Asesinos Podimo Latino

El caníbal de la Guerrero: el feminicida y el poeta, el asesino y el genio de las letras. El caso de José Zepeda es representativo de lo que sucede en casi todo un país: un asesino de mujeres que se aprovecha de la vulnerabilidad de sus víctimas para después abusar de ellas, quienes sólo en contadas ocasiones reciben justicia.

Comenzó como un exhibicionista y terminó siendo un asesino serial. Esta es la historia del perfeccionamiento de un trastorno psicológico, y de cómo la pobreza es una etiqueta que ante el peor de los delitos ha cegado a policías e incluso a miembros del congreso. Ocurrió en Chile, pero se replica en toda América Latina.

Las manos rústicas, grandes y fuertes de Pedro Alonso, como las describieron los medios de comunicación y las personas cercanas en su juicio, violaron y asesinaron presumiblemente a 300 menores, cifra que incluso podría ser mayor porque, aunque usted no lo crea, Pedro Alonso aún podría estar entre nosotros.

Una sociedad conservadora y una prensa que sirve como púlpito de la misma condenaron públicamente a una enfermera que tenía por oficio el realizar abortos clandestinos. La descuartizadora de la colonia Roma fue el apodo que el periódico La Prensa le otorgó a Felicitas Sánchez Aguillón, pero ese titular fue también un saludo a la moral en el México de los años cuarenta.

La leyenda se puede leer desde Wikipedia hasta el periódico La Nación: un joven con trastorno psiquiátrico es abandonado por su familia, en su juventud vio la película de Drácula y a partir de allí, y durante siete años, se dedicó a atormentar a la población de Monteros, en la Argentina, con el asesinato de 15 jovencitas.

En el surgimiento del México moderno, urbano, progresista e industrial, un joven egresado de la Facultad de Química de la UNAM, y ganador de una prestigiosa beca, encontró en la fachada que constituía la clase media el disfraz perfecto para violar y asesinar mujeres, y una vez cumplida su sentencia, recibir una ovación en la Cámara de Diputados.