10 min

T1-Episodio 8: Distorsiones Cognitivas Podcast de Psicología Consciente

    • Spirituality

En nuestro día a día muchas veces estamos accionando a partir de lo que se conoce como: maximizar o minimizar. Por ejemplo, cometemos algún fallo y lo podemos ver como una catástrofe. Ahí estamos viendo mucho más grande lo que nos está pasando de lo que realmente sucede porque nuestra percepción está distorsionada. Esto afecta a nuestro mundo emocional y a nuestras relaciones, pudiendo llegar a situaciones extremas de adicción o de drama. Por el contrario, podemos minimizar una situación creyendo que aunque haya ido bien, cualquiera lo podría hacer mejor. Estas interpretaciones sobre lo que sucede a nuestro alrededor se denominan distorsiones cognitivas. Estas formas son maneras erróneas de procesar nuestra información, generando consecuencias negativas. Podemos comprender este comportamiento si observamos a personas con depresión donde tienen una percepción de la realidad muy oscura. En algún momento todos podemos tener una distorsión porque estamos pasando una mala época, pero es importante reconocerlo para poder ser más objetivos y no centrarnos en las barreras sino en lo que se puede hacer para mejorar.

Otra forma de reaccionar ante ciertas situaciones es la sobre generalizar, por ejemplo, en circunstancias que han sido dolorosas o adversas se teme que eso pueda volver a ocurrir. Así se obstruye el volver a pasar por ciertas situaciones creyendo que nuevas experiencias nos pueden volver a generar todo ese malestar que sentimos anteriormente. Cada experiencia es distinta, si generalizamos nos condicionamos a repetir. En psicología se llama pensamiento polarizado cuando una persona sólo ve negro o blanco, aquí no se ven los aspectos intermedios, no hay grises. Por ejemplo, si mandamos dos curriculum y no contestan comienzas a pensar que todo es inútil, que no merece la pena lo que estás haciendo y que es mejor abandonar. Quizás todavía no hayas encontrado el lugar correcto, o quizás solamente es cuestión de tiempo, pero hay que recordar que las cosas no tienen que ser negras o blancas. El razonamiento emocional, por otra parte, es identificarse con una emoción y sacar una conclusión errónea. Por ejemplo, si te sientes mal haciendo algo y no te sientes con la sensación de seguridad y eso te llevó a un malestar, de golpe te sientes incompetente y consideras que eso es cierto. Debemos poder distanciarnos de esta primera idea para ver qué es realmente lo que nos sucede.

Otros términos que utilizamos muchas veces es el “tengo que” o “debo”, esas exigencias centradas en uno mismo que crean autocrítica pueden generar situaciones de ira o agresividad. Eso hace que nuestro lenguaje, sin ser conscientes, afecte a nuestra vida y a nuestro entorno. Por ejemplo, muchas personas intentan gustar a todo el mundo y cuando sienten que algo no salió como querían entran en lo que “deberían de haber hecho”. Son personas muy exigentes que creen que no deberían cometer ningún error o que si lo han hecho pueden tener grandes consecuencias.

Otro término importante es lo que en psicología se llama: inferencia arbitraria. Ahí se observa la adivinación del pensamiento y del futuro. La adivinación del pensamiento se debe a que creemos saber lo que los demás piensan e interpretamos a partir de eso. Por ejemplo, esta persona siente pena o tristeza por mí. Allí estamos poniendo nuestras creencias en lo que suponemos que el otro emocionalmente debe sentir sobre nosotros, sin haber contrastado o preguntado. Por otro lado, está la adivinación al futuro cuando antecedemos que las cosas van a ir mal, no nos damos cuenta que pueden ir de muchas maneras y que nosotros no debemos esperar nada. Por último, está lo que conocemos como la tendencia a poner etiquetas. A veces podemos darnos cuenta que hablamos mal de nosotros mismos o nos ponemos etiquetas y nos describimos a partir de ellas. No describimos los hechos y tampoco tenemos la exactitud de ver las cosas desde un prisma que no sea nuest

En nuestro día a día muchas veces estamos accionando a partir de lo que se conoce como: maximizar o minimizar. Por ejemplo, cometemos algún fallo y lo podemos ver como una catástrofe. Ahí estamos viendo mucho más grande lo que nos está pasando de lo que realmente sucede porque nuestra percepción está distorsionada. Esto afecta a nuestro mundo emocional y a nuestras relaciones, pudiendo llegar a situaciones extremas de adicción o de drama. Por el contrario, podemos minimizar una situación creyendo que aunque haya ido bien, cualquiera lo podría hacer mejor. Estas interpretaciones sobre lo que sucede a nuestro alrededor se denominan distorsiones cognitivas. Estas formas son maneras erróneas de procesar nuestra información, generando consecuencias negativas. Podemos comprender este comportamiento si observamos a personas con depresión donde tienen una percepción de la realidad muy oscura. En algún momento todos podemos tener una distorsión porque estamos pasando una mala época, pero es importante reconocerlo para poder ser más objetivos y no centrarnos en las barreras sino en lo que se puede hacer para mejorar.

Otra forma de reaccionar ante ciertas situaciones es la sobre generalizar, por ejemplo, en circunstancias que han sido dolorosas o adversas se teme que eso pueda volver a ocurrir. Así se obstruye el volver a pasar por ciertas situaciones creyendo que nuevas experiencias nos pueden volver a generar todo ese malestar que sentimos anteriormente. Cada experiencia es distinta, si generalizamos nos condicionamos a repetir. En psicología se llama pensamiento polarizado cuando una persona sólo ve negro o blanco, aquí no se ven los aspectos intermedios, no hay grises. Por ejemplo, si mandamos dos curriculum y no contestan comienzas a pensar que todo es inútil, que no merece la pena lo que estás haciendo y que es mejor abandonar. Quizás todavía no hayas encontrado el lugar correcto, o quizás solamente es cuestión de tiempo, pero hay que recordar que las cosas no tienen que ser negras o blancas. El razonamiento emocional, por otra parte, es identificarse con una emoción y sacar una conclusión errónea. Por ejemplo, si te sientes mal haciendo algo y no te sientes con la sensación de seguridad y eso te llevó a un malestar, de golpe te sientes incompetente y consideras que eso es cierto. Debemos poder distanciarnos de esta primera idea para ver qué es realmente lo que nos sucede.

Otros términos que utilizamos muchas veces es el “tengo que” o “debo”, esas exigencias centradas en uno mismo que crean autocrítica pueden generar situaciones de ira o agresividad. Eso hace que nuestro lenguaje, sin ser conscientes, afecte a nuestra vida y a nuestro entorno. Por ejemplo, muchas personas intentan gustar a todo el mundo y cuando sienten que algo no salió como querían entran en lo que “deberían de haber hecho”. Son personas muy exigentes que creen que no deberían cometer ningún error o que si lo han hecho pueden tener grandes consecuencias.

Otro término importante es lo que en psicología se llama: inferencia arbitraria. Ahí se observa la adivinación del pensamiento y del futuro. La adivinación del pensamiento se debe a que creemos saber lo que los demás piensan e interpretamos a partir de eso. Por ejemplo, esta persona siente pena o tristeza por mí. Allí estamos poniendo nuestras creencias en lo que suponemos que el otro emocionalmente debe sentir sobre nosotros, sin haber contrastado o preguntado. Por otro lado, está la adivinación al futuro cuando antecedemos que las cosas van a ir mal, no nos damos cuenta que pueden ir de muchas maneras y que nosotros no debemos esperar nada. Por último, está lo que conocemos como la tendencia a poner etiquetas. A veces podemos darnos cuenta que hablamos mal de nosotros mismos o nos ponemos etiquetas y nos describimos a partir de ellas. No describimos los hechos y tampoco tenemos la exactitud de ver las cosas desde un prisma que no sea nuest

10 min