Jairo Rodríguez "Colomboguayo‪"‬ Jairo Andrés Rodríguez

Cuando moisés habló con Dios frente a la Zarza ardiente Dios le encargó la misión de sacar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto

Es conocida la manera en la que Moisés respondió ante la petición del Señor.
Esta historia la encontramos en Éxodo 3 y 4.
En el capítulo 3:12 Dios le dice a Moisés:

Ciertamente yo estaré contigo. Esto te servirá como señal de que yo te he enviado: Cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, servirán a Dios en este monte.

En la sección que sigue, Moisés dice que de entrada no le van a creer porque necesita ir en nombre de alguien y Dios nuevamente le da su respaldo. Sin embargo Moisés sigue con miedo de que le pueblo no escuche su voz.

Cerca del final de conversación Moisés apela a que no es la persona más diestra al hablar. Entonces Dios le dice que se apoye en su hermano Aarón, quien va a hablar siempre por el.

En el transcurso del libro del Éxodo nos damos cuenta que con el paso del tiempo, Moisés realmente asume su responsabilidad y ya no necesita de que Aaron hable por él. De hecho nos da la impresión de que en realidad no tiene ninguna dificultad para hablar o para comunicarse.

Cuando queremos servir a Dios, puede tengamos la misma actitud que tuvo Moisés al principio, no creemos en nosotros mismos o pensamos que no somos aptos para eso.

Pero hoy te digo a tí que estas escuchando, que no temas, porque si has puesto tu confianza en Dios él es quien preparará el camino delante de nosotros para cumplir su propósito. En vez de quejarnos de algo que consideramos que no esté bien, levantémonos a servir, en vez de poner excusas como lo hizo Moisés, tengamos un corazón dispuesto para ser herramientas en manos de Dios. 

Por último, te pido que si tu excusa está relacionada con compararte con otras personas, deja de hacerlo, porque Jesús trajo justicia y gracias a su obra, todos somos iguales delante de Dios. 

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Devocional Iglesia Roca Eterna IHML, Luque, Paraguay 24/06/2021 Gn 22:1-19: "Aconteció después de estas cosas que Dios probó a Abraham, diciéndole: — Abraham. Él respondió: — Heme aquí. Y le dijo: — Toma a tu hijo, a tu único, a Isaac a quien amas. Ve a la tierra de Moriah y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Abraham se levantó muy de mañana. Aparejó su asno, tomó consigo a dos de sus siervos jóvenes y a Isaac su hijo. Partió leña para el holocausto, y levantándose fue al lugar que Dios le dijo. Al tercer día Abraham alzó sus ojos y divisó el lugar de lejos. Entonces Abraham dijo a sus siervos: — Esperen aquí con el asno. Yo y el muchacho iremos hasta allá, adoraremos y volveremos a ustedes. Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac su hijo. Él tomó en la mano el fuego y el cuchillo, y se fueron los dos juntos. Entonces Isaac dijo a Abraham su padre: — Padre mío… Y él respondió: — Heme aquí, hijo mío. Le dijo: — He aquí el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto? Abraham respondió: — Dios mismo proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío. E iban los dos juntos. Cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, Abraham edificó allí un altar. Arregló la leña, ató a Isaac su hijo y lo puso sobre el altar encima de la leña. Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel del SEÑOR llamó desde el cielo diciendo: — ¡Abraham! ¡Abraham! Él respondió: — Heme aquí. Y le dijo: — No extiendas tu mano sobre el muchacho ni le hagas nada, porque ahora conozco que temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tu único. Entonces Abraham alzó la vista y miró, y he aquí que detrás de sí estaba un carnero trabado por sus cuernos en un matorral. Abraham fue, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Abraham llamó el nombre de aquel lugar el SEÑOR proveerá. Por eso se dice hasta hoy: “En el monte del SEÑOR será provisto”. El ángel del SEÑOR llamó por segunda vez a Abraham desde el cielo, y le dijo: — He jurado por mí mismo, dice el SEÑOR, que porque has hecho esto y no me has rehusado tu hijo, tu único, de cierto te bendeciré y en gran manera multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está en la orilla del mar. Tu descendencia poseerá las ciudades de sus enemigos. En tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste mi voz. Abraham regresó a sus siervos, y levantándose se fueron juntos a Beerseba. Y Abraham habitó en Beerseba."

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Devocional Iglesia Roca Eterna IHML, Luque, Paraguay 24/05/2021

El libro de deuteronomio termina con la muerte de Moisés y el libro de Josué inicia precisamente con el nombramiento de Josué como sucesor de Moisés. Dios literalmente le dice en el cap 1 v. 2 "Moisés ha muerto. Ahora, levántate, pasa el Jordán tú con todo este pueblo a la tierra que yo les doy".

Ante esto, nos encontramos con varias realidades con las que nos podemos identificar hoy en día. Por un lado, el legado que se entrega en manos de las nuevas generaciones y por otro lado el desafío en sí mismo que estas responsabilidades representan.

Cuando las generaciones más jóvenes se convierten en sucesoras esto se da por distintas circunstancias, el ejemplo de Josué y Moisés es una de ellas, la ausencia o imposibilidad del líder anterior para llevar a cabo su tarea. Otra razón es el simple paso del tiempo que nos lleva como humanidad a mantener el legado de nuestros ancestros para así permanecer en la historia. En tercer lugar, podríamos mencionar una situación bastante favorable, en la que también con el ejemplo de Josué y Moisés, aprendemos cómo antes de entregar la posta, el discípulo aprende cuando todavía su antecesor está trabajando. Aunque habría muchas más opciones, podríamos tener en mente estas tres perspectivas.

Sin embargo, ninguna de ellas elimina el sentimiento apabullante de ser ahora el encargado de una cierta área, y esto es algo que no disminuirá con la edad, ya que probablemente nos sintamos de esa manera, siempre que enfrentemos nuevas responsabilidades o desafíos en nuestra vida.

En el capítulo 1 de Josué, encontramos algunas ideas que se repiten de una manera armoniosa. En primer lugar: Esfuérzate y sé valiente, son las palabras que Dios le dice a Josué en los versículos 6, 7 y 9. Él debe esforzarse para cumplir con su legado, para cuidar y cumplir toda la ley, y también porque Dios está con él.

En segundo lugar: Estaré contigo son las palabras con las que Dios trata de animarle a Josué para que inicie su tarera, que no lo va a desamparar ni lo va a dejar, tal como nunca abandonó a Moisés. Esto lo repite en los versículos 5 y 9.

Para finalizar, en los versículos 17 y 18 es el mismo pueblo quien confirma estas palabras de Dios para Josué. Ellos le dicen que le seguirán en su ministerio solo si Dios está con él, y lo refuerzan con algo que Dios ya le dijo antes tres veces Esfuérzate y sé valiente.

Ante los nuevos desafíos, podemos tomar la misma actitud de Josué, ser fuertes, valientes y aceptar que Dios está de nuestro lado. Si cumplimos con la tarea que se nos ha encomendado, entonces la gente a nuestro al rededor reconocerá que Dios está con nosotros y nos animarán a seguir adelante con esfuerzo y valentía.

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