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ES - Mathias descubre la nieve Bonne nuit / Buenas Noches Mathias

    • Stories for Kids

Se dice que los niños pueden sentir la nieve y seguramente es cierto porque Mathias no podía estarse quieto ni un segundo aquella noche. Corría por todas partes de la casa y no quería irse a la cama. Finalmente, terminó durmiéndose.

A la mañana siguiente, saltó de la cama y abrió las persianas. Cuál fue su sorpresa al ver todo el jardín cubierto de nieve. Hasta las ramas de los árboles y los techos de las casas se habían pintado de blanco. Era la primera vez que Mathias veía la nieve y no podía esperar a tomar su desayuno para ir a tocarla.

“Debes esperar un poco antes de salir, hace mucho frio afuera”, dijo su mamá. A regañadientes, Mathias desayunó y luego volvió a pedir permiso a su mamá para salir a jugar en la nieve. Finalmente, su mamá aceptó, pero con una condición: debía abrigarse muy bien. Primero Mathias vistió ropa muy caliente y unos buenos calcetines. Después, se puso un abrigo, un gorro, una bufanda, unos guantes y unas botas forradas. Casi no lograba moverse con tantas capas de ropa encima. Pero era lo mínimo necesario para mantenerse bien calentito.

Afuera, el viento soplaba un aire frío que enrojecía las mejillas y congelaba las naricitas. Mathias se quitó el guante para tocar la nieve. Estaba muy fría, y después de un momentito, la nieve empezó a derretirse entre sus dedos. Terminó llamando a su mamá para que le ayudará a volver a poner su guante porque no lograba colocar bien sus dedos.

Con la nieve, Mathias hizo un muñeco de nieve. Juntó dos bolas de nieve del jardín, una para el cuerpo y otra para la cabeza. Encontró dos pequeñas ramas para los brazos y dos piedritas negras para los ojos. Después, su mamá le enseñó cómo hacer bolas más pequeñas y empezó la batalla. Mathias corría en la nieve, luego resbaló y se cayó de pompitas. Nada de grave, por suerte la nieve amortiguó la caída. Se levantó y siguió jugando un momentito. Entonces empezó a sentir sus dedos congelados. La nieve terminó derritiéndose y mojó sus guantes. Entonces regresó a casa y su mamá le preparó un delicioso chocolate caliente para calentarlo.

Se dice que los niños pueden sentir la nieve y seguramente es cierto porque Mathias no podía estarse quieto ni un segundo aquella noche. Corría por todas partes de la casa y no quería irse a la cama. Finalmente, terminó durmiéndose.

A la mañana siguiente, saltó de la cama y abrió las persianas. Cuál fue su sorpresa al ver todo el jardín cubierto de nieve. Hasta las ramas de los árboles y los techos de las casas se habían pintado de blanco. Era la primera vez que Mathias veía la nieve y no podía esperar a tomar su desayuno para ir a tocarla.

“Debes esperar un poco antes de salir, hace mucho frio afuera”, dijo su mamá. A regañadientes, Mathias desayunó y luego volvió a pedir permiso a su mamá para salir a jugar en la nieve. Finalmente, su mamá aceptó, pero con una condición: debía abrigarse muy bien. Primero Mathias vistió ropa muy caliente y unos buenos calcetines. Después, se puso un abrigo, un gorro, una bufanda, unos guantes y unas botas forradas. Casi no lograba moverse con tantas capas de ropa encima. Pero era lo mínimo necesario para mantenerse bien calentito.

Afuera, el viento soplaba un aire frío que enrojecía las mejillas y congelaba las naricitas. Mathias se quitó el guante para tocar la nieve. Estaba muy fría, y después de un momentito, la nieve empezó a derretirse entre sus dedos. Terminó llamando a su mamá para que le ayudará a volver a poner su guante porque no lograba colocar bien sus dedos.

Con la nieve, Mathias hizo un muñeco de nieve. Juntó dos bolas de nieve del jardín, una para el cuerpo y otra para la cabeza. Encontró dos pequeñas ramas para los brazos y dos piedritas negras para los ojos. Después, su mamá le enseñó cómo hacer bolas más pequeñas y empezó la batalla. Mathias corría en la nieve, luego resbaló y se cayó de pompitas. Nada de grave, por suerte la nieve amortiguó la caída. Se levantó y siguió jugando un momentito. Entonces empezó a sentir sus dedos congelados. La nieve terminó derritiéndose y mojó sus guantes. Entonces regresó a casa y su mamá le preparó un delicioso chocolate caliente para calentarlo.

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