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Familia Escuela de Virtudes La prudencia y los temperamentos 13-10-22 Diócesis de Cuernavaca

    • Christianity

Hablemos sobre la prudencia

Prudente : la prudencia nos ayuda a encontrar ese punto medio en la lealtad donde en donde por exceso puede ser complicidad, si mi lealtad va dirigida a apoyar al amigo que robó,  encubriéndole, no soy leal soy cómplice de una fechoría que nos hace peores personas a los dos traicionando el valor de la amistad que es la ayuda mutua a mejorar. 



Y por déficit  es traición o deslealtad, cómo platicar las intimidades que me confía el amigo o lo que hizo judas de conducir a los enemigos a la persona de Jesús en el lugar en donde se reunían a orar.



El temperamento melancólico es el más reflexivo y también el más cercano a la lealtad su discernimiento lo ayuda adherirse a la verdad más que a las personas. 



Justo la virtud de la lealtad pertenece a la virtud de la justicia porque sólo se es leal con respecto a los demás, sin embargo el temperamento sanguíneo reflexiona poco en la  responsabilidad que contrae al vincularse con los otros y suele no corresponder a los valores que representan sino abandonarlos en cuanto siente que se le exige. 







Templado, el temperamento flemático suele meditar muy bien sobre el orden de los vínculos a fin de evitarse problemas, sabe poner a su familia por encima de sus amigos por ejemplo, porque sabe qué pasa más adentro de casa que afuera, pero su lealtad no se guía por la verdad y el bien sino por lo que menos le  cause conflicto. 



Valiente  la virtud de la lealtad se prueba en la adversidad el colérico suele no amedrentarle el conflicto, su problema es,  que si  el primer vínculo de su vida no es Dios suele exigir a sus subordinados lealtad hacia su persona independientemente de los valores que represente y tratarles de desleales si no lo respaldan.



Cómo virtud Cristiana nuestro Señor Jesucristo era modelo de Lealtad, conocía perfectamente el orden de sus vínculos, cuando su madre le encuentra en el templo y le reprocha dulcemente su comportamiento el les contesta: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?».



Y concluiremos con el  punto , 346 de Surco de Josemaría Escrivá de Balaguer  el Santo de lo Ordinario que dice: 



“La lealtad exige hambre de formación, porque —movido por un amor sincero— no deseas correr el riesgo de difundir o defender, por ignorancia, criterios y posturas que están muy lejos de concordar con la verdad.”

Hablemos sobre la prudencia

Prudente : la prudencia nos ayuda a encontrar ese punto medio en la lealtad donde en donde por exceso puede ser complicidad, si mi lealtad va dirigida a apoyar al amigo que robó,  encubriéndole, no soy leal soy cómplice de una fechoría que nos hace peores personas a los dos traicionando el valor de la amistad que es la ayuda mutua a mejorar. 



Y por déficit  es traición o deslealtad, cómo platicar las intimidades que me confía el amigo o lo que hizo judas de conducir a los enemigos a la persona de Jesús en el lugar en donde se reunían a orar.



El temperamento melancólico es el más reflexivo y también el más cercano a la lealtad su discernimiento lo ayuda adherirse a la verdad más que a las personas. 



Justo la virtud de la lealtad pertenece a la virtud de la justicia porque sólo se es leal con respecto a los demás, sin embargo el temperamento sanguíneo reflexiona poco en la  responsabilidad que contrae al vincularse con los otros y suele no corresponder a los valores que representan sino abandonarlos en cuanto siente que se le exige. 







Templado, el temperamento flemático suele meditar muy bien sobre el orden de los vínculos a fin de evitarse problemas, sabe poner a su familia por encima de sus amigos por ejemplo, porque sabe qué pasa más adentro de casa que afuera, pero su lealtad no se guía por la verdad y el bien sino por lo que menos le  cause conflicto. 



Valiente  la virtud de la lealtad se prueba en la adversidad el colérico suele no amedrentarle el conflicto, su problema es,  que si  el primer vínculo de su vida no es Dios suele exigir a sus subordinados lealtad hacia su persona independientemente de los valores que represente y tratarles de desleales si no lo respaldan.



Cómo virtud Cristiana nuestro Señor Jesucristo era modelo de Lealtad, conocía perfectamente el orden de sus vínculos, cuando su madre le encuentra en el templo y le reprocha dulcemente su comportamiento el les contesta: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?».



Y concluiremos con el  punto , 346 de Surco de Josemaría Escrivá de Balaguer  el Santo de lo Ordinario que dice: 



“La lealtad exige hambre de formación, porque —movido por un amor sincero— no deseas correr el riesgo de difundir o defender, por ignorancia, criterios y posturas que están muy lejos de concordar con la verdad.”

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