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Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo La Palabra Contemplada

    • Christianity

“Y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían.”- Daniel 7:14

La primera lectura nos ofrece la visión mesiánica del profeta Daniel donde ve esta figura, llamado “uno como Hijo del hombre,” que venía de las nubes. Esta expresión viene del hebreo Bar-‘enash – y puede en primera instancia significar mortal, ser humano, uno que comparte las limitaciones del ser humano. En segunda instancia, aquí en el profeta Daniel, “hijo del hombre” es un título identificado con el mesías, quien sería exaltado, con las prerrogativas reservadas para Dios, como lo son el poder, el honor, el reinado. En los escritos de Daniel el mesías es quien revela la sabiduría de Dios, y con su poder derrotaría a los enemigos de Dios. Jesús a través de su ministerio usa este título para referirse a sí mismo, a veces con el primer significado, a veces con el aspecto mesiánico y divino. Nuestro Señor, como nos enseña nuestra fe, es verdadero Dios, y verdadero hombre. En estos días en que termina el año litúrgico, la Iglesia nos recuerda que todo llega a su fin en Cristo: el verdadero rey del universo.

“Ha hecho de nosotros un Reino de sacerdotes para su Dios y Padre.” – Apocalipsis 1:6a

En este domingo termina el año litúrgico, y las lecturas de la misa se concentran en enseñarnos que Jesucristo es rey del universo. Jesús es el principio y fin de todas las cosas, el alfa, y el omega. Todo fue creado por él, y para él. Así como terminamos el año litúrgico proclamándolo rey, también la naturaleza misma lo proclamará rey al final de los tiempos. Esta verdad de nuestra fe implica que los que seguimos a Jesucristo somos hijos de Dios, y compartimos entonces este carácter real. Desde que se formó un pueblo para sí, Dios lo constituyó como un reino de sacerdotes. Ahora en Jesucristo por igual, se nos ha consagrado por nuestro bautismo como sacerdotes, profetas, y reyes. Como hijos del rey, compartimos este linaje real. ¿Qué significa esto para nosotros? Significa que amamos al rey, y a nuestros hermanos quien tienen todos esta misma dignidad de ser creados a imagen y semejanza De Dios. Significa que seguimos las leyes que proclama el rey y proclamamos con nuestras vidas la bondad y misericordia de su palabra. Significa que todo lo que hacemos, lo hacemos con vistas a construir el Reino De Dios en la tierra. Que esta celebración nos sirva de recuerdo de nuestra naturaleza real, y nuestro llamado a vivir nuestras vidas de acuerdo a esta naturaleza.

“Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad” – Juan 18:37

En el evangelio vemos este pasaje de la pasión de Jesús donde claramente vemos la naturaleza de Jesús como rey. No un rey en la expectativa humana, sino un rey celestial. El catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que el verdadero significado de su reinado no se revela sino hasta su pasión y muerte en la cruz. Solamente después de la Resurrección es que Pedro puede proclamar: “sepan pues con certeza todo el pueblo de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a ese Jesús a quien ustedes han crucificado,” como leemos en el libro de Hechos, capítulo 2. Por eso Jesús rechaza los intentos de ser proclamado como rey por la gente, ya que ellos no entendían todavía la verdadera naturaleza de su reinado. Su reinado no es de este mundo. El reinado de Cristo es la acción salvadora de Dios que no alcanzará su plenitud hasta la segunda venida de Cristo. Jesús nos dijo que él vino a dar testimonio de la verdad. Tenemos que tomar esta decisión, ¿Jesús es la verdad o no? En estos días en que termina el año litúrgico y pronto empezamos a prepararnos para la venida de Jesús en la navidad, tenemos que examinar nuestras vidas: estamos viviendo coherentemente dando testimonio de la verdad, o estamos viviendo como alguien que no conoce a Dios.

Lecturas de este domingo: https://bible.usccb.

“Y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían.”- Daniel 7:14

La primera lectura nos ofrece la visión mesiánica del profeta Daniel donde ve esta figura, llamado “uno como Hijo del hombre,” que venía de las nubes. Esta expresión viene del hebreo Bar-‘enash – y puede en primera instancia significar mortal, ser humano, uno que comparte las limitaciones del ser humano. En segunda instancia, aquí en el profeta Daniel, “hijo del hombre” es un título identificado con el mesías, quien sería exaltado, con las prerrogativas reservadas para Dios, como lo son el poder, el honor, el reinado. En los escritos de Daniel el mesías es quien revela la sabiduría de Dios, y con su poder derrotaría a los enemigos de Dios. Jesús a través de su ministerio usa este título para referirse a sí mismo, a veces con el primer significado, a veces con el aspecto mesiánico y divino. Nuestro Señor, como nos enseña nuestra fe, es verdadero Dios, y verdadero hombre. En estos días en que termina el año litúrgico, la Iglesia nos recuerda que todo llega a su fin en Cristo: el verdadero rey del universo.

“Ha hecho de nosotros un Reino de sacerdotes para su Dios y Padre.” – Apocalipsis 1:6a

En este domingo termina el año litúrgico, y las lecturas de la misa se concentran en enseñarnos que Jesucristo es rey del universo. Jesús es el principio y fin de todas las cosas, el alfa, y el omega. Todo fue creado por él, y para él. Así como terminamos el año litúrgico proclamándolo rey, también la naturaleza misma lo proclamará rey al final de los tiempos. Esta verdad de nuestra fe implica que los que seguimos a Jesucristo somos hijos de Dios, y compartimos entonces este carácter real. Desde que se formó un pueblo para sí, Dios lo constituyó como un reino de sacerdotes. Ahora en Jesucristo por igual, se nos ha consagrado por nuestro bautismo como sacerdotes, profetas, y reyes. Como hijos del rey, compartimos este linaje real. ¿Qué significa esto para nosotros? Significa que amamos al rey, y a nuestros hermanos quien tienen todos esta misma dignidad de ser creados a imagen y semejanza De Dios. Significa que seguimos las leyes que proclama el rey y proclamamos con nuestras vidas la bondad y misericordia de su palabra. Significa que todo lo que hacemos, lo hacemos con vistas a construir el Reino De Dios en la tierra. Que esta celebración nos sirva de recuerdo de nuestra naturaleza real, y nuestro llamado a vivir nuestras vidas de acuerdo a esta naturaleza.

“Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad” – Juan 18:37

En el evangelio vemos este pasaje de la pasión de Jesús donde claramente vemos la naturaleza de Jesús como rey. No un rey en la expectativa humana, sino un rey celestial. El catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que el verdadero significado de su reinado no se revela sino hasta su pasión y muerte en la cruz. Solamente después de la Resurrección es que Pedro puede proclamar: “sepan pues con certeza todo el pueblo de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a ese Jesús a quien ustedes han crucificado,” como leemos en el libro de Hechos, capítulo 2. Por eso Jesús rechaza los intentos de ser proclamado como rey por la gente, ya que ellos no entendían todavía la verdadera naturaleza de su reinado. Su reinado no es de este mundo. El reinado de Cristo es la acción salvadora de Dios que no alcanzará su plenitud hasta la segunda venida de Cristo. Jesús nos dijo que él vino a dar testimonio de la verdad. Tenemos que tomar esta decisión, ¿Jesús es la verdad o no? En estos días en que termina el año litúrgico y pronto empezamos a prepararnos para la venida de Jesús en la navidad, tenemos que examinar nuestras vidas: estamos viviendo coherentemente dando testimonio de la verdad, o estamos viviendo como alguien que no conoce a Dios.

Lecturas de este domingo: https://bible.usccb.

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