Melena nocturna Al Oído - Relatos Eróticos
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- Ficción
El mensaje de texto era claro: “No puedo evitar alucinar con tu melena que esfragante marea de tórrida negrura”. Sí, Ernesto era poeta y se le daba fulminarcon las palabras, despiadado, disparando a bocajarro; solo bastó su magiaverbal para que, al llegar a mi casa, me muriera de ganas por ponerme tancómoda como la que espera a un viril y hambriento viajero para darle decomer. Me quité el vestido, me quedé en ropa interior, alboroté mi pelo y fui aservirme un vaso de ginebra, prendí la tele y subí el volumen en un canal depelículas viejas para sonorizar el idílico encuentro conmigo misma, que estabainquieta por estremecerse sobre la cama que en la mañana había dejado sintender.
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El mensaje de texto era claro: “No puedo evitar alucinar con tu melena que esfragante marea de tórrida negrura”. Sí, Ernesto era poeta y se le daba fulminarcon las palabras, despiadado, disparando a bocajarro; solo bastó su magiaverbal para que, al llegar a mi casa, me muriera de ganas por ponerme tancómoda como la que espera a un viril y hambriento viajero para darle decomer. Me quité el vestido, me quedé en ropa interior, alboroté mi pelo y fui aservirme un vaso de ginebra, prendí la tele y subí el volumen en un canal depelículas viejas para sonorizar el idílico encuentro conmigo misma, que estabainquieta por estremecerse sobre la cama que en la mañana había dejado sintender.
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