para tentarlo. Él, gimiendo en su espíritu, dijo: —¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación. Y dejándolos, volvió a entrar en la barca y se fue a la otra ribera. Se olvidaron de llevar pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca. Y él les mandó, diciendo: —Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes. Discutían entre sí, diciendo: —Es porque no trajimos pan. Entendiéndolo Jesús, les dijo: —¿Qué discutís?, ¿porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿No recordáis? Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: —Doce. —Y cuando repartí los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: —Siete. Y les dijo: —¿Cómo es que aún no entendéis? Vino luego a Betsaida, y le trajeron un ciego, y le rogaron que lo tocara. Entonces, tomando la mano del ciego, lo sacó fuera de la aldea; escupió en sus ojos, puso sus manos sobre él y le preguntó si veía algo. Él, mirando, dijo: —Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirara; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. Jesús lo envió a su casa, diciendo: —No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea. Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: —¿Quién dicen los hombres que soy yo? Ellos respondieron: —Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas. Entonces él les dijo: —Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: —Tú eres el Cristo. Pero él les mandó que no dijeran esto de él a nadie. Comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del hombre padecer mucho, ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, ser muerto y resucitar después de tres días. Esto les decía claramente. Entonces Pedro lo tomó aparte y comenzó a reconvenirlo. Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: —¡Quítate de delante de mí, Satanás!, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: —Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará, porque ¿de qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? P

    • 6 min
    San Marcos 5:1-43 En La Biblia Como Audio

    San Marcos 5:1-43 En La Biblia Como Audio

    Braudi Hernandez 😎😎😀😉👍👍

    Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos. Cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu impuro que habitaba en los sepulcros y nadie podía atarlo, ni aun con cadenas. Muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, pero las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos. Nadie lo podía dominar. Y siempre, de día y de noche, andaba gritando en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió y se arrodilló ante él. Y clamando a gran voz, dijo: —¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te conjuro por Dios que no me atormentes! (Porque le decía: «Sal de este hombre, espíritu impuro.») Jesús le preguntó: —¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: —Legión me llamo, porque somos muchos. Y le rogaba mucho que no los enviara fuera de aquella región. Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. Y le rogaron todos los demonios, diciendo: —Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. Jesús, de inmediato, les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus impuros, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil. El hato se precipitó al mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron. Los que cuidaban los cerdos huyeron y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y la gente salió a ver qué era aquello que había sucedido. Llegaron a Jesús y vieron al que había estado atormentado por el demonio, el que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. Y los que lo habían visto les contaron lo que le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos. Entonces comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos. Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que lo dejara quedarse con él. Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: —Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido misericordia de ti. Él se fue y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban. Al pasar otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió a su alrededor una gran multitud; y él estaba junto al mar. Y vino un alto dignatario de la sinagoga, llamado Jairo. Al verlo, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: —Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y viva. Fue, pues, con él, y lo seguía una gran multitud, y lo apretaban. Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía y de nada le había servido, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús se acercó por detrás entre la multitud y tocó su manto, porque decía: «Si toco tan solo su manto, seré salva.» Inmediatamente la fuente de su sangre se secó, y sintió en el cuerpo que estaba sana de su azote. Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, preguntó: —¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: —Ves que la multitud te aprieta, y preguntas: “¿Quién me ha tocado?” Pero él miraba alrededor para ver quién lo había hecho. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él y le dijo toda la verdad. Él le dijo: —Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad. Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del alto dignatario de la sinagoga, diciendo: —Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas más al Maestro? Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al alto dignatario de la sinagoga: —No temas, cree solamente. Y no permitió que lo siguiera nadie sino Pedro, Jacobo y Juan,

    • 5 min
    San Lucas 6:1-49 De La Biblia Cita

    San Lucas 6:1-49 De La Biblia Cita

    Aconteció que un sábado, pasando Jesús por los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, restregándolas con las manos, comían. Algunos de los fariseos les dijeron: —¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en sábado? Respondiendo Jesús, les dijo: —¿Ni aun esto habéis leído, lo que hizo David cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre?, ¿como entró en la casa de Dios y tomó los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino solo a los sacerdotes, y comió, y dio también a los que estaban con él? Y les decía: —El Hijo del hombre es Señor aun del sábado. Aconteció también en otro sábado que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. Y lo acechaban los escribas y los fariseos para ver si en sábado lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarlo. Pero él, que conocía sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: —Levántate y ponte en medio. Él, levantándose, se quedó en pie. Entonces Jesús les dijo: —Os preguntaré una cosa: En sábado, ¿es lícito hacer bien o hacer mal?, ¿salvar la vida o quitarla? Y, mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: —Extiende tu mano. Él lo hizo y su mano fue restaurada. Ellos se llenaron de furor y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús. En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando llegó el día, llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles: Simón, a quien también llamó Pedro, su hermano Andrés, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo, hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote, Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor. Descendió con ellos y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón que había venido para oírlo y para ser sanados de sus enfermedades; también los que habían sido atormentados por espíritus impuros eran sanados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque poder salía de él y sanaba a todos. Alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, os aparten de sí, os insulten y desechen vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre. »Gozaos en aquel día y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, porque así hacían sus padres con los profetas. »Pero ¡ay de vosotros, ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. »¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. »¡Ay de vosotros, los que ahora reís!, porque lamentaréis y lloraréis. »¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, porque así hacían sus padres con los falsos profetas. »Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian; bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. »Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis?, pues también los pecadores prestan a los pecadores para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y vuestra recompens

    • 8 min
    San Lucas 4:1-44 Biblia En Vivo

    San Lucas 4:1-44 Biblia En Vivo

    Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días, pasados los cuales tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo: —Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús, respondiéndole, dijo: —Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.” Luego lo llevó el diablo a un alto monte y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Le dijo el diablo: —A ti te daré todo el poder de estos reinos y la gloria de ellos, porque a mí me ha sido entregada y a quien quiero la doy. Si tú, postrado, me adoras, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: —Vete de mí, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y solo a él servirás.” Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso sobre el pináculo del Templo y le dijo: —Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, pues escrito está: “A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden”, y “En las manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.” Respondiendo Jesús, le dijo: —Dicho está: “No tentarás al Señor tu Dios.” Cuando acabó toda tentación el diablo, se apartó de él por un tiempo. Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. Enseñaba en las sinagogas de ellos y era glorificado por todos. Vino a Nazaret, donde se había criado; y el sábado entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Se le dio el libro del profeta Isaías y, habiendo abierto el libro, halló el lugar donde está escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor.» Enrollando el libro, lo dio al ministro y se sentó. Los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a decirles: —Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. Todos daban buen testimonio de él y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca. Decían: —¿No es este el hijo de José? Él les dijo: —Sin duda me diréis este refrán: “Médico, cúrate a ti mismo. De tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaúm, haz también aquí en tu tierra.” Y añadió: —De cierto os digo que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra. Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio. Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira. Levantándose, lo echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarlo; pero él pasó por en medio de ellos y se fue. Descendió Jesús a Capernaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba; y se admiraban de su doctrina, porque su palabra tenía autoridad. Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio impuro, el cual exclamó a gran voz, diciendo: —¡Déjanos! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios. Jesús lo reprendió, diciendo: —¡Cállate y sal de él! Entonces el demonio, derribándolo en medio de ellos, salió de él sin hacerle daño alguno. Todos estaban maravillados, y se decían unos a otros: —¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus impuros, y salen? Y su fama se difundía

    • 6 min
    San Mateo 11:1-30 En La Biblia En Vivo Hoy

    San Mateo 11:1-30 En La Biblia En Vivo Hoy

    Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos. Al oír Juan en la cárcel los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos a preguntarle: —¿Eres tú aquel que había de venir o esperaremos a otro? Respondiendo Jesús, les dijo: —Id y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí. Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? Los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están. Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta, porque este es de quien está escrito: »“Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino delante de ti.” »De cierto os digo que entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él. »Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Todos los profetas y la Ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tiene oídos para oír, oiga. Pero ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas y gritan a sus compañeros, diciendo: “Os tocamos flauta y no bailasteis; os entonamos canciones de duelo y no llorasteis”, porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Demonio tiene.” Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores.” Pero la sabiduría es justificada por sus hijos.» Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida!, porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que en vestidos ásperos y ceniza se habrían arrepentido. Por tanto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón que para vosotras. Y tú, Capernaúm, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida, porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma que para ti.» En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. »Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga.»
    San Mateo 11:1‭-‬30 RVR95
    https://bible.com/bible/150/mat.11.1-30.RVR95

    • 4 min
    ISAIAS 43:1-28 De La Biblia En Vivo

    ISAIAS 43:1-28 De La Biblia En Vivo

    Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, Jacob, y Formador tuyo, Israel: «No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti. Porque yo, Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba a cambio de ti. Porque a mis ojos eres de gran estima, eres honorable y yo te he amado; daré, pues, hombres a cambio de ti y naciones a cambio de tu vida. No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu descendencia y del occidente te recogeré. Diré al norte: “¡Da acá!”, y al sur: “¡No los retengas; trae de lejos a mis hijos, y a mis hijas de los confines de la tierra, a todos los llamados de mi nombre, que para gloria mía los he creado, los formé y los hice!”» Sacad al pueblo ciego que tiene ojos y a los sordos que tienen oídos. Congréguense a una todas las naciones y júntense todos los pueblos. ¿Quién de ellos hay que nos dé noticias de esto y que nos haga oír las cosas primeras? Presenten sus testigos y justifíquense; oigan y digan: «Verdad es.» «Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios ni lo será después de mí. Yo, yo soy Jehová, y fuera de mí no hay quien salve. Yo anuncié y salvé, hice oír y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios. Aun antes que hubiera día, yo era, y no hay quien de mis manos libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?» Así dice Jehová, Redentor vuestro, el Santo de Israel: «Por vosotros envié a Babilonia e hice descender como fugitivos a todos ellos, aun a los caldeos en las naves de que se gloriaban. Yo, Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey. Así dice Jehová, el que abre camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente para no levantarse; se extinguen, como pábilo son apagados. No os acordéis de las cosas pasadas ni traigáis a la memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz, ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto y ríos en la tierra estéril. Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la tierra estéril, para que beba mi pueblo, mi escogido. Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará. »Y no me invocaste a mí, Jacob, sino que de mí te cansaste, Israel. No me trajiste los animales de tus holocaustos ni me honraste con tus sacrificios; no te hice servir con ofrenda ni te hice fatigar con incienso. No compraste para mí caña aromática por dinero ni me saciaste con la grasa de tus sacrificios, sino que pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades. »Yo, yo soy quien borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Hazme recordar, entremos juntos a juicio. ¡Habla tú para justificarte! Tu primer padre pecó y tus enseñadores se rebelaron contra mí. Por tanto, yo profané a los príncipes del santuario, entregué a maldición a Jacob y por ultraje a Israel.
    Isaías 43:1‭-‬28 RVR95
    https://bible.com/bible/150/isa.43.1-28.RVR95

    • 3 min

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