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Poema "Fatiga" de Vicente Huidobro, Carlos Martín declama Hasta morirla, Oliverio Girondo

    • Performing Arts

Fatiga

de Vicente Huidobro

Marcho día y noche como un parque desolado. Marcho día y noche entre esfinges caídas de mis ojos; miro el cielo y su hierba que aprende a cantar; miro el campo herido a grandes gritos, y el sol en medio del viento. Acaricio mi sombrero lleno de luz especial; paso la mano sobre el lomo del viento; los vientos, que pasan como las semanas; los vientos y las luces con gestos de fruta y sed de sangre; las luces, que pasan como los meses; cuando la noche se apoya sobre las casas, y el perfume de los claveles gira en torno de su eje. Tomo asiento, como el canto de los pájaros; es la fatiga lejana y la neblina; caigo como el viento sobre la luz. Caigo sobre mi alma. He ahí el pájaro de los milagros; he ahí los tatuajes de mi castillo; he ahí mis plumas sobre el mar, que grita adiós. Caigo de mi alma. Y me rompo en pedazos de alma sobre el invierno; caigo del viento sobre la luz; caigo de la paloma sobre el viento.

Fatiga

de Vicente Huidobro

Marcho día y noche como un parque desolado. Marcho día y noche entre esfinges caídas de mis ojos; miro el cielo y su hierba que aprende a cantar; miro el campo herido a grandes gritos, y el sol en medio del viento. Acaricio mi sombrero lleno de luz especial; paso la mano sobre el lomo del viento; los vientos, que pasan como las semanas; los vientos y las luces con gestos de fruta y sed de sangre; las luces, que pasan como los meses; cuando la noche se apoya sobre las casas, y el perfume de los claveles gira en torno de su eje. Tomo asiento, como el canto de los pájaros; es la fatiga lejana y la neblina; caigo como el viento sobre la luz. Caigo sobre mi alma. He ahí el pájaro de los milagros; he ahí los tatuajes de mi castillo; he ahí mis plumas sobre el mar, que grita adiós. Caigo de mi alma. Y me rompo en pedazos de alma sobre el invierno; caigo del viento sobre la luz; caigo de la paloma sobre el viento.

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