Reflexionando desde Auckland, NZ Alejandro De la Sotta
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- Religion och spiritualitet
Hola mi nombre es Alejandro De la Sotta, soy chileno, soy sacerdote de la Congregación del Verbo Divino, estoy trabajando en Mount Wellington, Auckland, Nueva Zelanda en la Parroquia St Bernadette. Soy parte, como capellán, de la comunidad católica Hispanoamericana de Auckland donde nos reunimos en la Parroquia Sacred Heart (16 Vermont Street, Ponsonby, Auckland 1011) el segundo y cuarto Domingo de cada mes para celebrar la Eucaristía a las 12:30. Acá estoy proclamando y reflexionando el evangelio de cada Domingo. Espero que les guste!
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Domingo 10 del Tiempo Ordinario
Un Reino dividido
Un reino que está dividido dentro de sí mismo no puede permanecer en pie.
Yo mismo soy un reino dividido; estoy dividido dentro de mí mismo.
El bien que quiero hacer, no lo hago; el mal que quiero evitar, me encuentro haciéndolo.
Soy como un campo en el que el trigo y las malas hierbas luchan por la supremacía.
¿Quién me salvará de mí mismo?
¿Quién mantendrá mi reino de no caer?
Tú, Señor, que venciste a Satanás, sanarás la división dentro de mí y me ayudarás a tomar completo control de mi casa.
Entonces seré libre, unido y en paz. -
Corpus Christi
Ante el Santísimo Sacramento
Fuera de la iglesia fluye el ruido del tráfico. La gente corre de aquí para allá. Pero he dejado ese mundo atrás y estoy aquí ante ti, Señor. No excluyo a mis hermanos y hermanas. Los traigo conmigo, porque sé que son igualmente queridos por ti. No tengo nada. Sin embargo, sé que porque te tengo a ti, lo tengo todo. Cierro mi mente y abro mi corazón, y así encuentro paz. Aquí experimento mi verdadero valor, que no consiste en mis posesiones o logros, sino en saber que soy amado por ti. -
Santísima Trinidad
Oración de un Nativo Americano
Oh Gran Espíritu, cuya voz oigo en los vientos y cuyo aliento da vida al mundo, escúchame. Vengo a ti como uno de tus muchos hijos. Soy pequeño y débil; necesito tu fuerza y tu sabiduría. Haz que mis ojos siempre contemplen el atardecer rojo y púrpura. Haz que mis manos respeten las cosas que has creado y mis oídos estén atentos para escuchar tu voz. Hazme sabio para que pueda conocer las cosas que has enseñado a tus hijos, las lecciones que has escondido en cada hoja y roca. Hazme fuerte, no para ser superior a otras personas, sino para poder luchar contra mi mayor enemigo, que soy yo mismo. Hazme siempre dispuesto a venir a ti con los ojos claros, para que cuando la vida se desvanezca como el atardecer que se apaga, mi espíritu pueda llegar a ti sin vergüenza. -
Pentecostés
Dejen que los guíe el Espíritu de Dios
No se dejen llevar por el espíritu de la autocomplacencia.
Observen el legado que la autocomplacencia produce: mal genio, peleas, celos, crueldad, mezquindad, venganza, idolatría y embriaguez.
Estas son cosas feas y hacen la vida miserable.
En cambio, déjense guiar por el Espíritu de Dios.
Observen el legado que trae el Espíritu: amor, alegría, paz, paciencia, bondad, bondad, fidelidad, gentileza y autocontrol.
Estas son cosas hermosas y hacen la vida alegre.
Son un anticipo de la alegría del cielo.
Espíritu del Dios viviente, cae fresco sobre nosotros. -
La Ascensión del Señor
Instrumentos del Señor
"Ir, prediquen el Evangelio a todas las naciones."
Este fue el mandato de despedida de Cristo.
Él no tiene cuerpo ahora en la tierra sino el nuestro.
No tiene manos sino las nuestras para levantar a los caídos.
No tiene pies sino los nuestros para buscar a los perdidos.
No tiene ojos sino los nuestros para ver las lágrimas silenciosas de los que sufren.
No tiene oídos sino los nuestros para escuchar a los solitarios.
No tiene lengua sino la nuestra para hablar una palabra de consuelo a los tristes.
No tiene corazón sino el nuestro para amar a los no amados.
Señor, ten piedad de nosotros, tus discípulos tímidos y temerosos; danos el valor para dar testimonio de ti en el mundo, y así se predicará el Evangelio, y las personas encontrarán su camino hacia tu reino. -
Sexto Domingo de Pascua
El corazón herido
Si tan solo el corazón estuviera en paz, podríamos dar mucho más. Pero, lamentablemente, el corazón a menudo está vacío. A menudo está frío y poco acogedor. A menudo está duro e inflexible. A menudo está cargado de preocupación. A menudo está triste y solitario. A menudo está en la oscuridad. A menudo está herido. Y a veces,
está roto. Debemos sanar las heridas del corazón para poder amar. Señor, toca nuestros corazones y sánalos, para que podamos dar frutos de amor. Amén.