43 min

Nada más que libros - La novela picaresca NADA MÁS QUE LIBROS

    • Arts

“ yo, como estaba hecho al vino, moría por el y viendo que aquel remedio de la paja no me aprovechaba ni valía, acordé en el suelo del jarro hacerle una fuentecilla y agujero sutil, y delicadamente, con una muy delgada tortilla de cera, taparlo; y al tiempo de comer, fingiendo tener frío, entrábame entre las piernas del triste ciego, a calentarme en la pobrecilla lumbre que teníamos, y al calor de ella luego derretida la cera, por ser muy poca, comenzaba la fuentecilla a destilarme en la boca, la cual yo de tal manera ponía que maldita la gota se perdía”.

Fragmento del “Lazarillo de Tormes”.

Por espacio de poco menos de cien años, desigualmente repartidos entre los siglos XVI y XVII, va a tener vigencia un tipo de novela que se compone según un patrón conocido hoy como género picaresco. Con él la literatura clásica del Sigo de Oro español alcanza uno de los hitos más destacados y de mayor resonancia universal. Cuando aún no se aplicaba a tales libros el término de novela – reservado entonces para ciertos cuentos y relatos breves – ni se disponía de conceptos teóricos claros, la novela picaresca española sentó con su enfoque realista las bases del importante desarrollo de la novelística moderna europea. Sin petulancia puede afirmarse que España inventó la novela realista con Cervantes y la picaresca, hecho olvidado con frecuencia. Lo que distinguía principalmente a la novela picaresca de otros géneros narrativos coetáneos, como los libros de caballerías y pastoriles, era su cercanía a la realidad de aquel tiempo, representada como telón de fondo de las aventuras del héroe o protagonista. No siempre provenía ello de una observación directa del entorno real. En buena medida, los autores extraen sus personajes novelísticos y no pocos puntos del argumento del fondo folklórico de refranes, historietas y chascarrillos populares, que tanto influjo ejerció sobre la literatura del Siglo de Oro.


Figuras tales como estudiantes pobres y traviesos, soldados sin acomodo, hidalgos tronados, mendigos, criados ingeniosos, rufianes, prostitutas, cómicos de la legua.., corren como estereotipos de boca en boca y aparecen en diversos géneros, como el teatro, el cuento y la poesía satírica, además de la picaresca. El propio pícaro, héroe que da nombre al género, pertenece al mismo censo de personajes. Esta circunstancia, sin embargo, no quita valor al realismo de la novela, ya que, en definitiva, la realidad es la fuente primera de inspiración para crear entre el pueblo tipos y situaciones típicas. La innovación de la novela picaresca consiste en implicar a estas figuras, petrificadas en la tradición popular, con otras inventadas por el autor, en una trama novelística, cuyo hilo conductor es la vida de un personaje al que corrientemente se denomina pícaro. La forma de disponer el material revestirá unas características comunes para la docena larga de novelas acreedoras al título de picarescas.

Al revés que los libros de caballerías y pastoriles, que con su idealismo proporcionaban al lector evasiones literarias a mundos artificiosos, respectivamente heroicos y sentimentales, la novela picaresca tiene, en principio, voluntad de referirse a problemas sociales. Se vincula así la corriente literaria que integran obras realistas como “La Celestina” y las promovidas por el humanismo de inspiración eramista. En especial este último movimiento intelectual, fuerte alrededor de la segunda mitad del siglo XVI, se inclina de forma influyente por una literatura que, sin descuidar el aspecto de diversión, contenga enseñanzas morales. Al pícaro, a la vez protagonista y narrador de su vida, se le encomienda una función crítica y surge así la figura nueva, y en cierto modo paradójica, del pícaro reformador que sermonea o despotrica sobre una cantidad de temas que interesan a la sociedad de su tiempo. Co

“ yo, como estaba hecho al vino, moría por el y viendo que aquel remedio de la paja no me aprovechaba ni valía, acordé en el suelo del jarro hacerle una fuentecilla y agujero sutil, y delicadamente, con una muy delgada tortilla de cera, taparlo; y al tiempo de comer, fingiendo tener frío, entrábame entre las piernas del triste ciego, a calentarme en la pobrecilla lumbre que teníamos, y al calor de ella luego derretida la cera, por ser muy poca, comenzaba la fuentecilla a destilarme en la boca, la cual yo de tal manera ponía que maldita la gota se perdía”.

Fragmento del “Lazarillo de Tormes”.

Por espacio de poco menos de cien años, desigualmente repartidos entre los siglos XVI y XVII, va a tener vigencia un tipo de novela que se compone según un patrón conocido hoy como género picaresco. Con él la literatura clásica del Sigo de Oro español alcanza uno de los hitos más destacados y de mayor resonancia universal. Cuando aún no se aplicaba a tales libros el término de novela – reservado entonces para ciertos cuentos y relatos breves – ni se disponía de conceptos teóricos claros, la novela picaresca española sentó con su enfoque realista las bases del importante desarrollo de la novelística moderna europea. Sin petulancia puede afirmarse que España inventó la novela realista con Cervantes y la picaresca, hecho olvidado con frecuencia. Lo que distinguía principalmente a la novela picaresca de otros géneros narrativos coetáneos, como los libros de caballerías y pastoriles, era su cercanía a la realidad de aquel tiempo, representada como telón de fondo de las aventuras del héroe o protagonista. No siempre provenía ello de una observación directa del entorno real. En buena medida, los autores extraen sus personajes novelísticos y no pocos puntos del argumento del fondo folklórico de refranes, historietas y chascarrillos populares, que tanto influjo ejerció sobre la literatura del Siglo de Oro.


Figuras tales como estudiantes pobres y traviesos, soldados sin acomodo, hidalgos tronados, mendigos, criados ingeniosos, rufianes, prostitutas, cómicos de la legua.., corren como estereotipos de boca en boca y aparecen en diversos géneros, como el teatro, el cuento y la poesía satírica, además de la picaresca. El propio pícaro, héroe que da nombre al género, pertenece al mismo censo de personajes. Esta circunstancia, sin embargo, no quita valor al realismo de la novela, ya que, en definitiva, la realidad es la fuente primera de inspiración para crear entre el pueblo tipos y situaciones típicas. La innovación de la novela picaresca consiste en implicar a estas figuras, petrificadas en la tradición popular, con otras inventadas por el autor, en una trama novelística, cuyo hilo conductor es la vida de un personaje al que corrientemente se denomina pícaro. La forma de disponer el material revestirá unas características comunes para la docena larga de novelas acreedoras al título de picarescas.

Al revés que los libros de caballerías y pastoriles, que con su idealismo proporcionaban al lector evasiones literarias a mundos artificiosos, respectivamente heroicos y sentimentales, la novela picaresca tiene, en principio, voluntad de referirse a problemas sociales. Se vincula así la corriente literaria que integran obras realistas como “La Celestina” y las promovidas por el humanismo de inspiración eramista. En especial este último movimiento intelectual, fuerte alrededor de la segunda mitad del siglo XVI, se inclina de forma influyente por una literatura que, sin descuidar el aspecto de diversión, contenga enseñanzas morales. Al pícaro, a la vez protagonista y narrador de su vida, se le encomienda una función crítica y surge así la figura nueva, y en cierto modo paradójica, del pícaro reformador que sermonea o despotrica sobre una cantidad de temas que interesan a la sociedad de su tiempo. Co

43 min

Top Podcasts In Arts

The Jimmy Dore Show
Jimmy Dore
+MÚSICA
lourdes barrena
La Secta Crew 2024
La Secta Crew
Marriage
Shipra Choudhary
Ratchet Book Club
Derik Jones
The Moth
The Moth