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Cuentos para bebés

Cuentos para bebés y Niños Jhon Mayer

    • Para toda la familia

Cuentos para bebés

    El cuervo matemático

    El cuervo matemático

    Lito era un cuervo gallego conocido en todo el bosque por su increíble habilidad matemática. Desde joven, mostró una capacidad sorprendente para contar y resolver problemas complejos que dejó atónitos a los demás animales. Su fama creció cuando ayudó a un grupo de cuervos a organizar sus nidos de manera eficiente, asegurándose de que cada familia tuviera suficiente espacio y recursos. El talento de Lito no se limitaba a contar. Sabía sumar y restar pequeñas cantidades, lo que le permitía ajustar sus cálculos en tiempo real. Por ejemplo, cuando un cuervo tomaba una baya del montón, Lito actualizaba instantáneamente el total con un graznido que correspondía al nuevo número. Esta habilidad era particularmente útil durante el invierno, cuando la comida escaseaba y cada baya contaba. Un día, los animales del bosque decidieron construir un almacén para guardar sus provisiones y asegurar su supervivencia durante los meses fríos. Eligieron a Lito para llevar la contabilidad del almacén. Con su capacidad para contar hasta cinco y realizar operaciones básicas, Lito se convirtió en el guardián de las provisiones del bosque. Se paraba frente a las pilas de alimentos y, con una serie de graznidos precisos, llevaba la cuenta exacta de cada tipo de provisión. El sistema de Lito era simple pero efectivo. Cada mañana, inspeccionaba el almacén y contaba las bayas, nueces y semillas. Si un animal tomaba algo, Lito inmediatamente ajustaba sus cuentas. Los animales confiaban plenamente en él y, gracias a su meticulosidad, nunca hubo un error en los registros. Incluso los más escépticos quedaron impresionados por la precisión de Lito. Además de su trabajo en el almacén, Lito también ayudaba a los demás animales con problemas matemáticos cotidianos. Una vez, un grupo de conejos necesitaba dividir una gran zanahoria entre ellos de manera justa. Lito, con su agudo sentido numérico, calculó rápidamente cómo cortar la zanahoria para que cada conejo recibiera una porción igual. Los conejos quedaron tan agradecidos que le regalaron a Lito una pequeña medalla de zanahoria en reconocimiento a su ayuda. La inteligencia de Lito no solo era una herramienta útil para la supervivencia del bosque, sino que también fomentaba la cooperación y el sentido de comunidad entre los animales. Bajo su supervisión, el almacén nunca estuvo vacío, y siempre hubo suficiente comida para todos. La eficiencia del sistema de Lito permitió que los animales del bosque pasaran inviernos duros sin sufrir hambre. Los científicos que estudiaron a Lito y a otros cuervos descubrieron que estos pájaros poseen un "centro de inteligencia cerebral" que les permite realizar tareas numéricas avanzadas, una capacidad que solo se había observado en primates antes. Lito se convirtió en un ejemplo viviente de la sorprendente inteligencia de los cuervos y demostró que, aunque pequeños, su cerebro es capaz de grandes hazañas. Con el tiempo, Lito se volvió una figura legendaria en el bosque, conocido no solo por su habilidad matemática, sino también por su generosidad y su disposición a ayudar a los demás. Su historia se contaba a los jóvenes cuervos como un ejemplo de lo que se puede lograr con inteligencia y cooperación. Así, Lito, el cuervo matemático, dejó un legado duradero en el corazón del bosque y en la memoria de todos sus habitantes.Autor José Pardal

    • 3 min
    Dos monitos bellos

    Dos monitos bellos

    Había una vez, en lo profundo de la exuberante selva, un par de pequeños y encantadores monos. Estos monos, de pelaje blanco y manchas marrones en sus caritas y extremidades, eran conocidos como los guardianes de la selva. Estos dos monos, llamados Coco y Lulu, eran inseparables. Juntos, exploraban su hogar en los árboles, saltando de rama en rama con agilidad y gracia. Pero un día, mientras se aventuraban por la selva, notaron algo inusual: una cámara colocada en un árbol. Curiosos y juguetones, Coco y Lulu se acercaron a la cámara y, al hacerlo, activaron el obturador. Sin saberlo, se habían tomado una fotografía que capturaba su esencia lúdica y sus expresivos ojos. A medida que pasaba el tiempo, la fotografía de Coco y Lulu se hizo viral en las redes sociales. La gente de todo el mundo se maravillaba con la imagen de estos adorables monos, sus ojos brillantes y su actitud traviesa. La fotografía destacó la belleza y la diversidad de la vida en la selva y recordó a todos la importancia de proteger y preservar los hábitats naturales. La fama de Coco y Lulu creció rápidamente, y pronto se convirtieron en embajadores de la conservación de la selva. Aparecieron en programas de televisión y revistas, compartiendo su historia y promoviendo la importancia de cuidar el medio ambiente. Con su nueva plataforma, Coco y Lulu trabajaron incansablemente para concienciar sobre la deforestación y el impacto de la actividad humana en la vida silvestre. Juntos, apoyaron proyectos de reforestación y colaboraron con organizaciones dedicadas a la protección de los animales en peligro de extinción. A medida que pasaban los años, Coco y Lulu se convirtieron en símbolos de esperanza y resiliencia. Su imagen inspiró a las personas a conectarse con la naturaleza y a tomar medidas para preservarla. Su historia fue contada en libros y documentales, y su impacto se extendió por todo el mundo. Coco y Lulu demostraron que incluso los seres más pequeños pueden tener un impacto significativo en el mundo. Su imagen, capturada en aquel momento mágico en la selva, nos recordó la importancia de apreciar y proteger la belleza de nuestro planeta. Y así, los guardianes de la selva Coco y Lulu siguieron inspirando a las generaciones futuras a cuidar y preservar la vida silvestre, recordándonos que cada pequeña acción cuenta cuando se trata de proteger nuestro hogar común, la Tierra.José Pardal

    • 2 min
    Dos perros gigantescos

    Dos perros gigantescos

    En un jardín encantado, donde las flores hablan y los colores brillan con una intensidad mágica, vivían dos perros gigantes hechos completamente de flores. Uno, llamado Rosaleo, estaba formado por un caleidoscopio de rosas rojas, naranjas y amarillas. El otro, Florín, lucía en su cuerpo un mosaico de rosas verdes, púrpuras y rosadas. Rosaleo y Florín no siempre habían sido flores. Hace mucho tiempo, eran dos perros reales, hermanos inseparables que cuidaban de un jardín similar al que ahora habitaban. Eran famosos por su bondad y valentía, siempre listos para ayudar a quien lo necesitara. Un día, una poderosa hechicera, conmovida por su lealtad y amor, decidió inmortalizarlos en la forma más hermosa que pudo imaginar. Con un hechizo de magia antigua, transformó a Rosaleo y Florín en esculturas vivas de flores. Ellos conservaron sus corazones y mentes, pero sus cuerpos se convirtieron en un despliegue de naturaleza y belleza. Desde entonces, los dos perros florales permanecen en el jardín, trayendo alegría y asombro a todos los visitantes. Cada primavera, cuando el jardín florece en todo su esplendor, Rosaleo y Florín parecen cobrar vida aún más, moviendo suavemente sus pétalos con la brisa y emitiendo una fragancia embriagadora que envuelve a todo aquel que se acerca. La leyenda dice que si un visitante sincero y puro de corazón les pide un deseo, los perros florales lo concederán, utilizando la magia que aún reside en ellos. Así, Rosaleo y Florín siguen siendo guardianes del jardín, no solo con su presencia imponente y hermosa, sino también con la magia y el amor que brotan de cada uno de sus pétalos.José Pardal

    • 1m
    El cocodrilo Alejandro

    El cocodrilo Alejandro

    En el corazón de l'Albufera de Valencia, un cocodrilo de plástico llamado Alejandro guardaba los campos de arroz. Los agricultores lo colocaron allí para mantener alejadas a las aves que dañaban los cultivos. Alejandro, con su apariencia imponente pero inofensiva, se convirtió en el protector silencioso de la cosecha. Aunque era solo una figura de plástico, Alejandro tenía un secreto: cada noche, cuando la luna llenaba el cielo, cobraba vida por unas horas. En esas noches, navegaba las aguas de l'Albufera, asegurándose de que ningún pájaro perturbara la paz de los cultivos. Su trabajo nocturno era desconocido para los humanos, pero los animales de la laguna respetaban su vigilancia. Un día, un grupo de niños descubrió a Alejandro y lo llevó a casa, pensando que era un juguete perdido. Sin embargo, en su ausencia, las aves volvieron a los campos de arroz, y los agricultores comenzaron a notar la diferencia. Desesperados, buscaron al cocodrilo por toda la zona, hasta que un anciano del pueblo recordó haber visto a los niños llevándose algo inusual. Cuando finalmente recuperaron a Alejandro, lo devolvieron a su lugar en l'Albufera. Los agricultores comprendieron que, aunque parecía solo un truco, Alejandro era vital para su trabajo. Desde entonces, protegieron su cocodrilo de plástico con dedicación, asegurándose de que siempre estuviera en su lugar al caer la noche, listo para su ronda mágica. Así, Alejandro continuó su vigilia, uniendo la magia de la noche con la realidad del día, en la eterna defensa de los campos de arroz. José Pardal

    • 1m
    Los amigos

    Los amigos

    En un pintoresco rincón del bosque mediterráneo, cuatro amigos animales habían hecho de su misión proteger el ecosistema de las especies invasoras. Olegario el zorro, Adolfo el búho, David el jabalí y Manuel el tejón formaban un equipo peculiar, unidos por una causa común: mantener la armonía de su hogar natural. Una tarde cálida, mientras se reunían en su claro habitual, Olegario expresó su preocupación. "Amigos, he visto algunas plantas extrañas cerca del arroyo. No son de aquí y están creciendo muy rápido," dijo el zorro con voz grave. Adolfo, siempre analítico, frunció el ceño. "He leído sobre estas plantas. Son invasoras y pueden causar grandes problemas si no hacemos algo rápido." David, el más impulsivo del grupo, se levantó de un salto. "¡No podemos permitirlo! Vamos a investigar y eliminarlas antes de que se apoderen del bosque." Manuel, siempre tranquilo y meticuloso, sugirió un plan. "Primero, debemos identificar exactamente qué plantas son y cómo podemos deshacernos de ellas sin dañar el resto del ecosistema." Juntos, los cuatro amigos se dirigieron hacia el arroyo. Al llegar, encontraron un área dominada por una planta desconocida con hojas grandes y flores llamativas. Adolfo, con su vasto conocimiento, identificó la planta como una especie invasora conocida por su capacidad de desplazar a las plantas nativas y alterar el hábitat. "Es la hierba del diablo," murmuró Adolfo. "Es peligrosa, pero si actuamos rápido, podemos controlarla." El grupo trabajó incansablemente, arrancando las plantas invasoras y asegurándose de no dejar ni una raíz. Mientras trabajaban, discutieron sobre la importancia de la ciencia ciudadana, una práctica que permite a los animales y humanos colaborar en la detección y manejo de especies invasoras. "Este trabajo es similar al que hacen los científicos ciudadanos," comentó Olegario. "Ellos también recopilan datos y ayudan a identificar problemas en el medio ambiente." David asintió. "Sí, he oído que incluso tienen aplicaciones móviles y herramientas tecnológicas para facilitar su labor. Nosotros podríamos aprender mucho de ellos." Al caer la noche, los cuatro amigos habían limpiado gran parte del área afectada. Se sentaron exhaustos pero satisfechos, contemplando su logro. "Hemos hecho un buen trabajo hoy," dijo Manuel. "Pero esto es solo el comienzo. Debemos seguir vigilantes y educar a otros animales sobre los peligros de las especies invasoras." Adolfo, con su sabiduría habitual, concluyó. "El conocimiento y la acción son nuestras mejores armas. Si todos trabajamos juntos, podemos proteger nuestro hogar y mantener la biodiversidad del bosque." Y así, con una nueva misión en mente, los cuatro amigos se comprometieron a ser los guardianes del bosque, siempre alerta y dispuestos a defender su hogar contra cualquier amenaza.José Pardal

    • 3 min
    El paraíso

    El paraíso

    Había una vez un hermoso bosque encantado, donde reinaba la alegría y la armonía. En el centro de este bosque, se encontraba un árbol mágico que era el hogar de mariposas de todos los colores y tamaños. Cada día, las mariposas llegaban al árbol para descansar y jugar juntas. Un día, una pequeña mariposa llamada Lucía decidió aventurarse más allá del árbol y explorar el bosque. Mientras volaba, se encontró con otras mariposas de diferentes formas y colores. Cada una tenía una historia única y especial para contar. Había mariposas grandes y fuertes que habían viajado desde tierras lejanas, mariposas pequeñas pero valientes que habían superado grandes desafíos, y mariposas de colores brillantes que habían nacido con un don especial. Lucía se maravillaba con cada historia y se dio cuenta de lo maravilloso que era vivir en un mundo lleno de diversidad. Decidió regresar al árbol y compartir sus aventuras con sus amigas mariposas. Todas se reunieron emocionadas alrededor de Lucía, escuchando atentamente cada detalle de su viaje. A partir de ese día, las mariposas decidieron explorar juntas el bosque, volando de flor en flor, compartiendo risas y aprendiendo unas de otras. Descubrieron nuevos lugares, conocieron a otros animales del bosque y aprendieron a valorar aún más su amistad y la belleza de la naturaleza que las rodeaba. Y así, las mariposas vivieron felices y unidas en ese mágico bosque encantado, donde la diversidad y la amistad reinaban para siempre.José Pardal

    • 1m

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