44 min

Episodio 51: El Fuego y las Secuoyas Yo Invito

    • Christianity

Cuando miramos un árbol de gran tamaño se hace inevitable que nos embargue una sensación de solemne respeto, y es que observar esos grandes colosos que llevan ahí siglos proporciona una visión de perspectiva, cuántas cosas han pasado desde que este árbol existe. En el mundo, pocos son los árboles que puedan igualar en tamaño a las secuoyas gigantes. El tamaño promedio de estos árboles es de 70 metros, aunque algunos pueden alcanzar los 100 metros. Lo que mide un edificio de 30 pisos. Tienen un diámetro de 11 metros aproximadamete, y muchos de ellos tienen más de 1000 años de existencia, el más longevo se calcula que tiene 2000 años.

La mayoría de Secuoyas se encuentran en California, en áreas muy propensas a los incendios forestales. Quizá pensaríamos que esto es terrible, ya que un incendio podría acabar con los árboles más grandes y longevos del mundo. Sin embargo, esto no es así, ya que el fuego, parte del ciclo natural de los bosques, calienta las cortezas de las majestuosas Secuoyas, de hasta un metro de espesor, de donde brotan sus semillas, y de esta forma la semillas caen en el suelo para iniciar el proceso de germinación. Esto es el claro ejemplo de cómo el sufrimiento en vez de producir muerte, puede producir vida.

El apóstol Pablo, que entendió el sufrimiento mejor que nadie, escribió mucho sobre este tema en el libro de Romanos: «Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo a su propósito» (Romanos 8:28 RVC). No hay nada que Dios no puede usar para nuestro bien y para cumplir con sus propósitos.

¿Qué dice la Biblia en cuanto al sufrimiento? Una cosa que podemos
entender de la historia humana captada en la Biblia es que nadie está exento del sufrimiento, ni siquiera los cristianos. En ningún lugar Dios nos promete que si lo seguimos no experimentaremos el sufrimiento.

Dios no permite el sufrimiento por casualidad o porque está molesto con nosotros. El sufrimiento es parte de la condición humana. Sin embargo, nuestro Dios amoroso sabe disponerlo para el bien de nosotros y también para su gloria.




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Cuando miramos un árbol de gran tamaño se hace inevitable que nos embargue una sensación de solemne respeto, y es que observar esos grandes colosos que llevan ahí siglos proporciona una visión de perspectiva, cuántas cosas han pasado desde que este árbol existe. En el mundo, pocos son los árboles que puedan igualar en tamaño a las secuoyas gigantes. El tamaño promedio de estos árboles es de 70 metros, aunque algunos pueden alcanzar los 100 metros. Lo que mide un edificio de 30 pisos. Tienen un diámetro de 11 metros aproximadamete, y muchos de ellos tienen más de 1000 años de existencia, el más longevo se calcula que tiene 2000 años.

La mayoría de Secuoyas se encuentran en California, en áreas muy propensas a los incendios forestales. Quizá pensaríamos que esto es terrible, ya que un incendio podría acabar con los árboles más grandes y longevos del mundo. Sin embargo, esto no es así, ya que el fuego, parte del ciclo natural de los bosques, calienta las cortezas de las majestuosas Secuoyas, de hasta un metro de espesor, de donde brotan sus semillas, y de esta forma la semillas caen en el suelo para iniciar el proceso de germinación. Esto es el claro ejemplo de cómo el sufrimiento en vez de producir muerte, puede producir vida.

El apóstol Pablo, que entendió el sufrimiento mejor que nadie, escribió mucho sobre este tema en el libro de Romanos: «Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo a su propósito» (Romanos 8:28 RVC). No hay nada que Dios no puede usar para nuestro bien y para cumplir con sus propósitos.

¿Qué dice la Biblia en cuanto al sufrimiento? Una cosa que podemos
entender de la historia humana captada en la Biblia es que nadie está exento del sufrimiento, ni siquiera los cristianos. En ningún lugar Dios nos promete que si lo seguimos no experimentaremos el sufrimiento.

Dios no permite el sufrimiento por casualidad o porque está molesto con nosotros. El sufrimiento es parte de la condición humana. Sin embargo, nuestro Dios amoroso sabe disponerlo para el bien de nosotros y también para su gloria.




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