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Zaragoza te habla - Teatros desaparecidos ZARAGOZA TE HABLA

    • 歷史

En el programa de hoy, octavo ya de la presente temporada, os invito a dar un breve repaso a algunos de los teatros que tuvo la ciudad de Zaragoza a lo largo de su historia. En unos días en que la vida institucional del país, al menos esa que nos imponen las empresas de comunicación ligadas al mantenimiento del statu quo de siempre, parece trufada de espionajes varios, cloacas y sus oscuros moradores, además de los aprovechados comisionistas de rigor y los primos políticos, de una forma que no desmerecería el guión más alocado de una terrible a la par que burlesca representación escénica, vamos a regresar por unos minutos a aquellas artísticas tablas en las que la realidad se evadía o superaba mediante una ficción casi inimaginable, y no al contrario.
La historia de los teatros desaparecidos de Zaragoza es también la historia misma de la ciudad, de cómo sus costumbres, gustos y preferencias artísticas dominantes han ido configurado sus espacios de ocios a lo largo de la historia. De esta forma, y si de recintos estables de teatro hablamos, nos tenemos que remontar al siglo I, al teatro romano construido en época de Tiberio y Claudio, con 6.000 espectadores de capacidad En el siglo III cesó en sus actividades y fue abandonado, sus materiales poco a poco reutilizados y su estructura progresivamente reaprovechada para acoger viviendas, de forma que en la época medieval su entorno aparecía urbanizado y sin apenas rastro de que hubiera habido un gran teatro en esa zona hasta su casual redescubrimiento en 1972 cuando una entidad de ahorros local pretendió construir allí su nueva gran sede central. Tras décadas de incertidumbre, sus restos fueron felizmente preservados y museizados para disfrute público.
Durante la etapa medieval de Zaragoza tras su conquista cristiana en 1180 las representaciones teatrales fueron de clara preponderancia religiosa y se realizaban sobre todo al aire libre, en la plaza de la Seo, el entorno de la puerta Cineja y su inmediato tramo del Coso hasta la plaza de San Francisco, y la gran plaza del Mercado.
La Edad Moderna conoció la fundación de los primeros teatros estables, como una “Casa de Farsas” en la actual calle de Alcober, la municipal “Casa de Comedias” en el Coso, y su vecino “Teatro del Hospital de Gracia” que financiaba el gran hospital del mismo nombre. Este teatro, tras el cierre de la Casa de Comedias se convirtió en el principal teatro de la ciudad, gestionado de forma mixta por el hospital y el concejo. Tras una gran renovación en 1768, en 1778 un incendio lo devastó y dejó a la ciudad se quedó sin teatros estables hasta que en 1799 fue inaugurada la nueva “Casa de Comedias de la Ciudad” en el Coso.
El siglo XIX llegó a Zaragoza con los escenarios teatrales de la referida Casa de Comedias, y las plazas del Mercado y de La Seo al aire libre. La Casa de Comedias cambió de nombre en 1830, de forma que desde entonces es el Teatro Principal, y durante la segunda mitad del siglo se produjo una importante fundación de nuevos escenarios. Así, en 1853 se habilitó el Teatro Variedades en la actual calle de Espoz y Mina, donde estuviera el antiguo colegio de las Vírgenes del siglo XVI, que durante veinte años fue el segundo teatro más importante de la ciudad, para luego convertirse en un “espacio para todo” incluyendo mítines y reuniones políticas durante la Primera República. Tras su clausura en 1873 tuvo diversos usos, hasta que en 1946 fue derribado y sustituido por un bloque de viviendas.
El actual paseo de la Independencia se fue configurando como el principal espacio donde se concentraba el ocio teatral de la Zaragoza de la segunda mitad del siglo XIX, como el Teatro Novedades, abierto en 1864 en la esquina con la calle del Marqués de Casa Jiménez, donde antes estuvieron los Baños de Zacarías. Fue también salón de baile, escenario de comedias de magia, zarzuelas, atracciones circenses, espiritismo, e incluso el fonógrafo de

En el programa de hoy, octavo ya de la presente temporada, os invito a dar un breve repaso a algunos de los teatros que tuvo la ciudad de Zaragoza a lo largo de su historia. En unos días en que la vida institucional del país, al menos esa que nos imponen las empresas de comunicación ligadas al mantenimiento del statu quo de siempre, parece trufada de espionajes varios, cloacas y sus oscuros moradores, además de los aprovechados comisionistas de rigor y los primos políticos, de una forma que no desmerecería el guión más alocado de una terrible a la par que burlesca representación escénica, vamos a regresar por unos minutos a aquellas artísticas tablas en las que la realidad se evadía o superaba mediante una ficción casi inimaginable, y no al contrario.
La historia de los teatros desaparecidos de Zaragoza es también la historia misma de la ciudad, de cómo sus costumbres, gustos y preferencias artísticas dominantes han ido configurado sus espacios de ocios a lo largo de la historia. De esta forma, y si de recintos estables de teatro hablamos, nos tenemos que remontar al siglo I, al teatro romano construido en época de Tiberio y Claudio, con 6.000 espectadores de capacidad En el siglo III cesó en sus actividades y fue abandonado, sus materiales poco a poco reutilizados y su estructura progresivamente reaprovechada para acoger viviendas, de forma que en la época medieval su entorno aparecía urbanizado y sin apenas rastro de que hubiera habido un gran teatro en esa zona hasta su casual redescubrimiento en 1972 cuando una entidad de ahorros local pretendió construir allí su nueva gran sede central. Tras décadas de incertidumbre, sus restos fueron felizmente preservados y museizados para disfrute público.
Durante la etapa medieval de Zaragoza tras su conquista cristiana en 1180 las representaciones teatrales fueron de clara preponderancia religiosa y se realizaban sobre todo al aire libre, en la plaza de la Seo, el entorno de la puerta Cineja y su inmediato tramo del Coso hasta la plaza de San Francisco, y la gran plaza del Mercado.
La Edad Moderna conoció la fundación de los primeros teatros estables, como una “Casa de Farsas” en la actual calle de Alcober, la municipal “Casa de Comedias” en el Coso, y su vecino “Teatro del Hospital de Gracia” que financiaba el gran hospital del mismo nombre. Este teatro, tras el cierre de la Casa de Comedias se convirtió en el principal teatro de la ciudad, gestionado de forma mixta por el hospital y el concejo. Tras una gran renovación en 1768, en 1778 un incendio lo devastó y dejó a la ciudad se quedó sin teatros estables hasta que en 1799 fue inaugurada la nueva “Casa de Comedias de la Ciudad” en el Coso.
El siglo XIX llegó a Zaragoza con los escenarios teatrales de la referida Casa de Comedias, y las plazas del Mercado y de La Seo al aire libre. La Casa de Comedias cambió de nombre en 1830, de forma que desde entonces es el Teatro Principal, y durante la segunda mitad del siglo se produjo una importante fundación de nuevos escenarios. Así, en 1853 se habilitó el Teatro Variedades en la actual calle de Espoz y Mina, donde estuviera el antiguo colegio de las Vírgenes del siglo XVI, que durante veinte años fue el segundo teatro más importante de la ciudad, para luego convertirse en un “espacio para todo” incluyendo mítines y reuniones políticas durante la Primera República. Tras su clausura en 1873 tuvo diversos usos, hasta que en 1946 fue derribado y sustituido por un bloque de viviendas.
El actual paseo de la Independencia se fue configurando como el principal espacio donde se concentraba el ocio teatral de la Zaragoza de la segunda mitad del siglo XIX, como el Teatro Novedades, abierto en 1864 en la esquina con la calle del Marqués de Casa Jiménez, donde antes estuvieron los Baños de Zacarías. Fue también salón de baile, escenario de comedias de magia, zarzuelas, atracciones circenses, espiritismo, e incluso el fonógrafo de

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